“Lo que más teme Norman es a sí mismo, a quién es de verdad”, aseguró Álvarez en una entrevista con Efe.
Con 10 millones de dólares de presupuesto, No respires recaudó 158 millones en taquilla y cosechó también el aplauso de la crítica.
Sayagues y Álvarez dan ahora continuación a esa escalofriante historia con No respires 2, que se estrena este viernes en los cines de EE.UU.
Aunque ambos son de nuevo coguionistas, la diferencia ahora es que Sayagues debuta en esta película como director y reemplaza así a Álvarez, que fue el realizador de la primera.
Con Stephen Lang una vez más como el espeluznante Norman, No respires 2 aborda temas como la justicia o la venganza a partir del ataque a la casa del ciego por parte de un nuevo grupo de asaltantes.
PREGUNTA: ¿Por qué este proyecto era el ideal para estrenarse como director?
Rodo Sayagues: Bueno, las cosas se dan en la vida como se dan, vienen como vienen, y uno agarra las oportunidades o no.
¿Era el proyecto ideal? No lo sé y nunca lo sabré.
Pero era el que vino. Y en buena hora porque era un proyecto que creé con Fede, que conocemos muy bien, que es muy personal, que es muy nuestro. Sí se sentía que tenía sentido que yo me zambullera a dirigirla.
No sé si es la película perfecta para mí porque venía con muchos desafíos, pero sí me sentí muy cómodo y estoy muy agradecido de que se haya dado de esta forma.
En esta película, Norman se refiere a sí mismo como “un monstruo”. Al mismo tiempo, también vemos una parte de humanidad en él. ¿Cómo ha evolucionado este personaje de la primera cinta a la segunda?
Fede Álvarez: El ejercicio de la primera película era presentar a un personaje que la gente ve como el bueno al principio, que sientes mucha empatía por él porque está en una situación muy complicada.
Es el personaje que tiene el desafío más grande de todos: es ciego, le vienen a robar y además ha tenido una tragedia muy grande en su vida. ¿Con qué energía va a pelear?
Entonces, llevamos a la audiencia desde ese lugar hasta revelar quién era realmente, las atrocidades de las que era capaz y los secretos que tenía.
Él era muy bueno en justificarse. Es un personaje que casi logra convencerte de que tiene derecho a hacer lo que está haciendo, y de que lo que está haciendo es traer justicia al mundo. La ceguera era por un tema de analogía con la justicia más que por otra cosa.
Obviamente, hace cosas imperdonables. Nosotros empujamos al público hasta el límite.
Pero él se salió con la suya en la primera película: sobrevivió y no pagó ningún precio (...). Lo que más teme es a sí mismo, a quién es de verdad.
Una persona que se salió en la suya tras cometer crímenes, ¿duerme de noche? ¿Está en paz consigo mismo? ¿Piensa que se hizo justicia?
Por eso le pusimos en un plano más protagonista aquí: siendo solo antagonista no íbamos a saber las respuestas a esas preguntas.
Decidimos eso para poder descubrir si Norman va a animarse a ver quién es en realidad, a perder esa ceguera moral.
También, como todas estas historias, esta película es un cuento con una zona moral de grises donde lo que a nosotros nos interesa ver es qué hay que hacer con personajes así, con estos monstruos que han hecho cosas en su momento más bajo.
Si un día están ya con un pie en la tumba e intentan que se les perdone, ¿qué hay que hacer? ¿Hay que demostrarles compasión o hay que escupir en su tumba? (sonríe)
La oscuridad y el silencio eran clave en la primera película. ¿Cómo llevaron estos elementos del terror un poco más allá en esta secuela?
Rodo Sayagues: Todos esos recursos, que le van muy bien al terror, son una parte fundamental de esta saga.
En la primera, Fede exploró las ideas de apagar todas las luces, la oscuridad absoluta y cómo eso le favorecía a Norman.
Pero en la segunda intentamos de arranque no repetir lo mismo porque ya estaba hecho y preferimos explorar otro tipo de posibilidades con la misma dinámica.
Encontramos otras cosas. No apagamos las luces, pero sí enceguecimos a los demás personajes con escenas de acción y de pelea que ocurren en lugares donde no pueden ver nada y tienen que recurrir a otros sentidos.
Así entran en el mundo del ciego, en la dimensión del ciego, donde los ojos dejan de ser tus aliados.