No hay escenas de sexo ni altas dosis de droga o música electrónica, elementos habituales y explícitos del también autor de Clímax (2018), Irreversible (2002) o Love (2015). Este último trabajo muestra la rutina diaria y el ocaso de una pareja mayor, ella enferma de alzhéimer y él delicado del corazón.
"Probablemente sea mi película más cercana a la vida real. No está basada en mi historia personal, pero he visto esta situación a través de mis abuelos, mi madre y muchas personas cercanas", contó a un grupo de medios internacionales, incluido EFE.
Concentran la carga narrativa Dario Argento, conocido director, productor y guionista italiano; la actriz francesa Françoise Lebrun y el también francés Alex Lutz, que encarna al hijo del matrimonio protagonista.
"He hecho muchas películas con chicas jóvenes atractivas. Es momento de ocuparse ahora de viejos atractivos", bromeó sobre este cambio de registro, que ubica en el apartamento de la pareja el grueso de la trama y en los pequeños detalles el efecto devastador de la progresiva pérdida de memoria de la mujer.
Su propia madre tuvo un problema similar y falleció hace ahora ocho años. "Uno de los momentos favoritos de mi vida fue cuando murió estando entre mis brazos", dijo sobre la intensidad de esa despedida un director acostumbrado a sorprender con sus declaraciones.
Noé (Buenos Aires, 1963) se ha ganado película tras película ser tachado de ‘enfant terrible’ del cine francés, pero no se siente cómodo con esa etiqueta: “Ni soy un niño, ni soy malo”, señaló el mismo día en que Vortex fue proyectado en la nueva sección, no competitiva, Cannes Première.
Pese a lo que pueda parecer, nunca hace las cosas para provocar, recalcó. "La gente a veces es muy cerrada. Llaman provocadoras a las películas porque son muy cuadriculados, pero no significa que lo sean".
El guión de esta última cinta tenía solo diez páginas y "ni un solo diálogo". Lo escribió el pasado febrero, se rodó entre abril y mayo y consiguió llegar a tiempo para esta 74 edición de Cannes, pospuesta de mayo a julio debido a la pandemia.
“No he dormido en cinco meses. No quiero estrenar mis películas en otros festivales. Cannes es mi favorito y me da igual cualquier sección”, dijo un habitual del certamen francés, al que acudió por última vez en 2019 con Lux Aeterna.
"Este proyecto es uno más íntimo, más personal, más profundo, que con una cierta ilusión de calma, pero el fuego de Gaspar está presente", afirmó Lutz, contento con la "sencillez" de una película en la que la pantalla está dividida en todo momento en dos, poniendo el foco individual en cada personaje.
Lebrun, que ha trabajado con grandes de la cinematografía gala como André Techiné o Arnaud Desplechin, confesó haberse entregado a sus órdenes "abandonando todas las ideas preconcebidas, todas las cosas que creía saber sobre el cine", dejándose llevar.
Noé no disfrutó el rodaje, pero sí su resultado: "Rodar en un espacio tan pequeño como el apartamento, todos juntos, todo el equipo con mascarillas por la covid, fue claustrofóbico. Cuando acabé fue como salir de un submarino".
Vortex es más un retrato del día a día que una reflexión con mensaje sobre la decadencia vital. Un momento al que el director dice no tenerle miedo: “Solo espero no sufrir mucho cuando muera”, concluyó la víspera de la clausura de Cannes, inaugurado el día 7.