Esto puso así un trágico final a una relación madre-hija que, marcada por los vaivenes de Hollywood, pasó por alegrías y penas de todo tipo.
Carrie Fisher, la icónica princesa Leia de Star Wars, murió el martes en Los Ángeles a los 60 años tras sufrir un ataque al corazón el pasado viernes, mientras que su madre Debbie Reynolds, la inolvidable protagonista de Singin' in the Rain (1952), falleció a los 84 años el miércoles también en la ciudad californiana debido a un derrame cerebral.
Personalidades del cine y seguidores han volcado en las redes sociales su inmensa tristeza por la doble pérdida y han compartido recuerdos e imágenes de madre e hija como una fotografía de 1963 en la que aparece Carrie Fisher de niña, sentada en un taburete y observando escondida entre bambalinas a Debbie Reynolds en una actuación en Las Vegas.
Pero esta encantandora instantánea no oculta que, a lo largo de su vida, madre e hija pasaron por numerosos altibajos. Reynolds estaba casada con su primer marido, el cantante Eddie Fisher, cuando en 1956 nació su hija Carrie, quien crecería en el agitado mundo del espectáculo en el que su madre era toda una estrella de los musicales.
“¿No son hermosos?”, recordó Debbie Reynolds, mirando una antigua fotografía de sus hijos Carrie y Tood Fisher, durante una entrevista en 2015 con Entertainment Weekly.
“Fueron criados en el estudio MGM (donde ella trabajaba). Fui muy dichosa, muy dichosa de tener estos hijos. Sólo fui afortunada”, añadió.
Los recuerdos de Fisher de aquellos años eran agridulces. En una entrevista en 2011 junto a su madre en el programa de Oprah Winfrey, explicó que su relación fue “volátil” y destacó que hubo un tiempo, cuando era joven, en el que quería tener “su propia vida” y “no ser la hija de Debbie Reynolds”.
“Ser mi hija fue difícil para Carrie porque en la escuela el profesor la llamaba Debbie. Pero supongo que no estaba tan mal porque ahora yo soy la madre de la princesa Leia en cualquier sitio al que voy”, contrapuso Reynolds, en tono irónico, en la misma charla.
La mala pata de Reynolds en su vida sentimental tampoco ayudó a crear un ambiente familiar calmado. Tras separarse de Eddie Fisher cuando este le fue infiel con Elizabeth Taylor, todo un escándalo en la época, se casó con el empresario de la industria zapatera Harry Karl, que tiraría por la borda toda su fortuna en el juego e inversiones ruinosas.
Carrie Fisher, que durante años no dirigió palabra a su madre, señaló en diferentes ocasiones que su familia no fue diseñada para ser privada sino pública. Pero si Fisher se sintió a veces abrumada por la fama de su madre, la balanza se inclinaría hacia el otro sentido cuando, con tan sólo 21 años, alcanzó el estrellato mundial con Star Wars (1977).
En su punto profesional más alto, Fisher también vivió sus momentos personales más delicados debido a su adicción al alcohol y las drogas y su trastorno bipolar, una oscura época que Reynolds recordaría después como el punto en el que su relación “ tocó fondo ” .
“Creo que siempre hemos sido abiertas y honestas y eso es por lo que no nos llevamos bien en el pasado. Como madre tienes que dar tu opinión y si eso causa una grieta, pues la causa. Carrie y yo tenemos discusiones y llegamos a puntos sin retorno, pero salimos de ahí queriéndonos la una a la otra”, afirmó Reynolds en una entrevista en 2010 en The New York Times.
Con el paso del tiempo se reconciliaron, también en el plano artístico. Así, la novela de Fisher Postcards from the Edge, que después sería una película protagonizada por Meryl Streep y Shirley MacLaine, plasmó en parte los encuentros y desencuentros con su madre. El monólogo Wishful Drinking de Fisher también buceó y sacó a la luz, en forma humorística, pasajes de su vida familiar.
Por otro lado, Reynolds protagonizó el filme These Old Broads (2001), con guión de Fisher, y ambas fueron protagonistas del documental Bright Lights (2016). Una de sus últimas apariciones conjuntas fue en los premios del Sindicato de Actores (SAG) de 2015 cuando Reynolds recibió el galardón honorífico de manos de Fisher.
En un diálogo hilarante entre madre e hija, Reynolds recordó con sarcasmo que en Singin' in the Rain llevó un “maravilloso” moño y que por ello le recomendó a Fisher que tuviera cuidado con cualquier “extraño peinado” en la película Star Wars, un filme en el que sus rodetes acabarían siendo una seña de identidad de la princesa Leia.
De cualquier manera, el legado artístico de Reynolds-Fisher tendrá continuidad en su familia, ya que Billie Lourd, la hija de Carrie Fisher, también ha comenzado su prometedora carrera como actriz en la serie Scream Queens e incluso tuvo un pequeño papel en Star Wars: El Despertar de la Fuerza (2015) .