“No habrá comentarios oficiales sobre el lanzamiento de la nueva película Borat 2. Simplemente lo ignoramos”, dijo a Efe un representante del Ministerio de Relaciones Exteriores de Kazajistán.
El día 23 la plataforma Amazon Prime lanzará, justo antes de las elecciones presidenciales de EE.UU., la nueva entrega del filme, titulado Borat Subsequent Moviefilm: Delivery of Prodigious Bribe to American Regime for Make Benefit Once Glorious Nation of Kazakhstan.
El humorista británico Sacha Baron Cohen, a sus 48 años, volverá a interpretar su satírico personaje de Borat Sagdiyev, un periodista kazajo, misógino y racista que desató la polémica allá donde estrenó el filme original, rodado en forma de falso documental.
Al emitirse en Amazon Prime, el Ministerio de Cultura de Kazajistán no puede prohibir la película.
Mientras las autoridades kazajas pretenden permanecer en silencio, en las redes sociales la secuela ha causado una ola de indignación después de la publicación del avance de la cinta, donde algunos usuarios se quejan de la “apropiación cultural” de Borat y su secuela y destacan que los kazajos son amables y hospitalarios.
Los internautas más activos han creado una petición en internet para instar a Amazon Prime a que no emita la película y que se boicotee el filme. También exigen una disculpa de Baron Cohen.
La mayoría de los jóvenes que han firmado la petición (por ahora más de 100.000) se quejan de que el filme no refleja la realidad de Kazajistán y crea una idea errónea de los kazajos.
El fin de semana pasado, un policía de Nueva York de origen kazajo organizó una protesta pacífica porque considera que “las personas que hicieron esta película no respetan nuestra nación, nuestra cultura, nuestra historia”, según dijo a Efe vía redes sociales.
Sostiene que la película “creó un estigma hacia los kazajos” y que los kazajos son “mucho mejores que Borat”.
El politólogo kazajo Eduard Poletáev dijo a Efe que el silencio del Gobierno kazajo tiene su lógica, porque cuanto más ruido se haga, más interés despertará la película.
Eso sí, recomienda a los cineastas que no utilicen un país específico para sus sátiras, sino que recurran en todo caso a nombres inexistentes con el sufijo “´-stán”.