“La animación es como la poesía, el hecho de que la métrica no sea prosa me da posibilidades de jugar una fantasía, de hacer otras cosas, distintas”, afirmó el director.
Metegol es la primera incursión del ganador de un Óscar con El Secreto de sus Ojos (2010) en el mundo de la animación y el 3D, una aventura que el argentino reconoce que “venía ya de tiempo con muchas ganas de hacer. Tampoco sabía que era tan complicado ni que me llevaría tres años de producción y dos de desarrollo”, añade.
“Siento que con las anteriores películas mostré mi mundo cotidiano y en El secreto ya cambié un poquito, conté una historia que no tiene que ver conmigo, porque en El hijo de la novia, Luna de Avellaneda y El mismo amor, la misma lluvia soy yo, en Metegol vuelvo a eso, y lo hice desde un lugar de factura cinematográfica que me hizo mover todos los músculos”.
Metegol es la historia de un niño cuya única hazaña ha sido ganar al futbolín al mejor jugador de fútbol del pueblo, un chaval muy parecido a los grandes ídolos deportivos actuales, ególatra y desconsiderado.
“Es una película para disfrutar desde un lugar de sentimiento puro, dejarse ir, dejarse llevar, emocionarse si cuadra, diseñada para niños, los espectadores van a tener que encontrar al niño dentro de si mismos, si bien hay muchos guiños para adultos, espero entren en el juego”, apunta.
Como el comienzo de la película, una recreación de la escena cumbre de la mítica 2001: Odisea en el Espacio que sirve para que los padres se desternillen en la butaca.
En Metegol, Campanella ha querido mostrar a los más pequeños valores como la solidaridad, la amistad, pero “ in dar escarmientos” y apoyándose en el deporte nacional por excelencia, el fútbol, a pesar de que este argentino no es nada “futbolero”.
El argentino se ríe cuando se apunta el parecido de la estrella de fútbol con el actor francés Vincent Cassel: “si conocieras a Diego Rosmer, que es el productor ejecutivo de la película, verías que es él en realidad”, desvela.
Este verano también probó por primera vez otra sobredosis de adrenalina con Parque Lezama, una obra de teatro que estará “años”, supone el director, en los teatros de Buenos Aires y que no descarta traer a España. “Después de una experiencia de tanta tecnología como Metegol, quería volver a actores y texto nada más y si hay que mover un decorado, usar una polea. Me encantó ver a los tipos pintando cartón -confiesa- fue como una terapia de shock”.
Campanella llevó su película al Festival de Cine de San Sebastián donde, precisamente, “pinchó” con la película del Óscar, que compitió y fue rechazada, Campanella vuelve a reír con ganas. “La película ha tenido su buena revancha después -dice el director, divertido por la pregunta, pero afectado-. La verdad es que no soy indiferente a esas cosas, los festivales son lugares necesarios para hacer conocer la película sobre todo en otros países y se sufre”, reconoce.
De Metegol, le encanta la escena final “y un momento clave que no puedo contar porque desvelaría la trama”. En realidad, desvela, “es cuando el personaje se encuentra a sí mismo, porque esta es la historia de Amadeo”.