El nuevo filme de la estrella estadounidense, coescrito por los hermanos Coen, tuvo su estreno mundial antes de la esperada aparición en la alfombra roja del actor y su mujer, la abogada Amal, que acaban de ser padres de mellizos.
Suburbicon, la sexta película de Clooney como director, es el nombre de un barrio residencial idílico con pulcros jardines traseros donde niños pecosos no sueltan sus guantes de béisbol.
Los armarios de las cocinas están llenos de paquetes de cereales, y hay un Chevrolet o un Oldsmobile en la entrada de cada casa.
Pero este universo familiar, en plena época de prosperidad, oculta una historia de segregación racial y usura mafiosa que sirve de telón de fondo para una trama salpicada de sangre.
El protagonista, Gardener Lodge, y su familia se encontrarán, literalmente, con veneno en sus bocadillos de mermelada y en la mantequilla de cacahuete.
Lodge, interpretado por un Matt Damon más corpulento que de costumbre, vive con su mujer Rose, la hermana de esta, Margaret, y su hijo Nicky.
Lodge tiene problemas financieros, Rose lo culpa del accidente que la dejó en silla de ruedas y Margaret envidia la vida de su hermana. Pero, dejando a un lado esas tensiones, nada permite imaginar el horrible caos provocado por un atraco chapucero en el que dos gánsteres matan a Rose.
El mundo de Gardener se desmorona completamente tras una serie de situaciones causadas, como suele ser habitual con los hermanos Coen, por una mezcla de lujuria, avaricia y estupidez, vistos a través de la mirada del pequeño Nicky.
Entretanto, los Meyer, una familia afroamericana, se ha instalado en la casa de al lado. Nicky está emocionado por tener un nuevo amigo, el hijo de los Meyer, Andy, pero el resto de la ciudad no es tan acogedor como él.
La madre de Andy, Daisy, comprueba que no es bien recibida en la tienda local y, pronto, los Meyer se encuentran sitiados en su propia casa, con cientos de manifestantes que intentan expulsarlos del barrio.
Clooney aseguró que quería desmontar la visión idealizada de una época de la historia estadounidense que se suele presentar, sobre todo en Hollywood, como una edad de oro llena de prosperidad y esperanza.
“Podías encontrar un buen trabajo, vivir en un bonito barrio y fundar una familia, siempre y cuando fueras blanco”, dijo el director de 56 años, en declaraciones publicadas por los productores de la película.
“Lo divertido es desmontar esa fachada de perfecta vida doméstica y ver lo horrible que pueden ser las cosas”, añadió.
Clooney se inspiró de la historia real de los Meyer, la primera familia negra que se instaló en Levittown, en el estado de Pensilvania, en 1957.
Como se ve en la película, en su primera noche en el barrio, tenían a 500 personas en su jardín, banderas confederadas en su casa y cruces ardiendo cerca de su casa.
“Cuando uno ve una película que trata sobre la raza y la intolerancia en los años cincuenta o sesenta, casi siempre pasa en el sur”, reflexionó Clooney. “Estamos acostumbrados a gente con el acento del sur, utilizando ese tipo de lenguaje, pero para alguien de Kentucky como yo, merece la pena preguntarse si esas personas no son los chivos expiatorios de gente de Pensilvania y Nueva York”.
“A menudo la intolerancia es (...) ofensiva para la audiencia actual, pero la verdad es que no hace tanto tiempo que esto ocurrió”, zanjó.