Un campeón vigente

El domingo, el boxeador Sebastián Mosqueira, una de las glorias del boxeo nacional -bicampeón sudamericano en la categoría peso liviano- cumple 68 años y mantiene una lucidez física y mental envidiable y aún es capaz de asestar golpes precisos a la vida.

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El 9 de marzo se cumplen 41 años del primer título sudamericano para Paraguay en la categoría liviana, algo logrado por las manos de Mosqueira ante un exaltado público de cerca de 15.000 personas en el estadio del Club Olimpia; sin embargo este domingo cumple años y la experiencia acumulada no es solo en el ámbito pugilístico.

Capiateño y de origen familiar humilde, de adolescente se vio obligado a vivir con una familia que lo acogió en la Capital. Recuerda bien aún sus años de vida en la vivienda ubicada en Juan Leopardi (actualmente Ana Díaz) casi Paí Pérez y Perú, donde en parte, ahí adquirió el interés por los deportes.

De hecho, sus mayores logros deportivos pudieron haber nunca ocurrido, si es que se dedicaba al fútbol, otra afición que tenía y practicaba con cierta habilidad. De hecho, era jugador de la Liga Capiateña de Fútbol, algo que no dejó ni siquiera en tiempos de ya de campeón sudamericano de boxeo.

Sin embargo, los guantes de box terminaron por ganar la contienda, pese a ser mucho más impopular que el juego con el balón. “Fuimos a ver una pelea de Pascualito (Valentín Galeano, conocido como Kid Pascualito, primer campeón sudamericano en las categorías Gallo y Pluma) y ahí me quedé aficionado hasta más no poder por el boxeo”, confesó, devolviendo a su mente las que muchos describen como memorables y multitudinarios eventos en el Estadio Comuneros.

Recuerda incluso el día que por primera vez -a sus 16 años- pisó un gimnasio de boxeo, el del Club Cerro Porteño, donde lo recibió el profesor Eugenio Planas. “Comencé a las seis de la tarde un día lunes, en julio. Tenía 16 años, y a los 22 días ya estaba debutando como boxeador. Para mí fue una sorpresa, porque como tenía pocos días de entrenamiento ya estaba debutando como boxeador, aparte de eso, la pelea fue muy buena y salimos empatados. Se hizo en el Club San Antonio de Barrio Sajonia”, rememoró.

Sin embargo, tiempo después se pasó a la “vereda de enfrente”, y fue a entrenar al Club Olimpia, donde lograría su primera gran hazaña. “Yo me entrenaba en el Olimpia, porque justamente en aquel tiempo el entrenador era Ricardo Pino, que fue un gran hacedor de campeones, (...) Me quedaba muy cerca el Club Olimpia, aparte que me gustaba mucho el gimnasio y ahí empezamos a edificar lo que era un título sudamericano. El señor Ricardo Pino también fue muy complaciente en el sentido que venía todos los días al gimnasio, eso también motivaba mucho a los pugilistas y los atletas”, destacó Mosqueira.

El brasileño José Silva Rodríguez, en apuros ante la arremetida de Mosqueira, en la pelea el 9 de marzo de 1978. Fuente: Archivo ABC Color. 
El brasileño José Silva Rodríguez, en apuros ante la arremetida de Mosqueira, en la pelea el 9 de marzo de 1978. Fuente: Archivo ABC Color. 

A casi 41 años, Mosqueira no puede evitar emocionarse por aquella primera noche inolvidable, donde una multitud inesperada para él, bramaba enfurecida por que se lleve el título en un estadio acostumbrado a las glorias, pero hechas más bien con los pies que con las manos.

Fue un día de alegría, primero porque hacía mucho tiempo que el boxeo no se comentaba como se comentó esa fecha que iba a pelear por el título sudamericano; por esas cosas creo que fue un momento muy importante para nuestro país primero y sobre todas las cosas personalmente para mí. Llegue al título sudamericano y realce el boxeo en el Paraguay”, evalúa ya ahora un poco más maduro.

Sin embargo, en ese momento todo era más eufórico y requirió mucho esfuerzo y entrenamiento. Solo la concentración le llevó 26 días estrictamente cumplidos. “Me quedé en el Hotel Premier (apoyado por uno de los promotores de la pelea), para que se vea que la pelea en sí era una pelea seria y que se podía ganar un sudamericano”, comentó.

“El ambiente fue demasiado bueno, te cuento sinceramente que hubo más de 15.000 personas -comentó sin poder impedir echar a trabajar un poco las lacrimales-. Nunca pensé que iba a haber tanta gente, primero porque se hizo una muy buena propaganda-, aparte el ambiente mismo. Se creó un ambiente de fiesta, pero nunca pensé que iba a ir tanta gente. Y gracias a Dios, salió perfecto porque primero se ganó un título sudamericano y aparte la gente vivió, porque yo estaba físicamente impecable, y prácticamente los 12 rounds le pegué al brasileño (José Silva Rodríguez) y la gente vibró con eso”, describió de memoria.

Portada del diario ABC Color, donde se destaca la primera victoria de Mosqueira. Fue el primer título sudamericano para nuestro país en la categoría peso liviano.
Portada del diario ABC Color, donde se destaca la primera victoria de Mosqueira. Fue el primer título sudamericano para nuestro país en la categoría peso liviano.

