En un video publicado en su cuenta de Instagram, el irreverente artista que rechaza la comercialización del arte y cuya obra mezcla denuncia política, ironía y poesía, apareció sin mostrar su rostro en Venecia, pocos días después de la apertura el 11 de mayo de la Bienal Internacional de Arte.
Envuelto en un abrigo, la cabeza cubierta por un sombrero de ala ancha, el pintor callejero instaló sus caballetes y sus cuadros cerca al Gran Canal, suscitando la curiosidad de turistas y venecianos. Poco a poco, el desconocido pintor fue colocando una serie de nueve lienzos que juntos forman la imagen de un enorme crucero que atraviesa Venecia y sus mayores monumentos.
Una clara denuncia de la continua llegada de cruceros a la ciudad y al depravador turismo de masas. Inspirándose en el célebre paisajista veneciano Canaletto del siglo XVII, Banksy tituló su obra “Venecia en el aceite”, es decir, navegando sobre el petróleo.
La policía, que ignoraba que estaba ante uno de los artistas más cotizados del mundo, lo obligó a marcharse por no tener permiso para instalar su puesto. El artista aprovechó también para lanzar una puya a los organizadores de la Bienal de Arte de Venecia, dedicada este año irónicamente a “estos tiempos interesantes”, llenos de incertidumbre, crisis y desórdenes.
“El evento artístico más grande y prestigioso del mundo nunca me ha invitado por ningún motivo”, comenta con sorna en su mensaje. El video ha sido visto en pocas horas por más de dos millones de personas y es fácilmente consultable a través de google con las palabras claves Banksy e Instagram.
Además de su original performance, Banksy dejó un grafiti en un muro de un canal veneciano que representa a un niño migrante que agita humo rosado con el que se pide socorro en mar. Como de costumbre, el artista no firmó su obra, pero para los internautas que conocen su trabajo, la identidad es casi cierta, sobre todo después de que cargó el video en Venecia en su blog.
Banksy causó sensación en octubre pasado cuando uno de sus cuadros comenzó a autodestruirse justo después de haber sido subastado por 1,4 millones de dólares (1,2 millones de euros). El artista, cuyas obras siempre tienen un contenido político o social, ha tratado también la causa palestina y el movimiento de los “chalecos amarillos” en Francia.