Y asegura, en una entrevista con EFE, que no se siente “nada especial”, a pesar de estar en dos de las películas más valoradas del año, como ‘Anatomía de una caída’, de la francesa Justine Triet, flamante ganadora del Globo de Oro a mejor cinta extranjera, y ‘Zona de interés’, impresionante revulsivo antibelicista del británico Jonathan Glacier.
Con 'Anatomía de una caída', un thriller judicial que reposa casi íntegramente en ella, Hüller se llevó la Palma de Oro de Cannes y el Premio del Cine Europeo y aún podría llevarse un Óscar, algo que también podría ocurrir como actriz secundaria por su interpretación de la esposa del comandante nazi Rudolf Höss en la segunda. Ambas películas representan a sus países respectivos (Francia y Reino Unido) como candidatas a mejor película internacional.
En conversación con EFE por videoconferencia, Hüller confiesa que se negó a meterse en el cerebro de una nazi porque le repelía y porque no lo necesitaba: "Necesitaba entender que, obviamente, ella sabía lo que pasaba en el campo de concentración, pero se las arregló para ignorarlo y para hacer su vida mirando para otro lado".
"Lo importante -considera- era que esa persona podría ser cualquiera. Ella sólo se preocupa por su riqueza, su ego, sus posesiones. Creo que incluso sus hijos son sólo otra cosa en su vida que podía poseer. Ese fue el esfuerzo que había que hacer para entenderla y transmitir que no habría modo de apartarla de allí".
Aprendí en esa película, dice la actriz, "que estas personas no eran robots, ni animales. Glacier nos está diciendo que cualquiera de nosotros podría ser un monstruo; en realidad -se lamenta Hüller- creo ya lo somos, porque miramos hacia otro lado todos los días".
Basada en una novela del británico Martin Amis del mismo título, la película cuenta el día a día de esta familia nazi, Rudolph (Christian Friedel), su esposa Hedwig (Hüller) y sus cinco hijos, que viven en una residencia con jardín y piscina a escasos metros de los hornos crematorios, a espaldas de los muros de Auswichtz, en Polonia.
Allí mismo, donde ocurrieron los hechos -porque todo esto ocurrió- Glacier montó un decorado y escondió las cámaras, de manera que los actores nunca sabían cuándo estaba rodando. El guion, apunta Hüller, "no era muy obvio" ya que "no se ve lo que hay detrás del muro, nadie habla de la violencia, de la guerra".
"El modo en el que encajamos los horrores del mundo, las guerras, el terror, es algo que hacemos a diario; quizá el muro no está junto a nuestro jardín, pero puede estar en la siguiente frontera", advierte. "Sí, lo veo como una fuerte advertencia para todos", resume.
Por eso, añade, 'Zona de interés' "también es una película sobre la elección y las decisiones que tomamos".
"Mientras hacía este trabajo sentí que convertirse en esta persona, convertirse en fascista, no es algo que simplemente te sucede, que te levantas por la mañana y sientes que es así. Es algo que eliges, eliges que no te importen los demás, eliges ponerte tu primero y convencerte de eres mejor que nadie. También es una forma de pensar profundamente capitalista", resuelve.
Formada en teatro berlinés de finales de los 90, empezó sus clases a los 18 años. Antes de los 30 ya había ganado el Oso de Plata en el Festival de Berlín por su papel de muchacha poseída en 'Requiem' (2006).
Hüller, que ya lleva más de una decena de premios en esta temporada, entre ellos su segundo Premio Europeo del Cine como mejor actriz por 'Anatomía de una caída' (el anterior, en 2016, fue por 'Toni Erdman'), afirma que esa no fue la razón por la que eligió esta profesión.
"Cuando me invitaron por mi primera película, ni siquiera sabía lo que era la Berlinale (...) No se trataba de eso, se trataba de actuar y, cuando a la gente le gusta, es genial. Mi vida -reflexiona Hüller- ha sido una especie de exploración, un experimento, un aprendizaje sobre la naturaleza humana, algo que me sirve para averiguar por qué hacemos lo que hacemos todos los días: Eso sí que me interesa".