Un lenguaje que exige igualdad

En la entrega anterior le contábamos sobre el implante coclear. Hoy, la Federación Nacional de Personas Sordas del Paraguay pone en debate otro tema fundamental: el lenguaje de señas y la necesidad de respetarlo como forma de comunicación igualitaria.

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Aceptar que un hijo sufre de hipoacusia (sordera) no es algo fácil para ningún padre. Y, naturalmente, la primera reacción que tienen es poner todo lo que esté a su alcance para permitirles escuchar alguna vez a sus hijos.

Esto es algo absolutamente natural, está en el instinto de un progenitor. Por eso, tras publicar el material sobre los implantes cocleares, numerosas fueron las llamadas de padres queriendo contactar con la Fundación Escuchar para ver la posibilidad, aunque sea lejana, de obtener un implante para sus hijos.

Con el transcurrir de los días, nos contactó el presidente de la Federación Nacional de Personas Sordas del Paraguay, Emilio Pineda, y nos planteó otra perspectiva de la problemática. Quizá, en su intento por conseguir que los hijos escuchen, están de alguna manera obstaculizando el desarrollo lingüístico del menor y, a la vez, cercenando su libertad de elegir. Aseguran no estar en contra de los padres que opten por la aplicación del implante coclear, pero piden que el Gobierno trabaje en la información y brinde datos correctos a los padres.

“Entendemos la ilusión que tienen los padres porque sus hijos puedan oír, pero se corre el riesgo de caer en un engaño y también está la cuestión de la aceptación. Muchos padres simplemente no aceptan que sus hijos son sordos”, nos dice Karimy Yaluff, directora de la Fundación Primer Paso, que cuenta escuela inclusiva, en donde se brinda enseñanza a niños sordos con lenguaje de señas.

Yaluff es, al mismo tiempo, madre de un niño sordo, por lo que puede comprender el sufrimiento por el que pasan los padres. Pero al mismo tiempo resalta que es una necesidad entender que existe un lenguaje natural para estos niños y que les permite desarrollar su aprendizaje de una manera maravillosa: el lenguaje de señas.

“No es bueno dejarse llevar solamente por el enfoque médico. No se informa correctamente a los padres de cuáles son los procesos post implante y cuáles son los niños que realmente lo necesitan. Hay candidatos al implante, pero se debe evaluar y trabajar con un plan nacional”, aclara Yaluff.

La docente agregó que está visto a nivel mundial “que existen altos porcentajes de implantados que no han sido bien evaluados y que cognitivamente no tienen resultados positivos. Sin embargo, con el uso apropiado de la lengua materna del niño, que es la lengua de señas, el intelecto se desarrolla sin ninguna dificultad”, acotó. Karimy Yaluff manifestó su preocupación porque se promocionen este tipo de tecnologías que, en su opinión, no están bien trabajadas aún.

Emilio quedó sordo a los seis años de edad a consecuencia de una fuerte explosión que lesionó fuertemente su audición. Puede hablar porque al momento de la sordera ya tenía un modelo auditivo establecido.

Más allá de la tendencia a motivar la esperanza de escuchar en los padres de niños sordos, lo que piden tanto Emilio como Karimi es evitar la discriminación y los prejuicios con respecto a la lengua de señas. “Nosotros tenemos una lengua propia, que es absolutamente igual a cualquier otra”, dice Karimi.

Entretanto, depender de los implantes o aparatos y esperar a tener la oportunidad de obtenerlos para enseñar el lenguaje a los sordos es un grave error, en opinión de Emilio Pineda, quien reconoce que el implante puede funcionar en niños pequeños, desde los 6 meses hasta los 6 años. Más allá de ese tiempo, creen que ya es un poco tarde, pues “no le va a permitir al niño desarrollar su lenguaje en forma compleja”.

El presidente de la Federación de Personas Sordas del Paraguay explicó que tristemente, muchos padres, sin darse cuenta, están atentando contra los derechos de los niños, pues limitan la posibilidad de tener un desarrollo natural de su inteligencia. “Los chicos implantados dejan mucho que desear en cuanto a su desarrollo cognitivo”, aseguró Emilio.

Uno de los errores más grandes de la problemática, según coincidieron nuestros entrevistados, es que a los niños implantados se les prohíbe tener contacto con aquellos que utilizan lenguaje de señas. “Piensan que van a aprender de ellos y se van a acostumbrar a las señas y que eso les impedirá hablar cuando tengan el audífono. Viven como en una caja de cristal, esperando el implante”, expresa Emilio, e insiste en que el lenguaje de señas, muy por el contrario, estimula al desarrollo del lenguaje del niño, una vez que se le aplique el implante.

“Es un prejuicio que, si le das lengua de señas a tu hijo, él después no va a hablar bien. Si le das lengua de señas, puede hablar perfectamente después, cuando consigan el dispositivo. A través de la lengua de señas va a tener una comprensión mucho mayor y aprenderá más rápido”, explicó Karimy. “Estamos definitivamente en contra de que se rechace el lenguaje de señas. Lo sentimos como una forma de discriminación”, puntualizó Emilio.

Pineda nos recordó que existe una convención internacional por los derechos de las personas con discapacidad en que se establece claramente que las personas sordas deben desarrollarse utilizando sus propias reglas de lenguaje.

Laura Riveros, presidenta de la Asociación de Intérpretes de Lenguaje de Señas de Paraguay, nos informó que la detección de la sordera en Paraguay es tardía. “No hay un programa articulado. Cuando nace un niño sordo no se sabe hasta mucho después. Van creciendo y la familia espera, junta el dinero, anhelando el implante, y mientras, ¿qué educación le das al niño? Crecen sin ningún lenguaje y eso impide que se desarrollen cognitivamente”, informó la intérprete.

Según Karimy Yaluff, el 90% de los padres no acepta que su hijo es una persona sorda. “Siguen buscando una respuesta en el implante, viven esperando que la ciencia haga algún milagro y que de repente escuche. Es una cuestión emocional, psicológica”.

Además, la docente reflexionó acerca del "después" de la aplicación de los dispositivos. “Representan una inversión enorme y las terapias posteriores son costosísimas. Yo me pregunto: ¿Qué es lo que esa mamá con bajos recursos va a hacer después? Los padres deben saber que hay una comunidad de personas sordas que los va a recibir, enseñarles cómo ayudar a sus hijos. Comprender y respetar la lengua natural de sus hijos es la clave”, concluyó Karimy Yaluff.

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