Argentina y Venezuela brillan en los Goya

MADRID. Argentina y Venezuela pusieron ayer la nota latinoamericana en los Premios Goya del cine español, al ganar el galardón al mejor filme de animación y a la mejor película iberoamericana.

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Seis Goya -mejor película, director, guión, actor protagonista (Javier Cámara), actriz revelación (Natalia de Molina) y música (Pat Metheny)- hicieron a la película de Trueba la ganadora de la 28ª edición de estos premios.

Y de cine latinoamericano, la venezolana Azul y no tan rosa, de Miguel Ferrari, ha sido la ganadora en el apartado de mejor película Iberoamericana, frente a La jaula de oro (México), El médico alemán (Wakolda) (Argentina) y Gloria (Chile).

“¡Este es el primer Goya para Venezuela!”, gritó emocionado Ferrari, tras lograr el galardón, acompañado de gran parte del equipo de una película que habla de un tema problemático en gran parte de América Latina: la homosexualidad.

Desde Caracas, el presidente venezolano, Nicolás Maduro, felicitó al elenco del film. “Primera vez que una película venezolana obtiene este premio de la Academia de cine de España. ¡¡Qué viva Venezuela!!!!”, escribió Maduro poco después de conocerse el premio.

También para el cine latinoamericano, aunque en coproducción con España, se fue otro premio de la noche, el de mejor película de animación, que fue para Metegol, del argentino Juan José Campanella.

La primera incursión del director de El secreto de sus ojos en el cine de animación se saldó con el Goya tras haber recibido el reconocimiento de la Academia argentina, además del apoyo total del público que acudió masivamente a las salas.

Se quedó sin Goya Julieta Venegas, que optaba al premio de mejor canción por una composición realizada con el español Emilio Aragón.

En términos generales, además del triunfo de Vivir es fácil con los ojos cerrados, la gala de los Goya se caracterizó por un alto contenido político debido a la ausencia del acto del ministro español de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert.

La mayoría de los actores y cineastas que participaron en la gala criticaron la ausencia de Wert y la política del Gobierno en lo que se refiere al cine.

Uno de los más explícitos fue Javier Bardem, que afirmó: “Nuestro cine está muy por encima de nuestro ministro de anticultura”.

Pero más allá de las críticas y de la política -también contenidas en el discurso del presidente de la Academia de Cine español, Enrique González Macho-, la 28 edición de los Goya estuvo marcada por dos películas, Vivir es fácil con los ojos cerrados y Las brujas de Zagarramurdi, de Álex de la Iglesia.

El realizador vasco y sus brujas se fueron nada menos que con ocho premios Goya, aunque la mayoría eran técnicos, a excepción del conseguido por la veterana Terele Pávez, como mejor actriz secundaria, en su quinta nominación.

Un éxito si se tiene en cuenta que fueron ocho de diez opciones y que en las nominaciones no estaban ni las de mejor película ni mejor director.

La herida, ópera prima de Fernando Franco, consiguió el premio a la mejor interpretación femenina, para Marian Álvarez, y el de mejor dirección novel.

Mientras, Caníbal, de Manuel Martín Cuenca, una de las favoritas de la noche, que partía con ocho nominaciones, solo consiguió una, a la mejor fotografía.

Y la comedia 15 años y un día, de Daniel Sánchez Arévalo, se fue de vacío pese a partir con siete candidaturas, lo mismo que le pasó a 3 bodas de más, de Javier Ruiz Caldera.

Un pequeño filme independiente, Stockholm, consiguió llevarse el premio a mejor actor revelación, para Javier Pereira.

En el apartado de cine europeo, la ganadora fue Amour, del austríaco Michael Haneke, que se impuso a La caza, del danés Thomas Vinterberg; La gran belleza, del italiano Paolo Sorrentino, y a La vida de Adele, del francés Abdellatif Kechiche.

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