Asunción Rock City

Los Rock and Roll All Stars incendiaron con gran música la noche de lluvia en la nueva capital del rock.

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No estaban James Hetfield, de Metallica, ni Vince Neil, de Mötley Crüe, como se esperaba tras el primer anuncio. Tampoco el astro de la televisión estadounidense, Charlie Sheen, estuvo allí para presentarlos. Así como no se pudo concretar la participación de la mexicana Molotov, anunciada después como telonera.

Pero nada pareció importar cuando pisaron el escenario del Jockey Club Paraguayo, en la noche del Personal Rock Festival, los talentosos íconos del rock Gene Simmons, de Kiss; los ex Guns N’ Roses Matt Sorum, Gilby Clarke y Duff McKagan; así como Sebastian Bach (Skid Row), Mike Inez (Alice in Chains), Steve Stevens (músico de Billy Idol), Joe Elliott (Def Leppard), Glenn Hughes (Deep Purple y Black Sabbath), Ed Roland (Collective Soul) y Billy Duffy (The Cult).

Asunción es la nueva capital de la música en Latinoamérica, un destino para los artistas de talla mundial que comienza a perfilarse como obligatorio en las agendas de los más grandes, tal y como son Buenos Aires, São Paulo, Río de Janeiro o Santiago, entre otras “mecas” de los eventos musicales más importantes.

En poco más de un año Paraguay tuvo una cantidad de multitudinarios conciertos de nivel internacional que antes hubiera resultado impensable. Limp Bizkit, Deftones, Shakira, Ricky Martin, Guns N’ Roses, Megadeth, Aerosmith, Black Eyed Peas, Sabina y Serrat, y el mismísimo Sir Paul McCartney son solo algunos de los nombres que aparecieron seguidos de “en Paraguay” en los medios y en las publicidades, y dieron conciertos que quedarán en el recuerdo.

Pero lo de la noche del jueves y la madrugada del viernes fue algo especial. Por primera vez un grupo de tan enorme magnitud elegía a Paraguay no solo como un punto más en su gira, sino como nada menos que la piedra angular, la plataforma de lanzamiento, el punto de partida.

Hace unos meses explotaba una bomba atómica en la escena musical local al confirmarse la venida de los Rock N’Roll All Stars, un inédito grupo formado por aclamados integrantes y exintegrantes de algunas de las bandas más emblemáticas de la historia del rock, todo bajo la batuta del ex Guns N’ Roses Matt Sorum y el icónico Gene Simmons, el “demonio” de Kiss.

Sebastian Bach (Skid Row), Mike Inez (Alice in Chains), Steve Stevens (músico de Billy Idol), Joe Elliott (Def Leppard), Glenn Hughes (Deep Purple y Black Sabbath), Ed Roland (Collective Soul), Billy Duffy (The Cult) y los ex Guns N' Roses Gilby Clarke y Duff McKagan eran la conformación de la banda, junto a los ya mencionados Sorum y Simmons. Además, se anunciaba que traían consigo a invitados especiales de la talla de James Hetfield, cantante de Metallica, y el actor Charlie Sheen.

Primero cayó lo de Hetfield, y luego, a último momento –un día antes del show–, lo de Sheen, bañando de polémica al esperado concierto, que además corría con la desventaja de tener que compartir semana con el recital de McCartney. Por si esto fuera poco, horas antes del evento se producía una importante tormenta sobre la capital paraguaya que parecía amenazar la realización del evento. Las cosas se alineaban en contra de los All Stars. Pero al final el agua dejó de caer del cielo, y las estrellas se dejaron ver.

De a poco –muy de a poco, en un principio– los fans fueron colmando el hipódromo del Jockey Club en el que se levantaba un imponente escenario (aunque, digámoslo, se esperaba un mayor despliegue). La música se abriría camino y en poco tiempo todo lo que había pasado perdería importancia ante lo que se produciría en el escenario.

A las 19:30, puntualmente de acuerdo a lo programado y ante un Jockey Club aún bastante ligero en asistencia, comenzó a tocar el primero de los grupos teloneros, la novel agrupación paraguaya Día D.

Con una presentación de media hora con baladas de rock como “Vos”, “Hora de escapar” y “No quiero”, el grupo paraguayo hacía una declaración que hizo entrar en calor a los rockeros que llegaron temprano al Jockey. “¡No importa si no vino el comediante, acá vinimos a escuchar Rock N’ Roll!”, gritó el frontman.

A diferencia de lo que suele verse con los primeros grupos teloneros de festivales como el que nos ocupa, esta vez toda la parafernalia audiovisual –pantallas gigantes, luces, humo– acompañó a Día D, dando ya desde el principio un marco de espectacularidad que era aún más acentuado gracias al excelente sonido.

