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Resulta curioso que dentro de la aún escasa producción cinematográfica de Paraguay, dos directoras hayan elegido casi al mismo tiempo llevar a la gran pantalla historias vinculadas al desplazamiento de los Ayoreo de sus tierras ancestrales. En “Apenas el sol”, Aramí Ullón, recurrió al lenguaje más tradicional del cine documental y presentó el trabajo de Mateo Sobode Chiqueno colectando las historias de su comunidad.
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En “EAMI”, Paz Encina sumerge al espectador, desde la ficción, en una especie de trance de sanación para relatar esta cruda historia. Para los Ayoreo Totobiegosode, Eami significa monte y también mundo. Es que hasta hace unas décadas atrás, para la totalidad de esta comunidad indígena el monte era todo lo que conocían del mundo.
También es el nombre de la protagonista (interpretada por las hermanas Guesa y Anel Picanerai), con su voz llorosa comienza a preguntar por su amigo Aócojai y de todo su entorno, tras una invasión de los “coñone”, como denominan los ayoreos a los hombres blancos. Un lagarto, una tortuga, un pájaro también atraviesan este mundo de Eami, del que forman parte los tajamares, los ríos, la vegetación del Chaco, y también el árido suelo.
Con la participación de los actores Martín Oviedo, Verónica Cabañas y Aníbal Ortiz, Encina retrata además el poder que ejercieron los “coñone” sobre los ayoreo tras dicha invasión, obligándolos a usar sus ropas y adoptar su cultura y estilo de vida.
Eami también habla de la muerte y del dolor de perder a un ser querido. Habla de esas ganas de querer retener en la retina los últimos momentos compartidos, pero también de sanar. Es un trance que se lleva a cabo en forma lenta, pero con una fotografía impecable y un cuidado trabajo de sonido que te envuelve en los cantos de los pájaros, en el viento, las melodías de la naturaleza chaqueña y también en el “fuego malo”.
En su anterior largometraje “Ejercicios de memoria”, Paz Encina hizo un gran trabajo disociando la temporalidad de los relatos auditivos con la imagen. Esta vez, estos relatos aparecen mezclados con las visiones de la protagonista y los textos poéticos del guion escrito por Encina, íntegramente hablados en la lengua de los ayoreo.
“EAMI” es una película que, dentro de su belleza, alberga un dolor muy profundo. Nos ayuda además a abrir los ojos a una realidad y a un mal que a todos, como sociedad, nos corresponde ayudar a sanar y evitar que se siga abriendo.