La activista trans, conocida por su trabajo en favor de la comunidad LGBT, afirmó en entrevista que las instituciones gubernamentales propician que este sector de la población quede vulnerable y sea objeto de prejuicios y discriminación.
“México ocupa el segundo lugar en transfeminicidios y eso es la consecuencia a un sistema donde colocan a las mujeres trans en espacios de vulnerabilidad y es por ello que está interseccional el consumo de sustancias, el VIH, el encarcelamiento, la falta de accesibilidad a la salud y a la educación”, dijo.
Cuevas charló con EFE tras el estreno en México de un documental que registra cómo pasó de ser una sexoservidora a una defensora de los derechos humanos a partir del transfeminicidio de su amiga Paola Buenrostro, en septiembre de 2016.
Su historia encarna las violencias que viven las mujeres trans: una familia que la abandonó desde pequeña por su expresión de género femenina, un trabajo como sexoservidora por el que contrajo VIH y que la llevó a la cárcel, en donde los reclusos la violaban y vendían.
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Para Cuevas, el transfeminicidio tiene raíces en el abandono institucional que no permite que las personas trans accedan a educación, salud, vivienda, trabajo y, en algunos casos, a la justicia.
“La comunidad trans necesita salud, educación, vivienda, trabajo, identidad”, sentenció.
La activista también afirmó que “no nos dan trabajo porque 80 % de las mujeres trans no tienen ni siquiera la primaria, las empresas requieren un perfil académico y aunque la empresa sea muy pro-derechos humanos y muy pro-LGBT va a contratar a alguien que sirva y funciona”.
Añadió que la expectativa de vida de las mujeres trans es de 35 años no solo por abuso de sustancias, el trabajo sexual y el peligro al que están expuestas, sino porque también carecen de servicios sanitarios para atender enfermedades crónico degenerativas u hormonas para su transición de género.
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“La institucionalidad, los procesos administrativos, la burocracia fueron formados por hombres y para hombres, ni siquiera las mujeres tenían posibilidad, mucho menos las personas trans que estamos generando una cultura de respeto”, declaró.
UN CRIMEN DE ODIO LE CAMBIÓ LA VIDA
El asesinato de Paola Buenrostro frente a sus ojos cambió la vida de Kenya Cuevas y la llevó por un camino en el que comprendió su propia historia y la de miles de mujeres trans en México.
La activista aprendió de leyes para defender a Buenrostro y a otras mujeres trans que han muerto en estos años, además de asesorar a esta comunidad en los trámites para legalizar su identidad y que tengan trabajo y acceso a servicios básicos.
En ese intento fundó la “Casa de las muñecas tiresias” y la Casa Hogar Paola Buenrostro, el primer albergue para este sector de la población, y en donde encabeza un grupo dedicado a la reinserción social y laboral además de acompañamiento a víctimas.
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UN DOCUMENTAL SOBRE LA VIDA TRANS
Su trabajo está plasmado en el documental “Kenya”, dirigido por la mexicana Gisela Delgadillo, quien filmó el día a día de Cuevas para exponer las violencias y la discriminación que enfrentan las mujeres trans.
“Ellas cargan muchísima violencia en sus historias de vida, historias de rechazo que les suelen doler mucho. La vida en la calle, el trabajo sexual, el consumo, ese modo de vivir ya lo traen en el ADN es lo único que conocen porque la sociedad no les ha permitido estar en otros espacios”, dijo la directora.
La labor de Cuevas logró que en 2022 un juez diera la primera sentencia con perspectiva de género por el transfeminicidio de Naomi Nicole, asesinada dos años antes en Ciudad de México.
“Hemos estado abriendo una brecha, a través de la institucionalidad”, comentó. “Los derechos no son negociables y también se rescatan, tenemos que rescatar lo que se nos ha arrebatado”, concluyó.