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La película paraguaya “Boreal” llega a los cines este jueves 23, acompañada por una cosecha de varios reconocimientos internacionales y una historia marcada por los imponentes paisajes del Chaco. Es el primer largometraje de Federico Adorno, quien anteriormente se había destacado con cortometrajes como “La estancia” (2014) e “Isla Alta” (2011).
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En su recorrido por festivales, que empezó hace un año en Punta del Este (Uruguay), “Boreal” cosechó varios reconocimientos como el de Mejor Película en el 26° Festival Internacional Florianópolis Audiovisual (FAM), de Brasil; y cuatro premios en el Seattle Latino Film Festival, de Estados Unidos, incluyendo el de Mejor Película.
La trama presenta a Benjamín (Mateo Giménez), un joven que tiene problemas para adaptarse al trabajo de las alambradas. Espera por días al jefe menonita pero la espera es muy larga. Los otros trabajadores, César (Amado Cardozo) y Genaro (Fabio Chamorro), empiezan a sentir que el Chaco paraguayo se pone raro y cansador.
Según el director Federico Adorno, el público encontrará con esta película “una experiencia diferente”. “Estamos tratando de mostrar un poco lo que es la vida en el Chaco, esa dificultad, esa desesperación, esa desolación que tiene la naturaleza chaqueña y creo que con eso uno se sumerge en ese mundo”, afirmó.
Detalló que “Boreal” tuvo un presupuesto aproximado de 400.000 dólares, al cual se llegó con apoyo del Fondo Ibermedia, apoyos locales y también fondos de México y de Suiza. También recordó el legado de la cineasta paraguaya Renate Costa, quien trabajó en la producción de la película hasta poco antes de su fallecimiento en 2020.
“Es mi primera película, pero quisiera seguir estudiando y hacer otra película ¿por qué no?”, afirmó Mateo Giménez, con respecto a su experiencia en “Boreal”. El joven, que interpreta a Benjamín, pertenece a una familia de actores y llegó al casting invitado por la compañera de elenco de su hermana, ya que cumplía con los requisitos físicos para el papel.
La agreste naturaleza del Chaco
Recordó que el rodaje duró casi un mes, con jornadas de 12 horas y durante 6 días a la semana, en condiciones de mucho calor e insectos. “Teníamos un lugar para quedarnos, pero muchas veces era difícil ir hasta el lugar y había que llevar todo el equipo, eran como siete camiones, los cocineros, todo. Entonces un día nos íbamos a grabar y armábamos nuestro campamento, desayunábamos, almorzábamos y luego seguíamos”, comentó.
Para Mateo una de las escenas que más le costó rodar fue un primer plano en el que tenía la cámara frente a su rostro y las luces atraían distintos insectos. “Venía un insecto, no sabías qué era pero uno tenía que seguir grabando”, relató.
Amado Cardozo y Fabio Chamorro también coincidieron en que las condiciones extremas del Chaco les ayudaron a reflejar en pantalla la desolación y el cansancio de sus personajes. “Fuimos como dos veces a explorar el campo, mirar donde se va a hacer la película pero una vez que entrás para hacer ya es diferente porque está el monte, las espinas, de todo un poco”, expresó Cardozo.
Por su parte, Chamorro comentó que una de las escenas que más le costó fue una en la que debían abrirse camino con el machete, en medio de algunas tunas y les hincaban las espinas. “Siempre estábamos expectantes por el tema de las víboras, inclusive nos decían que habían yaguaretés e inclusive vimos huellas. Hay muchas anécdotas sobre eso”, detalló.
El actor también subrayó la importancia de “vernos y escucharnos en el cine”, por lo que invitó al público a visibilizar y apoyar la creatividad de los nuevos directores.