Confiesa que lo que más le asusta en la vida son “las inyecciones y los tiburones”.
No aclara si habla en un sentido real o metafórico, pero deja caer una sonrisa al final de la frase. Otra cosa es la ficción: “Como espectadora, me da mucho miedo el suspense, saber que en cualquier momento va a suceder algo, pero ignoras dónde o cuándo”.
Precisamente el suspense es el género con el que debutó el autor de Tesis (1996), y al que vuelve en Regresión, título que inaugura mañana, fuera de concurso, la 63 edición del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, y poco después, el 2 de octubre, llegará a las salas de cine.
Inspirada en una oleada de sucesos extraños ocurridos en Estados Unidos en la década los 80, la película combina misterio y terror, e invita a reflexionar sobre los vericuetos y trampas de la mente.
“Yo ya era fan de Los otros y Mar adentro”, dice Watson. “Leí el guion y me interesó, y cuando me reuní por primera vez con Alejandro sentí que era alguien en quien podía confiar”, precisa.
Amenábar sitúa la acción en Minesota, años 90. La actriz británica interpreta a Angela Gray, una joven tímida, huérfana de madre, que denuncia a su padre por supuestos abusos. El inspector encargado del caso es Bruce Kenner (Ethan Hawke), un hombre divorciado e inteligente que canaliza en el trabajo su personalidad obsesiva.
“Mi personaje ha tenido experiencias vitales inusuales y extremas, me ha resultado muy difícil ponerme en su piel, ha sido un gran reto, pero eso es lo que busco en mi trabajo, así que estoy satisfecha”, señala Watson.
La forma en que la mente procesa los recuerdos, la capacidad de sugestión y la habilidad para controlar el miedo son temas que se abordan en el filme y que a ella en particular le interesaron mucho.
“Nos pasamos la vida tratando de saber en qué podemos confiar: nuestro corazón, nuestra cabeza, nuestras tripas, el consejo de unos o de otros. Siempre estamos intentado descifrar qué mensaje debemos escuchar, y eso es algo que concierne igual a niños y adultos. Yo siempre lo he experimentado y sigo haciéndolo”, reflexiona.
Durante más de una década la relación de Emma Watson con el cine se circunscribió en exclusiva a la saga de Harry Potter y a su personaje de Hermione. Durante ese tiempo, dejó atrás la niñez. Cuando se estrenó la octava y última película tenía ya 20 años.
A partir de ese momento, comenzó a indagar en otros terrenos y rodó algún drama romántico 'indie' como Las ventajas de ser invisible, experimentos como The Bling Ring con Sophia Coppola y hasta un título bíblico, Noé, con Darren Aronofsky.
Dice que su joven veteranía tiene ventajas e inconvenientes: “Lo bueno es que tengo mucha experiencia para alguien de mi edad, eso ayuda mucho”.
“Lo negativo -añade- es que al haber hecho un mismo papel durante tanto tiempo, a veces tengo que luchar contra ideas preconcebidas sobre quién soy y qué tipo de papeles puedo hacer. Tengo que esforzarme mucho en demostrar que puedo hacer otras cosas”.
“Cosas” como Colonia, un filme alemán que acaba de presentar en el Festival de Toronto, sobre el secuestro de un hombre en Chile bajo la dictadura de Pinochet. O como La Bella y la Bestia, su segundo intento de protagonizar una adaptación del clásico infantil, tras la tentativa frustrada con Guillermo del Toro. La adaptación de Disney dirigida por Bill Condon llegará a las pantallas en 2017.
“Era uno de mis cuentos favoritos de niña, me encanta el personaje de Bella y además este proyecto me ha dado la oportunidad de cantar, algo que siempre había querido hacer y nunca había podido hasta ahora”, asegura.
Pese a todo, el cine no ha impedido a Watson terminar sus estudios universitarios en Estados Unidos, o militar en causas feministas. De hecho, es embajadora de buena voluntad de la ONU a favor del empoderamiento de las jóvenes y colabora con la campaña “HeForShe” en defensa de la igualdad de género.
“Decididamente en este trabajo hacen falta más voces feministas. Mi campaña en particular se centra en conseguir más voces feministas de hombres. Creo que está funcionando, espero que sí”.