El cine joven de América Latina se va de Cannes cargado de premios

CANNES. Una nueva generación de cineastas de América Latina que utiliza la poderosa herramienta del celuloide para reflexionar sobre su propia identidad y realidad social cosechó numerosos premios en la 68ª edición del Festival de Cannes.

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En la competencia oficial, la única de las 19 películas en liza, Chronic, del mexicano Michel Franco, se llevó el premio al mejor guión para este demoledor filme interpretado por Tim Roth en el papel de un enfermero que acompaña a sus pacientes hasta la muerte.

La película financiada y rodada en México coloca la trama en California y se rodó directamente en inglés, una tendencia que adoptaron muchos realizadores no anglófonos en esta edición del festival.

Colombia fue el otro gran ganador latino en la Croisette. Especialmente el caleño ahora instalado en Bogotá César Acevedo, que se alzó con la Cámara de Oro por La Tierra y la sombra y el Premio Revelación en la sección paralela de la Semana de la Crítica. Acevedo también se lleva el premio SACD (Sociedad de Autores) y el Riel de Oro, que refleja el sentir del público.

Otro joven colombiano, Ciro Guerra, cosechó ovaciones en Cannes con El abrazo de la serpiente, galardonada con el premio “Cine Arte” de la CICAE, la primera organización de salas dedicadas al cine de calidad fundada en 1955 y que agrupa 3.000 salas en 32 países de Europa.

Rodado en blanco y negro en la selva amazónica de Vaupés, El abrazo de la Serpiente está inspirado en los viajes de los primeros exploradores de la Amazonía para estudiar su naturaleza y sus etnias. Esta película se propagó por el boca a oreja y tuvo buenas críticas en los principales diarios de Francia como Le Monde y Libération.

Tal vez porque trae un mensaje que resuena poderosamente en las pantallas de Europa: las civilizaciones, incluyendo la occidental, pueden desaparecer como las de la Amazonía si pierden contacto con la raíz profunda de su cultura y su medio ambiente.

Una preocupación también presente en La tierra y la sombra, que presenta a una familia en el entorno hostil de la explotación salvaje de la naturaleza.

“El cine colombiano está en un momento histórico para nuestra cinematografía”, dijo Acevedo a la AFP . “Hay más apoyo por parte del Estado para hacer las películas y más gente profesionalizada haciendo cine” .

“Lo más importante es que estamos hablando de nuestra identidad, de lo que somos y de dónde venimos, y eso es lo que ha permitido que las películas tengan más fuerza y sean más interesantes. El cine se ha convertido en una herramienta poderosa para reflexionar sobre nosotros y construir memoria” , dijo.

También el cine argentino se va de Cannes con varios premios para La Patota del joven Santiago Mitre, notablemente protagonizada por Dolores Fonzi y Oscar Martínez, sobre el compromiso de una joven con sus propias convicciones sociales. La película se alzó con el Gran Premio de la Semana de la Crítica y el galardón de la FIPRESCI, la Federación Internacional de Críticos de Cine.

Festivales como el de Cannes hacen dialogar involuntariamente distintas visiones de los cineastas, y en ese juego América Latina no sale mal parada. Contrariamente al cine italiano, gran perdedor que se va sin premio alguno tras llegar casi en terreno conquistado a Cannes con tres filmes en competencia.

Desde Estados Unidos, Gus Van Sant fue abucheado con su tediosa Sea of trees, y el anciano Woody Allen llegó a la Croisette con un discurso nihilista que ensalzó una visión del cine como mero entretenimiento.

En ese contexto, las películas latinoamericanas resonaron como una bocanada de aire fresco, aunque todas trataron temas preocupantes. “Los tiempos en que vivimos —opinó César Acevedo— nos han quitado la manera de pensar, de emocionarnos y de pensar en el otro y lo único que nos piden es que nos entretengamos con el cine. Tenemos que creer más en el cine y en nosotros mismos”.

El cine de Chile se va por su parte recompensado gracias al el documental Allende, mi abuelo Allende realizado por Marcia Tambutti, nieta del presidente chileno muerto en 1973, que ganó el premio “Ojo de Oro” por la sociedad de autores de Francia SCAM.

Entre los más jóvenes, Locas perdidas de Ignacio Juricic Merillán, que estudia Cine y Televisión en la Universidad de Chile, ganó el segundo premio de la sección Cinefundación, dotado con 11.250 euros, y el premio “Queer Palm” al cortometraje que recompensa filmes de temática homosexual.

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