Un maratonista sin límites

A sus 87 años, Jorge Acosta le debe la vitalidad que goza a su pasión por los maratones. Pero la corrida no es la única carrera que este doctor ha corrido, demostrando que no existen barreras cuando de alcanzar objetivos se trata.

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En las corridas más reconocidas de la capital se pueden ver todo tipo de personas participando. Jóvenes entrenados, adultos sedentarios que aman el deporte, pero sin dudas, hay una persona que llama la atención de cualquiera en todas estas actividades pues participa en la mayoría de ellas.

Se trata del doctor Jorge Acosta González (87), especialista en medicina deportiva, profesor de Educación Física y maratonista de profesión desde su adolescencia.

La calidad de vida y salud de este paraguayo es admirada y deseada por cualquiera, pero llegar a esta edad con una salud de roble requirió de él una vida entera de disciplina que, sin embargo, -interrumpe él mismo- para él no significó un sacrificio, pues siempre hizo simplemente lo que le apasionaba.

Hoy, a sus con más de ocho décadas a cuestas, su rutina evidencia la de un hombre que se siente más vivo que nunca. Su jornada arranca a las 06:00 con un buen desayuno y luego inmediatamente comienza su corrida diaria.

Cinco kilómetros al día

A estas alturas ya está aburrido de los parques, por lo que corre en su patio, que es enorme, y hace 5 kilómetros diarios.

Desde su adolescencia amó tanto el atletismo que se dedicó enteramente a él, pero un buen día, ya de adulto, pensó “no sé nada más que esto”, y decidió que era el momento de anexar una profesión a su vida. Así fue que empezó a estudiar Medicina. Al terminar la carrera, muchos años después, fue a estudiar a Norteamérica a especializarse en Evaluación Biométrica.

Comenzó normalmente, pero le tomó muchos años graduarse, en medio de su boda, la llegada de los hijos y su pasión por el deporte. Se graduó de médico a los 48 años, culminando así otro de los maratones de su vida, que si bien no fue en una pista, le dio la lección de que a veces, las carreras no son de velocidad, sino de resistencia.

Los 365 días del año

Para Jorge no existen los descansos, porque las corridas no son un trabajo a su entender. No para su entrenamiento ni siquiera en Navidad y Año Nuevo.

No tiene restricciones en la alimentación, de hecho, le encanta el asado, y pertenece a una familia de asaderos. Incluso, no se priva de una copa de vino algunos fines de semana.

La única limitación que se puso últimamente es en cuanto a azúcares, por lo que ahora toma solo gaseosas dietéticas.

Gracias al entrenamiento a diario tiene una presión absolutamente normal.

“Si dos días no corro pierdo mi estado, y me cuesta volver a retomar. De hecho, el día que no corro me siento”, confiesa Jorge en entrevista con ABC Color.

Jorge es autoridad del área deportiva en la Universidad Católica Nuestra Señora del Asunción. Allí, en estos momentos encabeza un curso de postgrado bajo la Red Euroamericana de Motricidad Humana.

Con 25 nietos, 18 bisnietos, dice a las personas de la tercera edad que quieren emular su disciplina, que la clave está en la adecuación de los ejercicios. “Una persona puede correr a esa edad pero tiene que tener una preparación adecuada, por medio de una evaluación biométrica. Justamente esa es mi especialidad”, explicó Jorge.

Correr por la salud

Hoy en día ya no corre para ganar, sino por salud. Corre a velocidad moderada.

En su juventud, fue campeón de numerosas carreras de medio fondo, un estilo de corrida en el que se tiene en cuenta la resistencia y la velocidad.

Hace poco, Jorge fue objeto de bromas en el entorno de su familia y amigos, pues corrió tanto en la carrera del Club Cerro Porteño como en la del Club Olimpia.

Entre risas y exhibiendo sus medallas, Jorge dice que es olimpista pero le gusta más la camiseta de Cerro.

En medio de sus miles de anécdotas, fotografías y recuerdos, nos despedimos del doctor Jorge, quien dejó un mensaje lleno de motivación para quienes aman el atletismo. Siempre es mejor comenzar desde temprano, pero, si no se pudo, de todos modos no hay límites para seguir los sueños, y, sobre todo, cuidar la salud.

 

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