El final de la resaca

El capítulo final de la saga “¿Qué Pasó Ayer?” aumenta la acción y el humor negro, aunque no llega al nivel de perfección de la primera parte.

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Cuando “¿Qué Pasó Ayer? Parte 2” se estrenó hace dos años, fue recibida con las críticas mixtas que generalmente suelen acompañar a las secuelas que fallan en superar el listón puesto muy en alto por sus predecesoras; uno de los puntos en que casi cada crítico coincidía era que la película era casi la misma que el original, simplemente cambiando la locación; era una queja que no carecía de fundamento, ya que todo el filme se sentía como un chiste que no era malo, pero sí repetido, y lógicamente mucho menos efectivo.

Tal parece que Todd Phillips, el director de la saga, tuvo muy en cuenta esa queja, porque esta tercera y última entrega de la saga se deshace totalmente de los elementos que compartían los primeros dos filmes; no hay despedida de soltero, no hay amnesia inducida por drogas, personas extraviadas ni gran misterio que resolver.

El resultado es una película de acción y comedia ciertamente disfrutable, un válido esfuerzo por llevar a la saga a terreno distinto antes de ponerla a pastar, pero que, al igual que la Parte II, palidece ante esa gran sorpresa de 2009, y nunca alcanza las cotas de demencial aunque perfectamente calculada brillantez del film original.

En esta ocasión la crisis se centra en Alan (Zach Galifianakis), quien no está tomando sus medicamentos y acaba de perder a su padre. Stu (Ed Helms), Phil (Bradley Cooper) y Doug (Justin Bartha) se disponen a llevarlo a una clínica de rehabilitación, pero en el camino son interceptados por un mafioso llamado Marshall (John Goodman), quien los obliga a localizar a Leslie Chow, el mafioso chino que la “manada” conoció cuando vivieron su primera aventura en Las Vegas.

El humor en este filme es tan negro que hace parecer a la película original mucho más inocente simplemente al existir. Es tan negro, de hecho, que deja de ser gracioso en momentos puntuales, principalmente si Alan es el centro del chiste. La evolución del personaje es curiosa; pasó de ser un fastidioso pero querible desequilibrado mental a ser irritante y por momentos cruel sin razón aparente. Con Alan parece que los realizadores simplemente dejaron de esforzarse, asumiendo que cualquier cosa que el personaje haga o diga arrancaría risas.

Desafortunadamente, gran parte de los chistes del filme tienen su base en Alan, interpretado de nuevo con entusiasmo por un Galifianakis siempre correcto, aún trabajando con un guión que no le deja brillar como debería.

Phillips maneja mucho mejor el personaje de Leslie Chow, que es presentado de nuevo como un torbellino de locura por un Ken Jeong que logra hacer del petiso personaje no solo gracioso en su total demencia, sino genuinamente amenazante en ciertos pasajes. Los avances hacían parecer que Chow tendría casi tanto protagonismo como la “manada”, algo que afortunadamente no es cierto, y eso, en mi opinión, constituye un acierto de parte de Phillips; Chow es un gran remate para los chistes, pero no es más que eso, puro y total remate, y tenerlo en pantalla demasiado tiempo hubiera acabado por cansar.

Cooper y Helms no muestran nada nuevo como Phil y Stu, respectivamente, aunque Phil se anota algunas excelentes líneas, y Stu protagoniza una emocionante secuencia de acción hacia el final de la película.

Teniendo en cuenta a la película como un trabajo autónomo, se mantiene por encima de la media en cuanto a calidad, ya que viene con decente acción, algún que otro giro genuinamente gracioso –aunque no muy sorpresivo- y todo el surrealismo que caracterizó desde sus inicios a la saga.

El problema es que no está hecha de forma que sea un trabajo autónomo. Desde el márketing hasta el propio argumento la película se establece como la parte final de una misma historia, aunque es obvio que jamás en las etapas de desarrollo de la primera película se pensó que esta sería una trilogía. Se supone que esté fuertemente asociada con las dos primeras partes, y en la comparación sale perdiendo con diferencia con el primer film.

Como lo veo, el problema está en que, por mucho que Phillips y compañía cambien la historia y los acontecimientos específicos que conforman la película, la base, los personajes, sigue siendo la misma, y a ellos no los pueden cambiar demasiado sin perder consistencia. En la base las dos secuelas fueron chistes repetidos, nunca alcanzando el impacto del original.

No voy a ser el que dice que esta película y la anterior no debieron haberse hecho, ya que ninguna de las dos es mala; ambas hacen reir, que es de todos modos el cometido final de cualquier comedia. Pero ambas películas se sienten forzadas cuando la original se sentía natural y fluida; quizá lo más acertado es decir que fueron innecesarias.

Con todo, no puedo decir que “¿Qué Pasó Ayer? Parte 3” es una mala experiencia cinematográfica; hay formas mucho peores de pasar tiempo en el cine. Hay risas, hay acción, y los personajes que conocimos hace cuatro años siguen allí; si es usted un fan, no la va a pasar mal. Yo ciertamente no la pasé mal.

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¿QUÉ PASÓ AYER? PARTE III (The Hangover: Part III)

Dirigida por Todd Phillips

Escrita por Todd Phillips y Craig Mazin

Producida por Todd Phillips y Daniel Goldberg

Edición por Jeff Groth y Debra Neil-Fisher

Dirección de fotografía por Lawrence Sher

Banda sonora compuesta por Christophe Beck

Elenco: Zach Galifianakis, Bradley Cooper, Ed Helms, Ken Jeong, Justin Bartha, John Goodman, Mike Epps, Jeffrey Tambor, Melissa McCarthy, Sasha Barrese, Jamie Chung y Heather Graham

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