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El grupo de Folclore Fusión de la OSN rompió apropiadamente el hielo al son de “Polkeando”, haciendo un literal guiño a esta jornada que celebraba a la música instrumental a través del tamiz del folclore. La calurosa tarde se iba tiñendo de más música como “Guarambaré”, “Tape joasa” y “Achuita”, de manos del ya acostumbrado impecable toque de Paula Rodríguez (bajo eléctrico), Giovanni Primerano (piano), Víctor S. Morel (batería) y Omar Valdéz (guitarra eléctrica).
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Seguidamente fue el turno de Ndavaru, una agrupación que viene haciendo un incesante camino de difusión con su exploración. Ellos se atreven a conjugar arpa paraguaya, sintetizadores y sonidos electrónicos, por dar un ejemplo. El grupo está conformado por Blas Flor en arpa, Pablo Medina en batería, Luisiño Bordón en bajo y Rolfi Gómez en piano y teclados.
Lo que resulta de su búsqueda es muy interesante, pues el arpa paraguaya suena mística abrazada a todos estos sonidos. Si bien empezaron homenajeando a la avanzada, encontraron su propio camino en esta estética entre espacial y futurista. En ese marco sonaron temas como “Nostalgias de un maestro” o “Añoranza”, con los que saben crear hipnóticas atmósferas. También estrenaron temas de un futuro EP, que seguirá a su primer álbum “Lamento de la naturaleza” (2020) y tuvieron a Toto Echeverría como invitado para “Kamba’i rasguido”.
Paisajes más íntimos
Entrada la tarde, el evento siguió con un número excelente, el del dúo de guitarristas Che Valle, formado por Orlando Martínez y Martín Ortega. Cada uno tiene un estilo propio a la hora de tocar pero al juntarse dan vida a toda una nueva forma de contar historias a través de sus instrumentos.
El dúo presenta una propuesta más autoral con temas originales de cada uno y en conjunto. De hecho, tienen varios álbumes como carta de presentación. Ambos ya vienen trabajando juntos desde hace años especialmente hacia la triple frontera con Brasil y Argentina.
“El muro”, “Arigato kyre’y”, “Memorias de un paisaje”, “Pu asy”, “Amisturavals”, “Lágrimas de pueblos indígenas”, “Tereré de las 11″, “Ñande valle pe guarã”, “Mbaraka soro”, son las obras que hicieron, mostrando a la gente su amplio mundo compositivo, inspirado mayormente desde sus vivencias personales.
En este mismo tenor llegó luego la pianista Chiara D’Odorico, quien invitó a un viaje aún más íntimo, a acompañarla a ella sola con el piano de cola montado en el escenario. Con una mezcla de carácter y ternura, la paraguaya entregó una actuación llena de matices, a pesar de incluso haber tenido un traspié en una obra.
“Juego de niños”, de Lobito Martínez; “Tres piezas para piano”, de Luis Cáceres Carísimo; “En el Paraná” y “Tavarandu”, de Nancy Luzko; “La fiesta de Baltazar”, de Carlos Lara Bareiro, conformaron un repertorio elegante y caracterizado también por su picardía al tocar. Además, realizó el estreno de la enérgica pieza “Lembranças”, de su amigo el músico Javier Acosta Giangreco, dedicada a ella y en honor a Eladio Pérez González.
De esta delicadeza saltamos a la arrolladora presencia de Juanjo Corbalán Cuarteto, con el arpista que da nombre al grupo que forma con Lara Barreto (saxo), Víctor Álvarez (piano y teclados) y Dani Pavetti (percusión). Esta banda sigue sorprendiendo porque crece en cada presentación.
En su fantástico cruce de folclore con diversos elementos sonoros, el grupo muestra en escena una seguridad y diversión, algo que se contagia hasta la platea. “Ysyry”, “Ñamandú”, “Kyre’y syry”, e incluso un homenaje a Digno García con una versión propia de “Cascada”, y “Fantasías de Pérez”, de Sixto Corbalán, integraron el repertorio elegido para esta ocasión.
En la oportunidad, Juanjo aprovechó para destacar el espacio de la Expo Polka Instrumental, organizada por Síncopa Producciones, asegurando que los músicos necesitan escenarios como este, que se enfoquen también en una específica mirada dentro de la música nacional. “Es importante para los que vienen desarrollando una búsqueda desde la estética del folclore. Es momento de apoyar a todos quienes estamos en ese camino”, dijo, siendo aplaudido por un público que no escatimó en el disfrute.
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Una variedad sin igual
En el amplio abanico de propuestas llegó el turno de MbarakaTrío, el magnífico grupo integrado por tres de los mejores guitarristas de esta generación: José Carlos Cabrera, Favio Rodríguez y Rodrigo Benítez Vargas.
Ellos también, como todos en este festival, vienen construyendo, investigando y aportando desde su lugar. Su propuesta abarca asismismo la música folclórica pero con arreglos especiales para trío de guitarras, pudiendo cada uno aportar su voz propia desde su instrumento.
“Ahendu nde sapukái”, “En el Paraná” o “Renacer”, fueron algunas de las piezas con las que salieron a conquistar a la gente y que forman parte de sus dos álbumes editados.
Con su bandoneón como bandera, ese que le acompaña desde que ella es una niña, salió a escena María Isabel Vera, rodeada por una banda de jóvenes pero muy buenos músicos integrada por Esteban Giménez (violín), Juan Orihuela (guitarra), Brian Halaburda (piano), Víctor Amarilla (bajo) y Josué Dávalos (batería).
Ellos plasmaron con mucha naturalidad y entrega toda la potencia de polcas bien tradicionales como “Chokokue kera yvoty”, “Che trompo arasa”, “Jeroky popo”, “Chiní”, entre otras, rindiendo un tributo a históricos compositores.
En la línea del homenaje a destacados creadores, la jornada cerró con la presentación del Ensamble Palito Miranda, creado para recordar la figura del gran músico, compositor y docente Ángel Miranda, quien justamente fue uno de los principales educadores e impulsores de romper con los moldes y jugarse por trazar nuevas narrativas musicales.
El ensamble subió esta vez con Tato Zilli (bajo), Magno Molinas (piano), Víctor S. Morel (batería), Bruno Muñoz (saxo tenor), Rudi Elías (saxo barítono), Lucero Núñez (saxo alto), Jonathan Piñero (trompeta) e Iván Paredes (trombón), para hacer “Polka Blues”, “Moonlight Serenade” y “Che trompo arasa”.
Algo que atraviesa a todas estas agrupaciones es que detrás de cada propuesta hay una gran investigación y estudio para presentar lo que hacen. Si todos hoy están en un lugar de avanzar, de llegar a nuevos territorios con su música, es porque respetan, admiran y entienden al folclore y la música popular como el punto de partida hacia sus propias historias que, a su vez, serán historias en las que todos podemos vernos reflejados. Ellos son el folclore del hoy y del mañana.