Cinco momentos de Jason Statham

Un recuento de algunos memorables momentos del actor británico en el cine, anticipando su nueva película “Parker”.

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Si bien no hemos visto a Jason Statham exhibir un rango demasiado amplio de personajes en su carrera -generalmente es algún tipo de criminal o algún tipo de justiciero, a veces ambas cosas- ni ostenta una filmografía demasiado variada, el hombre es una presencia imponente y es casi siempre garantía de buena acción gracias a su excelente estado físico y habilidades atléticas.

Ya que desde este viernes volveremos a ver a Statham en cines de Paraguay con “Parker”, me pareció oportuno recordar algunos de los mejores momentos del actor británico en sus películas... y por mejores momentos me refiero a algunas de sus escenas de acción más espectaculares o sus momentos más memorables por alguna razón u otra.

No pude resistirme a poner esta escena en la lista porque, aunque no es un momento de acción ni artes marciales, califica como memorable por el simple hecho de que vemos al generalmente impasible y estoico Statham divirtiéndose y haciendo reír.

“Mean Machine” es una comedia deportiva británica que recrea el argumento del clásico estadounidense “The Longest Yard”, un film protagonizado por Burt Reynolds en el que los reos de una prisión compiten en un encuentro de fútbol americano con los guardias. “Mean Machine”, protagonizada por Vinnie Jones, cambia el fútbol americano por el fútbol como lo conocemos en el resto del mundo, y pone a Statham en el papel de Monk, uno de los reclusos más violentos y temidos, que es elegido como el arquero de los reos.

Si alguna vez se preguntó si Statham sabe bailar, le recomiendo que vea este vídeo en el que provoca a los delanteros rivales con curiosos pasos de baile... y lo paga caro.

Aunque tuvo papeles importantes en films exitosos como “Lock, Stock and Two Smoking Barrels” (1998) y “Snatch” (2000), el film que lanzó a Statham a la fama definitiva fue “El Transportador”, una película de acción producida por el influyente Luc Besson que ponía a Statham en la piel de un “transportador” que lleva cualquier cosa a cualquier lugar -generalmente para mafiosos o demás personajes similares- por el precio correcto.

En la película, Frank Martin (Statham) rompe una de sus reglas (no mirar dentro del paquete que transporta) y acaba debiendo proteger a una joven china de las mismas personas que lo contrataron y que ahora lo quieren muerto.

Aunque la película cuenta con varias escenas de acción muy buenas, finalmente me decidí por esta pelea hacia el final de la película, en la que Statham pelea con un gran grupo de matones en un taller de automotores, haciendo creativo uso de barriles de aceite para motor y los pedales de una bicicleta, entre otras cosas.

El regreso de Frank Martin, lógicamente, viene también con numerosas persecuciones imposibles y vistosas escenas de artes marciales, pero la que se lleva los premios sin duda es el momento en que el “transportador” vuelve a encontrarse ante un grupo de matones en un garaje.

La diferencia es que en esta ocasión sus enemigos están armados con hachas, espadas y todo tipo de utensilios peligrosos, aunque para Frank Martin esto evidentemente no es una complicación muy grande.

Gracias a un buen ojo para la acción del director francés Louis Leterrier y el excelente estado físico de Statham, el resultado es una espectacular secuencia en la que Martin despacha con creatividad a sus rivales, empleando casi todo lo que hay a su alrededor en el proceso, incluyendo una manguera.

Antes que nada debo advertirles que la escena que seleccioné es literalmente la última de la película, y si aún no la han visto y desean hacerlo, quizá deberían saltarse el siguiente par de párrafos.

“Demente” es la palabra más adecuada para describir a “Crank”, un alocado y vertiginoso film de acción en el que Statham encarna a Chev Chelios, un hombre al que inoculan un veneno que lo matará a menos que logre mantener la adrenalina en su cuerpo en niveles altos. Lo que sigue es un sinfín enloquecido y surreal de peleas, tiroteos, persecuciones y actividades sexuales realizadas en público -entre muchas otras cosas- filmadas en un estilo casi experimental por el dúo de realizadores Neveldine/Taylor.

El colmo del surrealismo y la espectacularidad llega en la escena final, en la que Chelios se cuelga a un helicóptero que vuela sobre la ciudad de Los Ángeles. ¿Le parece que esas tomas de Statham aferrado al helicóptero mientras intenta atrapar a su pasajero son inusualmente convincente? Eso es porque la escena realmente se filmó en un helicóptero a cientos de metros sobre Los Ángeles, con Statham auténticamente colgando de un arnés a una altura mortal.

La “remake” del director Paul W.S. Anderson del film de 1975 “Death Race 2000” ponía a Statham en la piel de Jensen Ames, un piloto de carreras injustamente encarcelado que es reclutado por la sádica alcaide de la prisión (Joan Allen) para competir en las carreras a muerte entre presos que organiza para transmitir al mundo y lucrar con las suscripciones.

Las carreras incluyen automóviles de todo tipo armados con ametralladoras y trampas defensivas que se activan pasando sobre plataformas diseminadas a lo largo de la pista, como una versión extremadamente sangrienta de los juegos “Mario Kart”.

El momento más memorable del film viene en la segunda carrera, cuando la alcaide revela una sorpresa: gigantesco camión armado con artillería, lanzallamas y varias otras cosas peligrosas. La amenaza obliga a Ames y a otro piloto a trabajar juntos y usar el terreno para sobrevivir, y lo hacen de manera impactante.

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