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La publicación de “El alquimista” sale acompañada de otros relatos cuidadosamente seleccionados entre los mejores del escritor estadounidense Howard Phillips Lovecraft (1890 – 1937) quien es, con Edgar Allan Poe, el gran clásico de la literatura del misterio y del terror.
Para este libro fueron seleccionados siete relatos. El volumen se inicia con “El alquimista”, y luego siguen “El clérigo malvado”, “El árbol de la colina”, “El caos reptante”, “El color que cayó del cielo”, “El extraño” y culmina con “El ser bajo la luz de la luna”.
Lovecraft ha logrado construir su propio edificio literario en el género con una arquitectura propia entre lo clásicamente gótico y la ciencia ficción, con lo que creó un efecto que afecta todos los sentidos de quien lo lee.
Alejándose de los entes fantasmagóricos inexplicables, Lovecraft instaló lo que constituirían elementos naturales dentro de lo sobrenatural para conseguir un resultado aún más estremecedor en sus relatos.
Fue un gran innovador del cuento de terror gracias a su singular tratamiento de la narrativa y la atmósfera de sus historias, que acercó el género a la ciencia ficción. Con 16 años escribía una columna de astronomía para el Providence Tribune. De 1908 a 1923 ganaba algo de dinero escribiendo ocasionalmente relatos para revistas de poca tirada, como Weird Tales. Diez años más adelante, su obra empezó a interesar a mucha gente.
Lovecraft sobrecoge con sus largas y detalladas descripciones de lugares, situaciones, ambientes, climas porque a través de ellas crea un suspenso que late “in crescendo” y que va llevando a quien lee la historia, de manera inexorable, hacia una meta a la que el lector quiere y no quiere llegar, en una conjunción de expectativa indescifrable y miedo patético. Y el suspenso descargado desde una simple frase impacta con su pronóstico de terror cercano.
Sus creaturas recorren los sentidos del lector penetrándole e inoculándole a este un sentimiento de desasosiego que lo turba sobremanera.
Lovecraft sabe atrapar con la angustia indecible que generan sus obras, consecuencia casi prodigiosa de su enorme calidad como narrador de un género, el del terror, en el que un escritor no avezado está siempre en el borde de lo absurdamente inverosímil.
Lovecraft recitaba poesía a los dos años, leía a los tres y empezó a escribir a los seis años de edad. Debido a su mala salud, no asistió al colegio hasta los ocho años y lo abandonó después de un año. Fue una persona solitaria que dedicaba su tiempo a la lectura, la astronomía y a cartearse con otros aficionados a la literatura macabra. Gracias a El Lector, su obra llega a los lectores de ABC.