Musersky fue clave en esta gesta de constancia y superación, contribuyendo a la causa eslava con 31 puntos.
Los brasileños habían entrado dominando el juego con contundencia, pero sin dejarse amilanar, los dirigidos por Vladimir Alenko remontaron un cerrado tercer set, en el que superaron dos puntos de partido, desmoralizando a los subcampeones, y ganando el cuarto y quinto con contundencia.
La pizarra terminó con marcadores de 19-25, 20-25, 29-27, 25-22 y 15-9.
Es el primer oro que gana Rusia, que fueron bronce en Pekín-2008, desde la disolución de la Unión Soviética. Fue campeón en 1964, 1968 y 1980.
Brasil, que disputó su tercera final consecutiva, se quedó con las ganas de unirse al triunfo del bicampeón equipo femenino, que se impuso el sábado a Estados Unidos.
El equipo auriverde tiene dos campeonatos mundiales y nueve Ligas Mundiales, aunque su último papel (sexto lugar, el peor de la historia) había despertado dudas respecto a su desempeño en Londres, donde rápidamente las disipó con la serie de triunfos que la colocaron en la final.
Brasil, que ya había derrotado a Rusia en la fase de grupos, comenzó muy bien posicionado en la cancha, organizados y jugando con cabeza fría, sueltos, tranquilos, con el levantodor Bruninho conduciendo la orquesta magistralmente, intercalando fuerza con técnica.
El protagonista brasileño fue Wallace con 27 puntos, junto con Murillo que se anotó 18. Ambos fueron clave en los primeros sets del efectivo ataque que conseguía espacios entre los altísimos defensores rusos.
Wallace entró como titular por Leandro Vissotto, fuera desde la semifinal por una lesión en un muslo, fue efectivo en el ataque, aunque aún mostró algunas fallas en su servicio.
Lucas también tuvo un saque impecable de fuerza en la primera parte.
En el primer set los chicos de Bernardinho sacaron hasta cinco puntos de ventaja. Los puntos del 20 al 23 fueron de Murillo, en coordinación con Dante, y el del set vino por Wallace con pelota al suelo en la red.
El segundo set lo arrancaron también con marcador abierto con Bruninho bien plantado en las colocaciones a Murillo y Dante que al final remató con fuerza por el medio.
Ya en el tercero comenzó la pesadilla brasileña y la historia tomó un rumbo totalmente inesperado a poco de la consagración.
Musersky comandó la ofensiva y los eslavos comenzaron a remontar, empatando primero en el punto 15 para comenzar un toma y daca con un marcador cerrado en el que terminaron imponiéndose.
En el punto 22 vino un peligroso empate para Brasil, que Wallace controló con mate para el 23, a dos del triunfo. En ese momento, faltando dos para el triunfo, Bernardinho coloca en la cancha al veterano capitán Giba, que entró entre lluvia de aplausos y vítores, antes de que todo se viniera abajo.
Rusia sacó una cara que hasta ahora no había mostrado en el partido y presionó a Brasil, que perdió dos puntos de partido, a ceder el set con un remate de Muserskiy.
Esos últimos puntos y el cuarto set tuvieron más sabor a final, electrizantes, cerrados, dejándolo todo en la cancha. Sólo que Rusia estaba inspirada y enérgica y los errores azotaban a los brasileños, desmoralizados y cediendo ventajas de seis puntos.
Así llegó la decisión, con los rusos ya controlando y los garotos por el piso, anhelando ese juego del comienzo. El último punto tenía que ser del héroe, Muserskiy remató con potencia dejando a los brasileños con las ganas de unirse a las garotas en su celebración por el campeonato.