“Nuestra sociedad ha construido una negación de la muerte”, defendió el mexicano en una entrevista con Efe.
García Bernal está acompañado por Vicky Krieps, Rufus Sewell y Thomasin McKenzie en el coral elenco de “Tiempo”, que aterriza este viernes en los cines de Estados Unidos (el estreno en Paraguay está previsto para el 29 de julio) bajo la dirección del realizador de “El sexto sentido” (1999).
Querido y detestado a partes iguales por los fans de la gran pantalla, Shyamalan lleva a los personajes de "Tiempo", que se alojan en un resort de lujo, hasta una playa privada de postal.
Pero pronto se darán cuenta de que ahí sus vidas no se miden en años sino en horas.
Los misterios sin aparente explicación y los giros constantes de guion, con un final muy del estilo de Shyamalan, dominan esta adaptación al cine de la novela gráfica "Castillo de arena" ("Sandcastle" de Pierre Oscar Lévy y Frederik Peeters), en la que García Bernal es un padre de familia con la lógica como faro pero con muchos asuntos personales por resolver.
- Has trabajado con cineastas como Cuarón, Iñárritu o Almodóvar. Después de rodar esta película con Shyamalan, ¿cree que él también está entre los mejores directores del mundo?
- Ah, mira... Pues definitivamente, Shyamalan ha sido uno de los pilares del cine moderno de Estados Unidos.
De repente surgió esta voz joven, singular, propia y con un manejo del lenguaje cinematográfico que pudo transmutar el género de los superhéroes y armar thrillers metafísicos interesantes. Lo hizo sin caer en lo estridente o lo operístico de una película de terror, pero sí teniendo todos estos ingredientes que generaban una búsqueda y una pregunta abierta.
Sus películas que más me gustan son "El protegido" (2000), "El bosque" (2004) y "La joven del agua" (2006). Me fascina cómo están realizadas, son alucinantes. Todo eso me interesaba de trabajar con él.
Y ahora que además existe una luz fuerte de las historias de superhéroes, Shyamalan ha logrado hacer películas acerca de superhéroes muy humanos, tangibles y cuyos poderes son descubiertos por ellos mismos. No es tanto esa locura de que si Superman ya puede volar alrededor del mundo pues no va morir nunca. No es vulnerable.
En cambio, los personajes de Shyamalan siempre tienen esa interesante vulnerabilidad y él juega con eso desde un lugar muy 'brechtiano': es un acercamiento con artificios que genera un universo que puede ser real.
- Su personaje en “Tiempo” es muy racional y cerebral. ¿Cómo se desenvuelve en un entorno en el que nada responde a las leyes de la lógica y la naturaleza?
- Qué buena pregunta... Creo que el proceso creativo de la película tiene que ver mucho con partir desde unas limitaciones.
Si uno hace el ejercicio de elaborar un espacio donde todo es posible y a ese espacio le va poniendo limites, empieza a surgir una creatividad. Y además dices: "Le uno a esta imposibilidad el peor personaje que puede estar aquí, que es un personaje increíblemente racional" (sonríe).
Este es un lugar en el que no existe la lógica más grande que tenemos, que es el tiempo.
Desde nuestro primer recuerdo de existencia, el tiempo es un común denominador de todos los seres humanos. Es un punto de partida para hablar de cualquier cosa. Es imposible hablar atemporalmente y es imposible pensar atemporalmente porque somos seres existenciales: estamos constantemente pensando en lo que vamos a hacer, en hacia dónde vamos, esa gran pregunta.
Cuando todo eso se trastoca, se pierde un orden y el tiempo transcurre de otra forma, directamente no se entiende nada y eso es lo que le pasa a este personaje. Parte del atractivo de "Tiempo" es ver cómo estos personajes resuelven esa problemática.
- Además del tiempo, en la película también está la reflexión sobre la muerte como algo que aparece no a lo lejos sino a la vuelta de la esquina. ¿Es más inteligente pensar la muerte como parte de la vida en lugar de como un tabú o algo al margen?
- Absolutamente sí, categóricamente sí.
Cuando reflexionamos un poquito en torno a la muerte, nos damos cuenta de cómo nuestra sociedad occidental, capitalista, neoliberal y de tradición judeocristiana ha construido una especie de negación de la muerte, nos ha alejado muchísimo de la experiencia de la muerte.
Evidentemente, uno se siente más vivo cuando está más cerca de la muerte.
Ahí creo que la espiritualidad es la que puede ayudarnos: la espiritualidad que ejercemos, la que buscamos, la que encontramos al investigar, no la que nos imponen.
Es un proceso muy interesante para lograr empatar la vida y la muerte, que están completamente de la mano y que ambas son igual de repentinas.