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VENECIA (AFP). “Lo que convierte al arte en algo especial es el hecho de que resiste a todo tipo de mentalidad cerrada”, explicó el director artístico de la bienal del 2019, el crítico y ensayista estadounidense Ralph Rugoff.
Bajo el lema “Ojalá vivas en tiempos interesantes”, la edición de este año, que se clausurará al 24 de noviembre, tiene como objetivo describir el mundo de hoy “sin caer en la trampa del mercado”, advirtió el presidente de la Bienal, Paolo Baratta.
Los organizadores explicaron que ese título es una expresión en inglés que durante mucho tiempo se atribuyó erróneamente a una antigua maldición china que evocaba períodos de incertidumbre, crisis y desórdenes, es decir “tiempos interesantes” como los actuales.
En total 79 artistas han sido invitados por Rugoff -director de la Hayward Gallery de Londres, entre los espacios más innovadores del arte contemporáneo-, quien pidió dos obras diferentes: una para la histórica zona de Jardines y otra para el Arsenal, los inmensos y sugestivos espacios del astillero veneciano.
El mayor acontecimiento mundial de las artes plásticas este año estará marcado también por la presencia de más mujeres que hombres, de más artistas provenientes de América y Asia que de Europa y de artistas trans. “Se necesitan obras que tengan claves de lectura diferentes para que entren en contacto con el gran público”, reconoció Rugoff, quien quiere generar interrogantes, cuestionar este tiempo de “fake news”, de emotividad sobre la razón, de posverdad, explicó.
Fiel a ese principio, la Bienal decidió premiar con el León de Oro a la carrera al escultor, ensayista y poeta estadounidense Jimmie Durham por su arte crítico y a la vez ingenioso, “divertido y profundamente humanista”, recalcaron. A los 79 años, Durham, de origen cherokee, es conocido por su trabajo político. Sus esculturas, instalaciones, montajes y falsos artefactos resultan una aguda denuncia de las potencias coloniales.
En la lista de artistas seleccionados por Rugoff resaltan personalidades conocidas también por la temática política y social, como la mexicana Teresa Margolles. Su obra conceptual, un muro de 12 metros de Ciudad Juárez con los agujeros de las balas con las que fueron asesinados varios adolescentes, impacta tanto como aquella presentada en la bienal de hace 10 años, con sus mantas fabricadas con sangre, su dolor por la muerte y disgusto por la violencia.
Los múltiples puntos de vista, las nuevas lecturas de objetos, las imágenes creativas, la fotografía y videoinstalaciones, pero también la pintura, están garantizadas a través de artistas reconocidos como la francesa Dominque González-Foerster, la alemana Rosemarie Trockel, el libanés Lawrence Abu Hamdam, el estadounidense George Condo, el vietnamita Danh Vo.
También la función social del arte, desde generar placer hasta pensamientos críticos, con las instalaciones textiles de la china Xiuzhen Yin con un Caballo de Troya realizado con ropa usada o la tocante exposición de los restos del barco que se hundió con 800 migrantes en 2015 en el Mediterráneo, ideada por el suizo Cristoph Buchel.
La única bienal del mundo con pabellones nacionales, cuenta este año con nada menos que 90. Entre los países que participan por primera vez se encuentran Ghana, Madagascar, Malasia, Paquistán y República Dominicana, con cinco artistas que se inspiran en lo “caribeño”.
Países como Francia, Alemania, Reino Unido, Estados Unidos, Japón sorprenden con sus propuestas, confirmando el papel de la bienal de importante vitrina para el arte contemporáneo sin sufrir la presión del mercado. También los pabellones de Chile y Argentina han brillado en los últimos años con sus propuestas. Este año la artista visual chilena Voluspa Jarpa participa con un proyecto muy complejo sobre el poder, la hegemonía, las dictaduras, tras 15 años investigando y trabajando con los archivos desclasificados de las CIA.