El rock barrial argentino de La Mancha de Rolando comenzó a sonar hacia las 20:10, ante una audiencia mucho más amplia que se iba sumando durante el show.

Los de Avellaneda empezaron a calentar la fría noche y arrancaron palmas al público con éxitos como “Calavera”, “Carolina”, “Chino” o “Arde la ciudad”, además de hacer corear al público un cover del clásico de La Renga “El Revelde”.

Luego de aclarar que “esto no es Molotov” –en alusión a la banda mexicana que originalmente fue anunciada como parte del Personal Rock Festival, pero que al final no participo del mismo y fue reemplazada por esta banda–, los argentinos comenzaron a repasar algunos de sus mayores éxitos ante un Jockey Club ya casi lleno, y con una buena dosis de punk.

“Hay una bomba en el colegio”, “Western”, “El Cielo puede esperar”, el cover de “Soy rebelde”, “Arrancacorazones” y varios otros celebrados temas –incluyendo un cover del clásico de The Clash “I fought the law”– formaron parte del repertorio de los argentinos, que arrancaba los primeros pogos de la noche.

Los familiares riffs de uno de los temas de hard rock más populares de todos los tiempos, el inevitable “Welcome to the Jungle” de Guns 'N Roses, sonaron repentinamente en la oscuridad del Jockey Club, luego de que las luces del escenario se apagaran. Eran puntualmente las 23:00, y se desataba el delirio mientras la naciente música era contestada con un estruendo de emoción por parte de las miles de personas que desafiaban el frío y la aparentemente inminente lluvia.

“You know where you are?”, gritaba la voz de Sebastian Bach, mientras Matt Sorum (en la batería), el guitarrista de Billy Idol Steve Stevens, el bajista Mike Inez, de Alice in Chains; y el guitarrista Duff McKagan –también ex Guns– comenzaban a mostrar lo que podía lograr la inédita unión de talentos que son los All Stars.

El hipódromo del rock –que hace seis meses reunía a Axl Rose junto a la actual conformación de su banda–, directamente explotaba de euforia.

El gigantesco “pogo” que marcó los compases iniciales de la canción fue como una liberación de las ansias del público que vociferaba a todo pulmón el tema que meses antes había escuchado en vivo de la boca del propio Axl Rose, a quien Bach reemplazaba de manera más que satisfactoria, echando mano tanto de su talento vocal como de su gran carisma en el escenario. El artista no dudó en ensayar su guaraní saludando con un “¿Mba'éichapa?” (“¿Cómo están?”) y varias otras frases en el idioma oficial paraguayo, aunque con una pronunciación que impedía comprender el mensaje.

Pero como la noche era para escuchar rock and roll, el público enloqueció con cada frase, y la excitación crecía cuando Gilby Clarke –el tercer ex Guns del grupo– se sumaba a sus compañeros para una potente versión de “It's so easy”, que evidenciaba que el carismático de Stevens estaba inspirado. El guitarrista fue uno de los artistas más destacados de la noche, y se hizo sentir con fuerza en casi cada una de las canciones que retumbaron en el hipódromo.

Siguió, siempre con Bach en el micrófono, un cover de “Whole lotta love”, de Led Zeppelin con el que apareció en el escenario el guitarrista Billy Duffy, de la banda inglesa The Cult, para colaborar con la música que seguía ganando en fuerza. Tras esta canción Bach cedió el protagonismo de la noche a Glenn Hughes, el aclamado vocalista británico que militara en legendarios conjuntos como Deep Purple y Black Sabbath.

El talentoso Hughes abrió su sección con la canción de Deep Purple “Highway Star”, un frenético contraste con la última canción, mientras exhibía que su voz sigue siendo la de siempre, igual de poderosa. De nuevo la canción era una oportunidad para el lucimiento de Steve Stevens que el guitarrista no desaprovechó, entregando un imponente solo.

El cantante británico interpretó a continuación “Fire woman”, de The Cult, tras una estelar introducción de Duffy en guitarra, y siguió cubriendo al grupo inglés con “Wild flower”; Hughes impresionaba en las vocales y Duffy hacía lo propio en la guitarra, y el público alucinaba.

La próxima canción, el clásico de Deep Purple “Burn”, fue cantada en dúo por Bach y Hughes, que fusionaban a la perfección sus años de experiencia en el espectáculo con sus gran talento; ambos sabían exactamente cuándo vociferar uno que otro “¡Paraguay!” para mantener al público en el delirio absoluto. Stevens hacía magia con sus solos de guitarra, mientras la letra de “Burn” sonaba a dos voces en el Jockey, cuyo público no tenía alternativa mejor que un absoluto disfrute.

