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Esto sucede con las frutas y verduras de estación que nuestra tierra y el trabajo producen. Por ejemplo, tan solo en el Mercado de Abasto son tiradas a la basura aproximadamente una tonelada de frutas, verduras y hortalizas de manera diaria.
El director del Mercado de Abasto, Iván Arévalo, indicó que aproximadamente 1.500 sandías terminan en los contenedores de basura, muchas veces no por estar podridas, sino porque se rompieron por el camino, desde los lugares de cultivo hasta los puestos de venta.
Lo mismo ocurre con las naranjas. Cada día se arrojan en promedio cinco contenedores de esta fruta cítrica solo por estar rotas, pues no pueden ser comercializados de esa manera.
Comentó que a fin de año esta situación empeora. Incluso son desechadas 2.500 sandías por día, mismo ocurre con el melón, naranja, bananas, y otras frutas y verduras de estación. “Pasa también esto con los mangos. Por cada caja de mango que entra al mercado, una caja se tira”, lamentó.
Arévalo mencionó que urge la presencia de una empresa que se haga cargo del reciclado de la gran cantidad de frutas que se pierden a diario en este mercado.
En tanto, la coordinadora general de la Fundación Banco de Alimentos, Alicia Aquino, comentó que los trabajos que realizan son insuficientes para poder salvar la cantidad de alimentos que se descomponen en la basura en el Abasto.
La ONG tiene su sede en el predio del mercado de Abasto, donde cuentan con un frigorífico, sin embargo, este no abastece para la gran cantidad de productos que están a punto de descomposición.
Contó que implementarán en poco tiempo un plan piloto para recoger las frutas y verduras arrojadas del Abasto, seleccionarlas y repartirlas en hogares de beneficencia. Añadió que para ello necesitarán ayuda de todos por la escasa cantidad de personal y recursos con que cuentan, subrayó.
Aquino dijo que entristece ver diariamente la gran cantidad de personas que se rebuscan entre la basura por las frutas y verduras que pueden rescatar y llevar a sus hogares para su consumo.
Para Sara Servián, responsable del comedor solidario de niños en el barrio Tablada Nueva de Asunción, es una vergüenza que tantos alimentos sean arrojados habiendo tantos necesitados en el país.
“En un país de pobres pasa esto y ellos tienen el tupe de tirar la comida. Eso hubiesen repartido a nuestra gente pobre de los barrios”, lamentó.
Dijo que mientras en su comedor “hace magia” para conseguir comida para los niños y adultos mayores de Tablada Nueva, en los mercados los contendedores de llenan de frutas y verduras que aun están en buen estado.
De acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, mundialmente conocida como FAO, actualmente hay 47 millones de personas sufren hambre en los países de América Latina y el Caribe, esto es un 7,9% de su población.
Para que la región logre la primera meta del Objetivo de Desarrollo del Milenio I –de reducir a la mitad la proporción de personas que sufre hambre, entre los años 1990 y 2015– respecto a la última estimación, alrededor de 3 millones de personas deben superar la subalimentación antes del año 2015. Reducir los desperdicios y las pérdidas de alimentos es uno de los caminos para contribuir a superar esta meta y lograr erradicar el hambre de la región.
Según las últimas estimaciones de FAO para el periodo 2011/13, sólo a nivel de la venta al detalle –es decir a nivel de retail– en supermercados, ferias libres, almacenes y demás puestos de venta, los países de la región pierden entre el 2,9% y el 4,3% de su disponibilidad calórica.
Con las calorías que se pierden a nivel de la venta al detalle se podría disponer de alimentos para satisfacer las necesidades alimenticias.