“Vivo mi vida mirando al pasado, como escribiendo una autobiografía”, pronuncia Angelina Jolie en un momento de ‘María’, en una frase que resume perfectamente el film, que repasa las luces y sombras de la célebre cantante de ópera en sus últimos años de vida en el París de los 70 y aporta un relato más íntimo de la mujer que se escondía tras la leyenda.
En algunas escenas, la soprano prefiere que le llamen por su nombre de pila, ‘María’, y otras por su apodo, ‘La Callas’, pero “María no tenía espacio para ella en un mundo en el que todos amaban a ‘La Callas’”, dice Jolie en una entrevista con otros medios internacionales.
Jolie reconoce haberse sentido identificada con la cantante greco-estadounidense durante la preparación del personaje.
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“Quizás nuestra mayor cosa en común, y creo que no es privado compartirlo, es la soledad. Pensé que ambas nos habíamos quedado solas y sentido solas muchas veces, y creo que es por eso que me hubiera gustado ser su amiga”, expresó la oscarizada actriz.
Un proceso terapéutico
Jolie tuvo que aprender a cantar ópera, al usar su propia voz en la película (aunque mezclada con grabaciones de la soprano), un proceso que califica de terapéutico, porque le ayudó a encontrar su propia voz, deshacerse de traumas de su pasado y a liberar su cuerpo.
“No sabía cómo cantar y llorar al mismo tiempo. Era un problema porque empezaba a llorar y mi garganta se cerraba”, describe la actriz.
Asimismo, admite que su mejor profesora durante el proceso fue la propia Callas y que siguió la metodología de aprendizaje que defendía la soprano: comenzar estudiando los aspectos técnicos y musicales y reservar los "sentimientos" y la "humanidad" hasta el último segundo.
Jolie, que también ha dirigido varias películas y documentales, asevera que estuvo muy de acuerdo con la visión de Pablo Larraín, al que agradeció su generosidad por permitirle ser María y además poder expresar sus opiniones sobre el personaje.
“No soy generoso, solo intento ser inteligente”, responde el cineasta chileno, que dice que trabajar con Jolie ha sido una “colaboración bonita y muy divertida” a la vez que difícil, y destaca que la experimentada actriz sabía perfectamente lo que hacía en todo momento y “pillaba rápidamente” sus intenciones.
En este sentido, Larraín alabó la interpretación de la estadounidense en ‘María’ por ser capaz de mantener el peso de dos horas de película, saliendo en cada escena y teniendo la cámara muy cerca de ella; y al mismo tiempo preservar el “elemento de misterio” que rodea a la figura de María Callas y que tanto le cautivó a la hora de hacer la cinta.
Una metapelícula
‘María’ es una metapelícula en sí misma. Como en una ópera, también se divide en varios actos y un epílogo, y aprovecha los delirios -y no solo de grandeza- de la soprano con el sedante Mandrax, para contar la atormentada vida de ‘La Callas’ a través de una entrevista con un periodista apodado por el nombre del medicamento.
Larraín es de los que piensan que hay belleza en lo desconocido y concibió ‘María’ como una película que necesita de los espectadores para completar las piezas del puzle: “Hay algunas películas que lo cuentan todo y yo intento escapar de eso. Intento confiar en la inteligencia y la sensibilidad de la audiencia”.
La cinta, que se presentó esta semana en el Festival de Cine de Londres (LFF) tras su éxito en Venecia, supone también el cierre de la trilogía de historias de mujeres de Larraín tras ‘Jackie’ (2016) y ‘Spencer’ (2021) y llegará a las pantallas a comienzos de 2025.
‘María’ roza tangencialmente el relato de la primera pero sin nunca llegar a tocarse, puesto que María Callas y Jackie Kennedy compartieron su amor por el mismo hombre: el magnate griego Aristóteles Onassis, al que la película retrata como uno de los principales culpables de la decadencia de la soprano.