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Branson, de 61 años, está usando su poder, carisma y capacidad de liderazgo para dirigir el cambio global. Dice que la responsabilidad de los líderes es contribuir con la resolución de los grandes problemas mundiales como los relacionados con el cambio climático, las guerras y el desarrollo económico sustentable.
En una entrevista hecha por Florencia Lafuente y difundida por Wobi, explica su teoría sobre por qué es necesario refundar el capitalismo para conseguir los resultados esperados.
Hizo de todo para promocionar sus empresas: se disfrazó de novia, de pirata, de piloto, intentó cruzar el Pacífico en globo, navegar el Atlántico en una lancha a motor, surcar los cielos en caída libre y, recientemente, anunció que viajaría más allá de la atmósfera terrestre en su nueva astronave Launcher One (en la que también viajarán Brad Pitt y Angelina Jolie, entre otros cientos de pasajeros).
Es adorado por sus empleados, reverenciado por los emprendedores, idolatrado como un héroe nacional en Gran Bretaña y envidiado por muchos de sus pares; pero, sobre todo, es un modelo de liderazgo global.
“Hay que tratar a todos como iguales. Ser lo que la gente espera de uno, nunca decepcionar al equipo”, menciona.
Él suele decir que el principal secreto de su éxito es que sólo se embarca en negocios que lo divierten. (Un ejemplo: en 1981 compró la discoteca gay más grande de Londres, Heaven, que sigue siendo la más popular al día de hoy).
El segundo secreto: que ama a las personas, que tiene la suerte de disfrutar de la interacción con la gente, y que no deja que el éxito “se le suba a la cabeza”. Su estilo de liderazgo es franco, directo, sensible.
Branson no cree en dios, dice que fue educado por sus padres para buscar lo mejor en la gente, y sostiene que éste es el atributo más importante que puede tener un gran líder. “Si uno no busca lo mejor en su equipo, es muy difícil que construya un negocio exitoso”, expresa.
Es disléxico. A los 15 años abandonó la secundaria porque se sentía incapaz de seguir el ritmo de estudio. Le costaba entender. “La dislexia me forzó a relacionarme con el mundo de otra forma. Al no ser capaz de analizar los detalles, he podido desarrollar una visión global para las cosas. Aprendí a valorar las voces, las historias, las conversaciones. Aprendí a escuchar”, comenta.
El mundo sobre sus hombros
El CEO de Virgin Group tiene una visión muy clara de lo que quiere, y de lo que desea cambiar. No duda en compartir su poder si eso significa multiplicarlo. Entiende cabalmente que, en la posición en la que se encuentra, su rol es contribuir al bien común y colaborar en la resolución de los grandes retos mundiales. Dice que el hombre creó los problemas, y que el hombre puede resolverlos.
Branson quiere redefinir el capitalismo, transformarlo en una fuerza de bien. Su última iniciativa, Capitalismo 24902 (la medida de la circunferencia de la Tierra), resume su idea de que las empresas deben aliarse con organizaciones, gobiernos y comunidades para modificar el actual escenario de hambre, desigualdad, guerras y destrucción ambiental.
“Capitalismo 24902 se trata de las personas, de que las empresas pongan a los individuos en el centro de todo lo que hacen.” En su libro Screw Business as Usual (, argumenta que las organizaciones deben emprender negocios que hagan el bien, no sólo que generen ganancias.
Pocos líderes como Richard Branson están calificados para asumir el liderazgo de causas globales y lidiar con las necesidades de una economía dinámica, incierta y cambiante. Su historial es tan transparente como sus sueños. Y Branson es un líder versátil; lo ha mencionado varias veces: no se siente atado al pasado, por eso es capaz de reinventarse constantemente.
Fue su madre, Eve, la que lo transformó en el “espíritu independiente” que hoy es. En su libro autobiográfico Losing My Virginity (Perdiendo Mi Virginidad), Branson narra que, a los cinco años, su madre lo dejó en un campo a casi cuatro kilómetros de su casa, únicamente para que encontrara solo el camino de vuelta.
“Cada vez que sufro un revés, siempre me recompongo y vuelvo a probar. Mi madre me enseñó a no mirar atrás con arrepentimiento, sino a pasar al siguiente desafío”, declara.
En 2004, junto con sus empleados, creó la fundación Virgin Unite. El objeto: que su equipo en todo el globo pueda participar a través del voluntariado en la generación de un cambio sustentable, apoyando proyectos de emprendedores que aborden temas sociales y medioambientales complejos.
Un apéndice de esta organización es su iniciativa Carbon War Room, que busca capitalizar ideas radicales de emprendedores para secuestrar carbono de la atmósfera y revertir el proceso de calentamiento global.
Recientemente, Carbon War Room lanzó el desafío Virgin Earth Challenge, que ofrece un premio de US$ 25 millones a quien desarrolle una solución tecnológica económicamente viable para extraer carbono de la atmósfera de manera permanente.
“La batalla contra los gases de efecto invernadero ofrece grandes oportunidades para generar ganancias. Creo que una manera de analizar estos proyectos que apuntan a proteger el clima terrestre es mirarlos como un modelo de negocios, porque la única opción para que todos nos ocupemos del cambio climático es que ganemos dinero con ello”, declaró hace poco en una entrevista con la publicación Spiegel.
Branson es amigo cercano del célebre cantante Peter Grabriel, reconocido también por su militancia en organizaciones de derechos humanos. Hace casi 13 años, durante una charla informal, se les ocurrió reunir a un grupo de líderes mundiales independientes para formar lo que ocho años más tarde se convertiría en la organización The Elders (Los Mayores), una agrupación consejera de la “aldea global” en la lucha por la paz.
En 2001, Gabriel y Branson convencieron a Nelson Mandela de fundarla, y en 2007 la organización se lanzó oficialmente. Hoy, The Elders es presidida por el ex arzobispo de Ciudad del Cabo, Desmond Tutu, y tiene 11 miembros, entre ellos, el ex presidente brasileño Fernando Henrique Cardozo; el expresidente estadounidense y Nobel de la Paz Jimmy Carter.
Así también son miembros la primera ministra de Educación de Mozambique, Graça Machel; Gro Brundtland, la primera Primer Ministro de Noruega y quien colocó la sustentabilidad en la agenda mundial, y Lakhdar Brahimi, exministro de Relaciones Exteriores de Argelia y mediador por la paz en conflictos armados.
En paralelo a esta organización, Branson está creando un grupo de líderes de negocios que diseñen nuevas reglas para operar en el escenario global. Esas reglas deberán juzgarnos no sólo por nuestros resultados trimestrales, sino por una serie de prioridades absolutamente diferentes, como nuestra contribución social, asegura.
“Si una empresa puede convertirse en una fuerza de bien, eso será bueno para los negocios; los empleados se sentirán orgullosos de trabajar en ella y darán mucho más de sí. Los negocios deben tener corazón, una compañía es mucho más que una máquina de hacer dinero”, arguye Branson.
Actualmente, el 100% de los ingresos del negocio aeronáutico de Virgin Group se destinan a inversiones en energía limpia.
La firma ya ha desembolsado más de US$ 3.000 millones en el desarrollo de combustibles alternativos para aviones (entre otros proyectos, está probando transformar en energía la quema de las chimeneas de las fábricas de acero).
“Queremos que la industria de la aviación deje de ser una de las más sucias del planeta para convertirse en la más limpia”, explica.