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Según comentan los iturbeños y los historiadores, es el mismo portón que estaba ubicado en la entrada de la casa donde Augusto Roa Bastos vivió su infancia, a 210 kilómetros de Asunción.
El escritor nació en Asunción el 13 de junio de 1917, pero meses después su familia fue al distrito de Iturbe, en donde pasó sus primeros años de vida, ya que su padre Lucio Roa era obrero de la industria azucarera local.
Roa Bastos pasó sus primeros años en una enorme vivienda de color blanco que tenía varias habitaciones y estaba dentro de la propiedad del ingenio azucarero. Un portón de madera y unos alambres lo separaban de la fabrica y del río Tebicuary.
Años después, esa casa fue transformada en parte de la Administración Central de la Azucarera Iturbe y el viejo portón está en el rincón “Augusto Roa Bastos” del Centro Cultural de Iturbe, que funciona en la ex estación de trenes.
"El portón marcaba una frontera prohibida. Un límite que no se podía traspasar y desde el cual no había retorno (..)", describe Augusto Roa Bastos en su novela Contravida, como rememorando el límite que tenía cuando niño entre la realidad y la fantasía.
Reina Gallinar, encargada del Centro Cultural de Iturbe y quien compartió varias charlas con el escritor paraguayo, dijo que lastimosamente no se pudo conservar intacta la casa donde vivió Roa Bastos sus primeros años porque se encuentra en una propiedad privada y fue reacondicionada para oficinas administrativas. Agregó que lo único que se pudo rescatar fue el portón de madera que, en 1994, junto con el propio Roa Bastos, se trajo y se instaló en el centro cultural.
“Lo único que Roa Bastos encontró fue el portón, cuando él volvió a Iturbe. Al tocarlo, parte de la madera quedó en sus manos; yo pude ver cómo se emocionó. En 1994 trasladamos hasta la Casa de la Cultura, con él al mando, lo que quedó del portón”, dijo la profesora Reina Gallinar, quien en agosto próximo lanza su libro “Charlas con él”. En el mismo plasma el paso del premio Cervantes por Iturbe, ya tras su vuelta del exilio.
“Cuatro a cinco años estuvo en Iturbe cuando niño. En ese libro yo voy a contar muchas anécdotas de las travesuras de niño que Roa Bastos me comentó durante las charlas que tuvimos y, sobre todo, lo que vivió en Iturbe”, dijo Gallinar.
Manifestó que Roa Bastos le confesó que recordaba cómo su madre, Lucía, le mantenía siempre dentro de la propiedad, lo cuidaba para que no fuera hacia el río ni a la fabrica y así evitar el peligro. El portón de la casa siempre se mantenía cerrado.
La casa, transformada en oficinas administrativas, hoy es un sitio abandonado, pues la fabrica dejó de funcionar hace cuatro años. Al respecto, Felipe Mercado, jefe de seguridad de la fabrica azucarera, manifestó que muchas personas suelen venir a observar la casa en donde Roa Bastos vivió sus primeros años. Si bien la vivienda fue reacondicionada, quedan algunos vestigios como el corredor con los pisos originales, los faroles y la galería.
"Roa Bastos recorrió de niño estos pasillos porque su padre trabajó en la administración de la azucarera. La gente siempre comenta", dijo Mercado. Agregó que también la gente mayor comenta que Roa Bastos se escapaba para jugar en la fábrica, hoy abandonada. "La gente dice que él se escapaba de su madre y venía a curiosear por la fábrica. Le llamaban la atención el movimiento y el ruido de la fábrica", dijo el guardia de seguridad.