Tiene otras tantas peleas memorables, una incluso que le habría permitido intentar el título mundial de su categoría; sin embargo, no le informaron correctamente de la importancia de la pelea con el africano Hilmen Kenty.

Aceptamos realizar la pelea supuestamente fácil, pero había sido era eliminatoria por el título mundial contra Hilmen Kenty, que me ganó a mí y le di el derecho de pelear por el título mundial. La siguiente pelea, salió campeón mundial él; le ganó a Néstor España de Venezuela, el Campeón Mundial. Me fui a ciegas a esa pelea y sin saber que era eliminatorias tampoco”, dijo entre una de las pocas cosas que parece lamentar.

En su carrera nunca tuvo lesiones graves, seguramente en gran parte por su forma de pelea. “Me consideraba más técnico que fajador, de esos que van adelante y pegan, inclusive me consideraron como el Nicolino Locche de Paraguay, que fue un campeón mundial de la categoría welter junior, una categoría más que yo, que era argentino, le decían el intocable”, recuerda.

“Ese era mi estilo, iba por la cuerda y esquivaba bien los golpes y daba lo mío también, en ese sentido, pienso que muy pocas peleas gané por nocaut, porque a lo mejor tenía golpes bien certeros y fuerte, pero siempre iba mucho a la defensiva y contragolpea muy bien”, precisó.

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“Hice mi último combate en diciembre de 1984 y en el ‘85 ya comencé a enseñar. Tengo 35 años de enseñanza (de boxeo) y el domingo (20 de enero) cumplo 68 años, y es una cosa demasiado importante por la salud que tengo”, afirma Mosqueira a días celebrar otro año de nacimiento.

El boxeador sigue manteniendo con una vigorosidad envidiable no solo en su tono físico, sino también en las ideas y un estilo de vida que le ayudó a desarrollar el boxeo, un deporte normalmente prejuzgado como violento y bruto.

El gobierno que sube tiene que dar un poco de impulso a la salud, porque hay mucha gente humilde que no puede acceder a un médico. La cosa más importante para mí es la salud, porque si no tenés salud, no podes estudiar, no podes trabajar; y si estás enfermo, sos un estorbo para la comunidad y a veces hasta para tu familia. Por eso es fundamental la salud que te da el deporte”, reflexionó en medio de una de sus clases que da en la Escuela de Educación Física de las Fuerzas Armadas.

Por experiencia propia, ve el boxeo como un deporte muy distinto a como se aprecia desde fuera del ring, asegurando que lejos de volverlo violento, lo ayudó a centrarse en sus etapas más inquietas de juventud y es algo que trata de trasmitir ahora.

Siempre trato de hablar un poco con los niños, la niñas o los jóvenes, en el sentido de cómo le tienen que tratar a su papá y a su mamá”, reflexiona sobre lo que trata de enseñar para fuera del ring.

Le digo a ellos: ¿qué les cuesta a ustedes ir a abrazarle a sus mamás o papás y decirles: ‘gracias mamá, papá, por lo que me estás dando, por lo que estás haciendo’; eso no tiene precio y podemos hacer tranquilamente, pero como te digo, no hay una educación, una enseñanza, entonces, hay que educar a los jóvenes y a los niños en ese sentido”, agregó sin poder evitar hacer temblar un poco la voz por la emoción.

De hecho, Mosquera agradece al boxeo casi por todo lo grandioso que tiene actualmente, entre lo que por lejos, destaca su familia. Casado con Nilda Lara, con quien tuvo a sus dos únicas hijas, María Nilda y Diana María. No encontró quien siga sus pasos en su deporte preferido, pero no por ello deja de estar sumamente orgulloso, ya que la primera es médica y la segunda es profesional de la comunicación.

En sus épocas de juventud, además de al boxeo -que le generó algunas ganancias-, se desempeñó como herrero. Se siente también contento de que ni siquiera en sus inicios requirió de la ayuda de gobierno, e incluso ahora no cree que le falta nada para vivir dignamente.

Hasta hoy no recibí ninguna ayuda del gobierno, a lo mejor algunos premios, pero el premio no te hace comer ni vestir. Nunca he recibido ninguna ayuda de nadie (...). Como te digo, era muy allegado al boxeo, por lo que no me interesaba ni ayuda ni nada, sino practicar y sobre todo pelear y complacer a mi afición”, comentó, aunque si destacó que del deporte recibió muchas amistades, las cuales sigue cultivando hasta hoy.

Finalmente, algo que le gustaría el retorno del boxeo nacional revitalizado, ya que considera que hace tiempo no se logra un sitial de gloria. 

"La Federación Paraguaya de Boxeo está totalmente deshecha, entonces creo que por ese motivo los dirigentes son los culpables en este caso. En cualquier deporte o actividad que haya, para que vaya adelante tienen que ser los dirigentes los que puedan llevar adelante e incentivar", estimó.

"Acá tenemos muchos materiales humanos que tienen condiciones, pero cuando no combatís, cuando no tenés el entrenamiento necesario, de nada sirven tus cualidades", dijo finalmente. 

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