“¿Cómo puedes ser blasfemo hablando de cosas que ocurrieron, incluso aunque fueran en el siglo XVII?”, se preguntaba en rueda de prensa Verhoeven que precisó que “casi todo es verdad”, con algunos cambios para que funcionara como película.
"No puedes cambiar la historia, las cosas que pasaron. En este caso es estúpido llamarme blasfemo", dijo el director de manera rotunda.
Lo que cuenta Benedetta es la historia de Benedetta Carlini (Virginie Efira), que entra de niña como monja en un convento en Pescia, en la Toscana en el siglo XVII. Mientras asegura hacer milagros, poco a poco va dejando relucir su talento manipulador, y comienza una relación sexual con una novicia (Daphne Patakia) ante la sospechas de la abadesa (Charlotte Rampling).
Una historia real recogida por el libro de Judith C. Brown, Sor Benedetta, entre santa y lesbiana, que llegó a manos de Verhoeven, que se vio sorprendido por lo que había pasado en aquella época, en una atmósfera de religión católica, cuando el lesbianismo estaba prohibido y ni siquiera pasaba por la mente de la mayoría de los hombres.
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"En esa época muchos pensaban que era imposible", explicó el realizador, que se interesó en la historia para mostrar dónde estamos ahora respecto a aquel momento. "Hemos hecho muchos progresos y hay grandes diferencias entre entonces y hoy, por eso hice la película", agregó.
Una película que juega con la polémica -Verhoeven es un experto con eso- en las escenas sexuales, protagonizadas por una estatuilla de una virgen modificada, y en los sueños de la protagonista con un Jesús al que considera su marido.
El proyecto fue complicado porque la historia tiene muchos niveles: religioso, político, judicial, sexual...pero todo lo que cuenta está en el libro, que se centra principalmente en el interrogatorio de las dos monjas, Benedetta y Bartolomea.
Un texto muy detallado hasta en la parte sexual, lo que permitió elaborar un guion bastante preciso, a cargo de Verhoeven y de David Birke, con el que ya trabajó en Elle (2016), el último filme del director, también presentado en Cannes y que causó una mayor polémica con su historia de violaciones.
Estamos en una época en la que la revolución sexual de los años setenta ha desaparecido, reflexionó el cineasta, responsable de títulos como Bajos instintos (1992) o Showgirls (1995).
"En mi opinión, reintroducir el puritanismo es un error", afirmó, el director.
La protagonista del filme, la francesa Virginie Efira, compartió esta opinión y aseguró que el rodaje de las escenas sexuales fue muy natural. "Paul sabe filmarlas bien, es uno de los directores que mejor sabe hacerlo", afirmó.
Efira se deshizo en elogios hacia el director y su forma de trabajar. "Lo que fue maravilloso con Paul fue la confianza absoluta en el trabajo del otro, en las propuestas que le podíamos hacer".
En sus planteamientos hay una gran profundidad, precisó. "Lo que encuentro maravilloso y elegante es que hay un velo de ligereza para luego contar cosas extremadamente profundas".
Patakia destacó por su parte que cuando leyó por primera vez el guion se dio cuenta de que no había "ni una sola escena normal, siempre había algún elemento desestabilizador".
“Estaba todo muy claro desde el comienzo, hasta las escenas de amor, que podrían dar miedo, incluso esas, de las que me habló en nuestra primer encuentro en el casting, me explicó cómo se rodarían, me sentí muy cómoda”, precisó la actriz.