“Boreal” ofrece un viaje silencioso e inmersivo al agreste Chaco

La película paraguaya “Boreal” llegó el pasado jueves a los cines, proponiendo un viaje visual y sonoro al Chaco paraguayo a través de la experiencia laboral de tres personajes muy distintos entre sí. La ópera prima de Federico Adorno invita a reflexionar, pero también a apreciar los imponentes paisajes naturales de la región occidental.

Mateo Giménez en una escena de "Boreal", donde resulta ser toda una revelación interpretando al joven Benjamín.
Mateo Giménez en una escena de "Boreal", donde resulta ser toda una revelación interpretando al joven Benjamín.

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“Boreal” es una película que, por la forma en que se desarrolla, merece ser vista en la gran pantalla y con el sistema de sonido adecuado. La experiencia que propone Federico Adorno pasa mucho por lo visual y lo auditivo, más allá de contar una historia acerca de las extremas condiciones que deben soportar tres trabajadores contratados para montar un alambrado.

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Ya al inicio de la película, una nube de polvo se levanta en la pantalla con el andar de la camioneta que transporta a Benjamín (Mateo Giménez), César (Amado Cardozo) y Genaro (Fabio Chamorro) a su nuevo lugar de trabajo: el monte chaqueño. Contratados por un jefe menonita, deben montar unos alambrados en un terreno completamente agreste.

Los días pasan entre el calor, los insectos y las fogatas. Genaro recurre a la caña para evadir esta realidad, así como un oscuro pasado. Benjamín, por su parte, representa la rebeldía del joven que ya no quiere trabajar en estas condiciones. En tanto, César es la cabeza responsable de este equipo y el que responde ante el jefe por los demás trabajadores.

“Boreal” ofrece en la pantalla una fotografía exquisita, con una muy cuidada composición de los planos. Los personajes hablan solamente lo necesario y el sonido está dominado por el ambiente, los insectos, el crepitar del fuego, la motosierra, etc.

Detalle de uno de los planos de "Boreal", donde la imagen ofrece un juego con el reflejo del agua.
Detalle de uno de los planos de "Boreal", donde la imagen ofrece un juego con el reflejo del agua.

Las actuaciones resultan muy convincentes y es palpable el sacrificio que llevaron a cabo los intérpretes, así como el equipo técnico, para rodar en las extremas condiciones del Chaco. “Boreal” es una película que nos debe interpelar tanto desde el aspecto de los derechos humanos, como desde la importancia de valorar y conservar estos paisajes naturales.

El ritmo de la película contribuye a esta invitación a reflexionar, a bajar un cambio y a pensar en otras realidades que se dan más allá de nuestro entorno.

El estilo de “Boreal” podría enmarcarse con el de otras producciones nacionales como “Hamaca Paraguaya”, de Paz Encina o “La última tierra”, de Pablo Lamar. Películas que apuestan a un cine de calidad y que explora las posibilidades del lenguaje cinematográfico desde lo visual y lo sonoro.

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