Con su interpretación de Michel Poiccard en “À bout de souffle”, Belmondo representó la figura de un antihéroe provocador y seductor, muy diferente de los estereotipos hollywoodienses en los que se inspiraba el propio Godard.
Belmondo (9 de abril de 1933), sintió pasión por el arte desde niño al provenir de una familia italiana de artistas: su padre, Paul Belmondo, era un importante escultor, autor de gran número de monumentos públicos de París, y su madre era pintora.
En su juventud, poco inclinado en los estudios, descubre su pasión por el deporte, sobre todo el boxeo, donde tendría una corta carrera profesional durante la adolescencia y gracias a la que lograría un físico atlético y una nariz quebrada, que le ayudarían en su carrera cinematográfica.
A los 16 años decidió ser actor y se matriculó en los cursos de arte dramático que impartía Raymond Godard. Debutaría con una gira por los hospitales parisinos con la obra teatral “La bella durmiente del bosque”.
En 1951 ingresó en el Conservatorio de París, al mismo tiempo continuaría representando papeles secundarios en el teatro hasta que Jean-Luc Godard reparó en él y le dio un papel en “Charlotte et son Jules”. Más tarde daría su salto a la fama trabajando con el mismo director con “Al final de la escapada” (1960). A partir de entonces empezó a rodar un gran número de películas, inicialmente con los principales realizadores de la “nouvelle vague”, pero poco a poco pasando al género de la acción y acabó convirtiéndose en el portaestandarte del cine francés.
Trabajó con los mejores realizadores de la época, tanto franceses como italianos, y dio el contrapunto a algunas de las actrices más destacadas del momento, como Sophia Loren, Catherine Deneuve, Annie Girardot, Ursula Andress, Anna Karina o Jean Seberg.
Belmondo supo explotar inteligentemente su aspecto y su físico, -se le conoce como “el feo más guapo” o “el héroe del puñetazo y de la persecución rocambolesca”- y siempre se opuso a que le doblaran en las escenas de riesgo en sus películas.
Partidario de darle al público acción y simpatía, rodó más de noventa películas, de las cuales un buen puñado son hoy clásicos del cine, desde la mencionada “Al final de la escapada” hasta “Pierrot le Fou” y “El animal”.
El gran rival de Belmondo en el ícono del dandy seductor del cine francés fue Alain Delon, con quien trabajó en la cinta de gángsters “Borsalino” (1970). Pese a que Delon gozaba de un atractivo físico mayor que Belmondo, éste supo cautivar al público por su gran simpatía y su autenticidad, diferente a lo que los espectadores estaban acostumbrados dentro del mundo del cine. A partir de los años 80 tuvo menos presencia en el cine y trabajó sobre todo en el teatro.
En 1989 recibe el “César” del mejor actor por su personaje en “Itinéraire d’un enfant gâté” (Itinerario de un niño consentido). Desde entonces, a principios del 2000, problemas de salud le obligaron a retirarse del cine y de los focos, exceptuando su participación en la película “Un homme et son chien” (Un hombre y superro) de Francis Husterde (2009).
Una de las últimas ocasiones en las que apareció en público fue en 2016 para recoger el “León de Oro de Honor” en el Festival de Venecia, a pesar de sus problemas de salud. Allí, aseguró que solo mira hacia delante. “No pienso jamás en el pasado. Adelante, adelante, adelante”, afirmó Belmondo, con gran dignidad y una enorme sonrisa frente a sus seguidores.