Cargando...
El Vehículo Aéreo no Tripulado (VANT), comúnmente conocido como dron, tiene muchas aplicaciones y nuestro país empieza a incursionar en la fabricación de los mismos, pero es la primera vez que apuntan a un modelo “clase A” como lo es uno hecho de fibra de carbono.
A excepción del motor, que será importado, todo el dron está siendo hecho en los laboratorios de la Facultad Politécnica de la UNA: el desarrollo del software, las conexiones, los cálculos, el diseño de su estructura, las pruebas. Un vehículo aéreo de esta naturaleza está valuado en al menos 200.000 dólares en caso de ser comprado del extranjero.
La aeronave tendrá cuatro metros de largo y pesará unos 35 kilos. Podrá alcanzar velocidades de hasta 100 kilómetros por hora y alcanzará los 15 mil pies de altura (4,5 kilómetros). Tendrá una autonomía de vuelo de por lo menos de 5 horas, explica el profesor Félix Kanazawa, uno de los docentes involucrados en el proyecto.
El VANT está siendo construido por los estudiantes del último año de Ingeniería Aeronáutica Aníbal Mendoza y Raúl Da Rosa, bajo las directrices del Dr. Oswaldo Barbosa Loureda, docente brasileño con un Máster en Ingeniería Aeroespacial y Doctor en Aeronáutica en el Instituto Tecnológico de Aeronáutica (ITA) de Brasil, y posdoctor en aeroespacial en el Instituto Tecnológico de Israel (Technion), cuya experiencia da un valor agregado al dron en desarrollo.
Un VANT de estas características tiene múltiples usos, principalmente para el monitoreo agropecuario, tomas aéreas de zonas afectadas por fenómenos naturales, entre otros, lo que lo convierte en una herramienta excepcional para el país.
Recientemente se terminaron las pruebas de los controladores, los flaps de las alas del VANT, además de las conexiones eléctricas, sobre un modelo de madera que funciona como base. Una vez terminadas las conexiones se procederá a fabricar el fuselaje o estructura aeronáutica, hecho en material compuesto, es decir en fibra de carbono.
Al ser de fabricación prácticamente artesanal, los costos se reducirán al máximo. Si bien al ser elaborado íntegramente en las instalaciones de la Facultad y empleando recursos propios, no se puede tener un valor final, pero estiman que el vehículo aéreo terminará costando menos de USD 50.000.
“Hay que sacar ese chip de comprar los ‘enlatados’ y apostar a lo nacional. Hay muchas cosas grandes que se pueden hacer. Los estudiantes paraguayos pueden alcanzar cosas grandes”, valoró el profesor Kanazawa.
Estudiantes de esta misma carrera habían terminado el año pasado un inédito proyecto: la réplica de un avión de carga a escala, con una capacidad de carga similar, pero solamente fabricado con palitos de madera, los utilizadas para los tradicionales asaditos.
También de la mano de un especialista brasileño, los estudiantes pudieron concluir un emprendimiento nunca antes visto en nuestro país, ya que además emplearon otros elementos de bajo presupuesto, como hilos de algodón y cinta adhesiva de uso doméstico.