Piedra en el zapato de la producción local

El ingreso de calzados importados a precios irreales, la casi nula oportunidad de capacitación y la falta de una política de promoción de fomento al consumo de calzados nacionales constituyen un conjunto de problemas que atosigan al sector.

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Al menos 500 pequeñas y medianas fábricas de calzados nacionales están distribuidas en todo Paraguay. La mayoría se concentra en Central, en ciudades como San Lorenzo, Lambaré e Itauguá. También están en Carapeguá, Villeta y Ciudad del Este, entre otras ciudades. La mayoría son empresas pequeñas, de carácter familiar; sin embargo, se estima que entre 20.000 y 30.000 personas trabajan directamente en el rubro, cuenta el dirigente de la Cámara de Industriales del Calzado de Paraguay, Vicente Ramírez.

La capacidad de producción a nivel nacional es de unos 3 ó 4 millones de pares al año, estima el calzadista. Esta cantidad cubre entre el 20% y 25% de la demanda a nivel país cada año, que es de entre 15 y 18 millones de pares de zapatos. 

Aunque la demanda pareciera alta, no lo es, porque solamente el año pasado ingresaron al país 25 millones de pares de calzados importados, provenientes sobre todo del continente asiático, y esta situación constituye la principal piedra en los zapatos de los productores nacionales. 

Según explica el presidente de la Cámara de la Industria del Calzado de Paraguay (cicpar), Elder Otazo, es imposible competir con los precios de los calzados importados, porque ingresan a precios irreales, algunos valuados solamente en centavos de dólares, y el impuesto actual en Paraguay es de 35% sobre el monto total de los calzados importados.

Es decir, si un importador trae 1.000 unidades de un calzado cuyo costo en la factura es de 1 dólar la unidad, la mercancía tendría un valor de 1.000 dólares y el impuesto a abonar sería de 350 dólares, con lo que cada par de calzado costaría 1,35 dólares. Probablemente a esto haya que sumar costos de envío y demás transacciones para la importación, pero los precios seguirán muy por debajo de los costos de referencia a nivel nacional.

En países como Argentina y Brasil, explican embos entrevistados, se tomaron precios de referencia nacional que se aplican a todos los calzados importados. Por ejemplo, en Argentina el precio de referencia es 13 dólares, lo que significa que si un par de zapatos importados cuesta 3 dólares en la factura presentada, ese calzado tributará sobre el costo base de 13 dólares. Los mismo ocurre en Brasil, cuentan.

En Paraguay hace falta una actualización de los precios de referencia, indican. Sin embargo, hasta ahora no encuentran apoyo en el Gobierno para analizar las posibles soluciones a problemas que están acogotando a un sector que se resiste a morir. Además, atendiendo al cambio generacional, porque los más viejos se están retirando y los jóvenes recién empiezan, es necesario ayudarles, incentivarlos, porque muchos están desistiendo de emprender sus propias empresas por miedo a terminar estancados, y eso no fomenta la apertura de industrias o comercios nacionales, explican.

Debe quedar claro que no piden que se prohíba la importación, sino que se busque un equilibrio.

Tanto Ramírez como Otazo coinciden en que las redes sociales han sido muy beneficiosas para quienes trabajan con calzados nacionales. “Es prácticamente publicidad gratis, en comparación a los medios tradicionales”, dice Ramírez. Cuentan que muchas personas se dedican a dar a conocer y promocionar sus productos tanto en Facebook como Twitter y otras redes sociales. Hay gente que trabaja desde su casa, vendiendo zapatos a través de las redes sociales, cuentan.

En opinión de Otazo, la calidad es algo que se va desarrollando en la medida de la competencia y la capacitación, así como por supuesto de la demanda para poder seguir desarrollando. La mayoría de los emprendedores en esta área buscan capacitación por su cuenta y lastimosamente no existen muchas instituciones que brinden esta asistencia.

El presidente de Cicpar lamenta que haya muchos jóvenes que buscan trabajar y desarrollarse en el área del diseño de calzado o las propias confecciones de prendas, pero la capacitación es escasa o casi nula y tampoco hay fomento de consumo de producción nacional.

Algo muy importante para Otazo es que, si se pide, se debe ofrecer a cambio y en este sentido alienta a que los calzadistas busquen formalizarse en la mayor medida posible.

Ramírez resalta que comprar calzados nacionales es algo que le brinda una garantía al cliente. Una vez que se conoce el producto se sabe quién lo hizo y si hay problemas se puede reclamar y cambiarlo. Además, los productores nacionales trabajan con materiales nobles, a diferencia de los chinos, que son practicamente de plástico en muchos casos. 

Finalmente, y no menos importante, dice Ramírez, es saber que cuando se está comprando un producto nacional se está fomentando desarrollo de mano de obra paraguaya y de calidad en los productos.

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