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Muchos compatriotas cruzan fronteras en busca de un futuro mejor y el caso de Víctor Solalinde es uno de ellos. El futbolista paraguayo de 26 años, oriundo de Colonia Independencia, Guairá, fue a buscar mejor suerte a Centroamérica hace cuatro años. El plan no salió como él esperaba, pero con perseverancia y -como él mismo dice- “por rova'atã”, hoy tiene un buen presente y un futuro alentador para seguir manteniendo a sus familiares.
Solalinde, quien se desempeña como volante mixto, hoy día es capitán del Guastatoya, un equipo de la máxima categoría de Guatemala, que le abrió las puertas en un momento complicado de su vida. El mediocampista zurdo habló con ABC Color sobre cómo fue a parar a Centroamérica y qué tanto ha cambiado su vida lejos de su país.
“Hace cuatro años y medio estoy acá. Estuve jugando con la selección de Colonia Independencia, de Villarrica y hasta sin querer vine a parar al club donde estoy ahora”, comentó entre risas y sin perder el acento paraguayo. Solalinde contó que un día le propusieron ir a probar en el fútbol de Guatemala, a un club que ni siquiera ya existía. Juntó como pudo para el billete del pasaje y al llegar al aeropuerto del país centroamericano grande fue su sorpresa cuando se dio cuenta de que el “empresario” o “intermediario” no lo había esperado y estaba en la “nada” y con apenas US$ 200, que es una miseria para la economía que manejan en ese país.
“Yo quería jugar nomás, entonces me animé y fui, pero mi sorpresa fue grande porque cuando llegué acá (Guatemala), el tipo que me iba a esperar nunca estuvo, ha 'apytarei che año' (y me quedé sólo)”, relató siempre utilizando el guaraní en medio de sus expresiones. Luego, siguió contando que "el club que me habían dicho incluso ya desapareció. Con 200 dólares, que era todo lo que tenía, me tuve que arreglar. Yo no quería volver, por querer cumplir mis sueños 'añembo py'aguasu' (me hice el valiente), entonces pregunté en el aeropuerto si alguien conocía a algún paraguayo y me dieron la dirección de Juan Rubén López, que jugó en varios clubes de Paraguay. Él habló con algunas personas de Guastatoya. Fui a probar una vez y tenía que ir a otro club, pero como les gustó mi juego ya no me quisieron dejar ir de acá”.
Sobre su estadía en Guatemala y en el Deportivo Guastatoya, Víctor dijo que no tiene quejas, pues con el dinero que actualmente gana le alcanza para llevar una vida estable y además ayuda mensualmente a sus familiares de Colonia Independencia. “Hace tres años que soy capitán acá, me quieren mucho por suerte. Y en cuanto a plata, 'omachaporã' legalmente, para vivir tranquilo te alcanza bien. Yo le ayudo a mi familia, que depende de mí allá en Villarrica. Mensualmente le envío a mis padres dinero porque allá en el campo es “jetu'u” (complicado), mis hermanos apenas ganan G. 150.000 semanales y gracias a Dios a mí me alcanza para ayudarles”, explicó.
Solalinde además contó que hasta ahora no se pudo comprar un vehículo propio a causa de ello, pero se las ingenia para movilizarse en la ciudad guatemalteca: “No alcanza aún (la plata) para comprar el auto. Acá hay muchos mototaxis que le llaman “tuc tuc” y en eso me voy al entrenamiento y a todos lados”.
Como todo paraguayo, el mediocampista no se desprende de sus costumbres, aunque contó que en Guatemala no es “barato” mantenerse fiel al tereré y otras tradiciones de un auténtico guaraní. “El tereré jamás voy a dejar, cualquier cosa haría pero menos eso. Pero eso sí, acá no es fácil tomar eso, la yerba es más cara que cualquier cosa. Acá un kilo de yerba te cuesta 20 dólares y encima no es que encontrás en cualquier parte, casi no hay. Otra cosa que no dejo jamás es el guaraní. Cuando nos vemos con algún paraguayo que juega o vive acá no hablamos en español, directo 'rojpy chupe' (le metemos) guaraní”, siguió contando muy emocionado.
Víctor Solalinde sueña como todo paraguayo con volver al país y cumplir su gran sueño, que es jugar en la máxima categoría de nuestro fútbol. “Nunca voy a desistir del sueño de jugar algún día en un equipo de Primera de Paraguay, y quién dice algún día incluso en la selección. Un jugador nunca deja de soñar esas cosas. La gente me trata muy bien acá, en la calle te demuestran el cariño, pero el corazón siempre late fuerte por volver mi país y continuar mi historia”, aseguró el guerrero guaraní, que por ahora seguirá capitaneando a su querido Guastatoya.