“Habría sido genial si hubiese tenido tiempo para ello”, admitió Bird en una entrevista a EFE.
“No habíamos empezado a rodar Tomorrowland, pero George (Clooney) ya había firmado y estábamos muy avanzados en la preproducción. Amo Star Wars y conozco bien a Kathleen Kennedy y George Lucas, pero cada producción tiene sus tiempos y la oportunidad de hacer algo original a gran escala es muy poco habitual”, explicó.
Tomorrowland, que se estrenará en Estados Unidos el próximo viernes, cuenta con un presupuesto de unos 200 millones de dólares.
La cinta propone una historia de fantasía en la que un científico amargado por su pasado (Clooney) y una joven aventurera y optimista (Britt Robertson) se embarcan en una misión para descubrir los secretos de un lugar enigmático situado en otra dimensión.
“Las películas grandes de hoy en día son muy familiares para el público porque son secuelas, 'remakes', 'reboots' o cintas de superhéroes. En ese campo, hay muy pocas ideas originales”, afirmó el cineasta.
“Por eso -explicó- no quise renunciar a este proyecto. No había opción para mí de hacer Star Wars sin desechar esta película. Era un proyecto demasiado especial para hacerlo. Dicho esto, estoy deseando ver lo que ha hecho J.J. Abrams. Estoy convencido de que será genial”.
El guión corre a cargo del propio Bird y Damon Lindelof, escritor y cocreador de la serie Lost.
“Me intrigaba la idea de que el futuro no está escrito y tenemos la oportunidad de moldearlo”, confesó Bird, a quien le atrajo “enormemente” la oportunidad de trabajar con Lindelof, gran amigo suyo, “y jugar con varios géneros al mismo tiempo”.
El reparto del filme incluye al británico Hugh Laurie y a Raffey Cassidy, todo un descubrimiento a sus 12 años.
Tomorrowland, a lo largo de sus 130 minutos, despliega todo un arsenal de efectos visuales que, sin embargo, no logran eclipsar el factor emocional de una película que encierra una oda a la imaginación y el poder de la creación.
“Es más fácil destruir un castillo de arena que crearlo”, reconoció Bird. “En el cine ocurre igual. Es muy duro imaginar cómo será el futuro. Por eso, existen tantas películas donde toman nuestro presente y simplemente lo destruyen”, consideró.
Para conseguir la sensación de autenticidad que requería la historia se apoyó en la figura de Clooney.
“Soy admirador suyo desde hace mucho tiempo. Es alguien que explota en la pantalla. Además, la gente sabe de su integridad y conoce su lucha por causas humanitarias. La película se beneficia de esa imagen suya”, manifestó Bird, que en su cinta anterior, Misión Imposible: Protocolo Fantasma (2011), trabajó con otra gran estrella de Hollywood: Tom Cruise.
“Entienden el medio y saben cómo brillar. Son muy inteligentes en el plató e iluminan la pantalla. Como director, reconoces cuando alguien es especial simplemente viendo su trabajo en el plató”, valoró el realizador, de 57 años. A su juicio, “los dos son fascinantes. No puedes apartar la vista de ellos”.
Lo mismo ocurre con el fastuoso diseño de producción de la película, que contó con la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia (España) entre los escenarios elegidos para el rodaje.
Bird consideró a Santiago Calatrava “un arquitecto y diseñador brillante” y afirmó que “su trabajo, tan avanzado y conectado con la naturaleza y la estructura y esqueletos de seres vivos, parece estar vivo”.
Tom Peitzman, uno de los productores de la cinta, fue quien descubrió la localización en un anuncio y posteriormente se enteró de que nunca antes se había rodado allí un largometraje.
“Acudimos allí y vimos que era perfecto por su escala y su increíble diseño”, apuntó el director, quien reveló las dificultades a la hora de tomar aquella decisión, ya que el estudio Disney consideraba que resultaría muy caro desplazar a todo el equipo. “Pero luchamos por ello, y creo que mereció la pena”, indicó.
Bird, que parecía haberse acostumbrado ya a filmar acción real, confirmó que regresará a la animación con su próximo proyecto, la segunda parte de Los Incréibles. Aunque hay quien dice que Star Wars le sigue esperando en el futuro.