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Nando’i tiene apenas 13 años y dice que no le importaría matar para conseguir plata. Dice también que roba desde los 8 años, que su mamá está en la cárcel y que lo mejor que hay es fumarse un “nevado”, un porro de marihuana con una piedrita de crack. A más de uno le dio terror la idea de cruzarse en la calle con algún “Nando’i”, después de la entrevista que dio el niño en el calabozo de una comisaría, el mes anterior.
Nando’i forma parte de la población más vulnerable al crack. La adicción a esta droga, derivada de la cocaína, afecta principalmente a niños y adolescentes de las zonas marginales, convirtiéndose en una epidemia “difícil de controlar”, según dijo el director del Centro Nacional de Adicciones, Manuel Fresco.
La marihuana y la cola de zapatero fueron desplazadas por el chespi hace ya un par de años. De hecho, el boom del crack se registra a partir del 2011, si bien los primeros indicios de consumo y comercialización en Paraguay datan de finales de 2006, según datos de la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad).
La razón principal es su alto poder adictivo, lo que hace que el consumo aumente rápidamente. “Basta con consumir una sola vez para generar dependencia en la persona. La marihuana es una pipoca comparada con el crack”, refiere el director de Comunicación de la Senad, Francisco Ayala.
Las dosis, sean moñitos, piedritas o bala, cuestan entre 5.000 y 20.000 guaraníes. Es la droga más barata, otro de los motivos que hacen que sea la más consumida. Además es fácil de transportar y ocultar, señala la fuente.
El chespi también resulta muy rendidor: 1 gramo se puede dividir en 10 dosis o moñitos. Cada uno se puede vender a 5.000, 10.000 ó 20.000 mil guaraníes, explica Ayala.
Un microtraficante gana un promedio de 4 a 5 millones de guaraníes por semana con la venta de crac. Los proveedores de estos, a su vez, pueden obtener ganancias de hasta 3 millones de guaraníes por día.
"El consumo mayoritario se da en zonas marginales, pero no se puede negar que hay bastante consumo entre la clase media. Y en menor medida en la clase alta, donde consumen otras drogas", menciona.
Las zonas rojas en Asunción son el Bañado Sur, Santa Ana, Tacumbú, San Felipe, Roberto L. Pettit. En Central: San Lorenzo, Luque, Lambaré. Ciudad del Este, Coronel Oviedo, Pedro Juan Caballero y Encarnación, son otras ciudades donde la Senad registra un alto consumo de crac (ver mapa en galería).
El principal proveedor de crack a Paraguay es Bolivia, si bien la Senad encontró en algunos operativos mini laboratorios donde se procesa la droga en nuestro país. El fenómeno es regional, ya que Argentina y Brasil también padecen del boom del crack.
El efecto de la droga es de apenas 12 minutos, según Ayala. “Por eso un adicto necesita por lo menos 4 dosis por hora. Para solventar necesita 40 a 50 mil guaraníes”.
Un adicto al crack tiene una expectativa de vida máxima de tres años, debido a que la dependencia crónica deteriora el cerebro por completo. El adicto ya no tiene hambre, sed, siendo una de las consecuencias más visibles la pérdida súbita de peso, explica el entrevistado.
La adicción genera la pérdida de las defensas, por lo que la persona puede morir de una simple gripe. La droga también produce un cuadro pulmonar conocido como "pulmón de crack", que puede ser mortal. A esto se le suman transtornos psiquiátricos. La dependencia es irreversible, por lo que son comunes las recaídas.
Como el chespi genera una adicción crónica de la que prácticamente nadie sale, la única forma de combatirlo es con la prevención, afirma Ayala, quien aboga por una política de Estado orientada a ello.
"Existe una Dirección de Prevención Integral (de la Senad), pero no tiene recursos para cubrir todos los centros educativos del país. Se necesita una campaña fuerte en escuelas y colegios para llegar a niños y adolescentes, que son el sector más vulnerable", refiere.
La Senad desbarata un promedio de 5 focos de distribución (bocas de fumo) por semana a través de la unidad de combate del microtráfico. "Pero no es suficiente. Estamos totalmente superados. La Senad y Paraguay están superados por el crack", lamenta Ayala.
No obstante, el funcionario antidroga resalta que hay una mayor colaboración de la propia ciudadanía. "Aumentaron las denuncias ciudadanas. Hay mucha preocupación, recibimos un promedio de 15 denuncias de focos de distribución de droga solo en el departamento Central".
Después de hacer fermentar la hoja de coca y mezclarla con sustancias como querosén, cal, ácido sulfúrico y otras, se forma una pasta amarillenta: la pasta base.
Esta pasta base debe pasar por proceso de cristalización donde se van eliminando todos los químicos hasta llegar al polvo blanco: la cocaína.
Ese polvo blanco se calienta con bicarbonato de sodio y sale el crack, que es la cocaína fumable.
Los orígenes del crack se remontan a Estados Unidos, donde los adictos buscaban una alternativa a la cocaína, que solo se puede inhalar o inyectar. "Idearon una forma de que la cocaína pueda ser fumada, ahí surge el crack, se calienta y se fuma", explica Ayala.
Otro problema que afecta a nuestro país es la comercialización de la pasta base de la cocaína como chespi. Según el funcionario de la Senad, el 80 por ciento del supuesto crack que se consume en Paraguay es en realidad pasta base.
La pasta es mucho más tóxica y dañina que el crack, ya que no pasa por el proceso químico de purificación y cristalización. Como ambos son de color amarillento, los traficantes le venden al adicto pasta base en vez de chespi.