La ópera prima de los argentinos Francisco Márquez y Andrea Testa, de 34 y 28 años, respectivamente, fue recibida hoy con aplausos en su estreno en la sección Una cierta mirada del Festival de Cannes, donde fue el último de los filmes que se proyecta en esta edición.
En la Argentina del dictador Jorge Rafael Videla (1976-1981), Francisco Sanctis -interpretado por Diego Velázquez- es un padre de familia de clase media y trabajador de una empresa que le promete perennemente un aumento de salario que nunca llega. Es, en resumidas cuentas, un hombre cualquiera.
Pero un día su pasado se le presenta en forma de misión secreta, como si se tratase de una película de espías, y deberá tomar la trascendente decisión sobre si continuar su vida sin complicaciones o implicarse en una tarea que le puede acarrear grandes riesgos.
La cámara se dedica a seguir a Sanctis a través de esa larga noche en la que no solo recorrerá la ciudad sino que regresará a los valores de su juventud. El filme parte de la adaptación de la novela homónima del escritor argentino Humberto Constantini, publicada en 1984.
“Es una película que intenta problematizar sobre un sector muy amplio que en Argentina se conoce como la mayoría silenciosa, que con su silencio y su pasividad permitió que se consolidase el proceso militar”, señala Márquez en una entrevista con Efe.
Por eso, la cuestión que quiere plantear el filme es “qué hacemos cada uno de nosotros para transformar una realidad con la que no estamos conformes”, señala el cineasta, al tiempo que insiste sobre la idea del compromiso y sobre cómo cada uno se asume como sujeto político. Sin embargo, puntualiza la codirectora Testa, no querían juzgar al personaje ni la decisión que este termina tomando.
La dictadura es el telón de fondo sobre el que se desarrolla la cinta, que tiene la cualidad de no mostrarla directamente sino de forma soterrada, con la intención más de que el espectador la experimente en sus carnes que de que la vea.
En el deambular de Francisco Sanctis por las calles se puede respirar la opresión de la dictadura, aun si no se enseñan sus desmanes y abusos. Todo un reto para dos directores que ni habían nacido en aquel entonces.
“Tras una proyección en Argentina vino una persona, muy emocionada, que había vivido aquella época y nos dijo: 'Yo conozco esos pasos en el silencio de la noche'. Para nosotros eso fue fuertísimo. No la hemos vivido, pero hemos logrado transmitir algo”, señala Márquez. Testa, por su parte, explica que su pretensión era “hacer una mezcla entre película de género con línea narrativa fuerte y una película más de autor, donde la atmósfera sea ese conflicto interno del personaje”.
La referencia evidente, y reconocida por Márquez y Testa, es el gran Alfred Hitchcock, el hombre que quizá mejor supo contar las historias del hombre ordinario envuelto en una situación extraordinaria.
En la senda “hitchockiana”, La larga noche de Francisco Sanctis maneja el suspense hasta el último segundo de la película, dejando al espectador en el borde de la butaca. Y lo de cine de autor, puntualiza Testa para que no haya dudas, “no es por embellecer la narrativa, sino por invitar al espectador a relacionarse de otra manera con la película”.