Luego era el turno de Ed Roland, de Collective Soul, de sumarse. Este, junto a Hughes, interpretó “Man in the box”, de Alice in Chains, con un inspirado Duffy como apoyo principal. Posteriormente Roland tomaría la posta y arrancaría al público masivos coros, convirtiendo al Jockey Club en un mar de brazos en alto al interpretar el clásico de Collective Soul, “Shine”, una versión llena de energía con la que el cantante no se quedó quieto en el escenario durante un solo minuto.

Tras una lluvia de aplausos, Steve Stevens volvía a tomar el protagonismo con un impresionante solo de lo que resultó ser el clásico de Billy Idol, “Rebel Yell”. Mientras el público gritaba el coro de esta canción comenzaba a llover en el Jockey Club, pero lejos de amedrentar al público, la importante precipitación pareció convertir a la noche en algo incluso más épico. El volumen de los coros no descendió en lo más mínimo, y la euforia iba incluso en aumento.

Joe Elliot, de Def Leppard, subía al escenario para “Tie your mother down”, una poderosa y movida versión del clásico de Queen; el Jockey era ya una fiesta desenfrenada. Seguirían echando leña al fuego los celebrados e intensamente coreados temas de los Leppard “Animal” y “Pour some sugar on me”, siempre acompañados por las miles voces de los fans. La noche, así, se volvía una sucesión de momentos perfectos e impredecibles.

Elliot lideró después una emotiva versión de “All the young dudes”, de la banda británica Mott the Hopple. El artista pidió al público que canten con los artistas y hagan “mucho ruido”. Los fans, por supuesto, obedecieron fielmente, entonando a viva voz el coro de la canción de la mano de Elliot; mientras Bach y Hughes aparecían con una bandera de Paraguay. Los fans que no iluminaban con sus celulares, levantaban las manos en celebración.

“Paraguay: Thank you very much!”, se escuchaba desde el escenario. Y el Paraguay rockero del Jockey todavía pedía más.

Los tres ex Guns de la banda, Sorum, Clarke y McKagan, se reunieron en el escenario para interpretar una emocionante e intimista versión del clásico de Bob Dylan, “Knockin' on Heaven's Door”. McKagan ponía música con una guitarra acústica, Clarke la voz y Sorum apoyaba marcando el ritmo con una pandereta.

El clima musical, como la lluvia de minutos atrás, empapaba de emoción a cada uno de los presentes.

Bach se hizo luego del micrófono para homenajear de nuevo a Guns 'N Roses con una vibrante versión de “Paradise City”, al que le siguió un gigantesco “pogo”.

Finalmente llegaba el momento de que el hombre detrás del show hiciera su aparición, y cuando lo hizo, tenía en brazos su icónico bajo en forma de hacha. Sin maquillaje, Gene Simmons – “por primera vez en Paraguay”, lo presentaron– saltaba al escenario mientras el público lo recibía con un enérgico “Olé, olé, olé”, que el propio artista acompañó con su característica voz.

“Rohayhu, Paraguay!” (“Los quiero, Paraguay!”), respondía Simmons al afecto guaraní.

Stevens, Duffy, McKagan y Simmons, tocando uno al lado del otro, parecían un pelotón de fusilamiento cuando interpretaban la canción de Kiss, “Deuce”.

Seguirían “Calling Dr. Love” y “I love it loud”; en esta última cada “loud” era más fuerte que el anterior, mientras en el escenario nublado por humo el demonio en la niebla, el demonio del rock, conducía a los ciudadanos de lo que acababa de bautizar como “Asunción Rock City” en el coro.

“Este verano salimos de gira, ¡vamos a venir a Paraguay!”, anunció el frontman y vocalista de esa gigante banda de hard rock de nombre Kiss, que –según palabras del mismo músico– pisará nuestro país en su próxima gira.

A dúo con Bach, Simmons interpretó luego “Cold Gin” y finalmente los Rock N’ Roll All Stars cerraban la apoteósica noche con la ineludible y celebrada “Rock 'N Roll All Nite”, uno de los más representativos temas de Kiss, que todo el Jockey entonaba como una sola voz.

“Paraguay (…). Perfecto. ¡Muchas gracias!”, se despedía el legendario músico de un Jockey colmado de rock, mientras abrazaba a sus compañeros, en señal de despedida.

Eran las 1:05 cuando los integrantes de la inédita y por demás frenética banda de aventuras de rock despedían desde el escenario a un público extasiado, agradecido y a la espera de que este capítulo en la historia del “Asunción Rock City” –al decir del mismo Simmons– ya nunca termine.

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