Dick Cheney “tuvo un papel extraordinariamente central durante estas últimas décadas en Estados Unidos y en situaciones políticas mundiales”, dijo Bale, nominado al Óscar al mejor actor por este personaje, al presentar la semana pasada en conferencia de prensa en la Berlinale la película El Vicepresidente de Adam McKay.
“A pesar de que pudo haber conducido a esta era, es completamente diferente a Trump en el sentido de que Cheney siempre fue muy malo en la campaña y no le gustaba nada. Mientras que a Trump parece ser que es lo único que le gusta”, dijo a los periodistas.
“Cheney entendió el poder del silencio. No podemos decir eso de Trump. Le gustaba saber que el verdadero poder es estar en las sombras y trabajar de esta manera”, explicó.
Bale, quien ganó más de 20 kilogramos para interpretar a Cheney, dijo que era incapaz de imaginarse haciendo el esfuerzo necesario para encarnar al actual ocupante de la Casa Blanca porque encuentra a su personaje poco interesante.
“Creo que habría gente mucho mejor interpretando a Trump. Probablemente hayan visto algunas imitaciones muy buenas de él” , dijo.
El director y guionista de El Vicepresidente, Adam McKay, dijo en diciembre que Cheney no era el tipo que buscaba para hacer este filme biográfico, consagrado al ascenso político del controvertido exvicepresidente que a su juicio “ha cambiado profundamente el curso de la historia de Estados Unidos”.
Según Bale, “en términos de consecuencias reales de las elecciones que hizo, de poder, entre otras, es mucho más poderoso y aterrador que cualquier otro personaje que yo haya estudiado para interpretar”, explicó sobre su encarnación que ha sido ampliamente celebrada por los críticos.
“Una cosa esencial es saber que estarán obsesionados con él (el personaje) durante al menos tres meses”, continuó el actor, irreconocible en la película bajo capas de maquillaje y muy gordo.
Cheney, que encarna la línea dura de los neoconservadores estadounidenses, también fue secretario de Defensa de 1989 a 1993, durante la primera Guerra del Golfo (1991).
Fue criticado por sus afirmaciones sobre la presencia de armas de destrucción masiva en Irak, o por justificar la tortura, a la que llamaba “técnicas mejoradas de interrogación”.
Cheney, de 77 años, también fue sospechoso de conflicto de intereses: cuando se postuló para vicepresidente en 2000, era director ejecutivo de Halliburton, la segunda compañía petrolera más grande del mundo, que se enriqueció gracias a la segunda guerra de Irak, en 2003.