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¿Fue a ver Guardianes de la Galaxia esta semana? Si no, debería, es una excelente película. Si pudo ir a verla, existe la posibilidad de que Groot, el enorme y poderoso aunque inocente y bondadoso hombre-árbol del equipo protagonista, se haya convertido en uno de sus personajes favoritos.
Como Hulk en Los Vengadores, Groot cumple en Guardianes de la Galaxia el rol del músculo, escaso en palabras, pero se lleva algunos de los momentos de acción y comedia que más fuerte pegan en toda la película, a veces haciendo ambas cosas al mismo tiempo.
Lógicamente, gran parte del crédito en el hecho de que el personaje funciona tan bien como lo hace cae en los magos digitales encargados de dar a Groot su apariencia y animar sus movimientos, pero eso no resta brillo al gran trabajo hecho por el actor Vin Diesel, quien prestó sus movimientos y puso voz a Groot, logrando transmitir una gran variedad de emociones usando casi exclusivamente tres palabras.
Lo interesante es que no es la primera vez que Diesel, mejor conocido en todo el mundo como el imparable criminal automovilístico Dominic Toretto en la saga Rápido y Furioso, logra conmover con unas pocas palabras en un personaje animado. Si le gustó Guardianes de la Galaxia, probablemente también le gustará El Gigante de Hierro.
En 1999, la carrera de Vin Diesel se hallaba en un momento de transición, un par de años después de haber sido descubierto por Steven Spielberg, quien le había dado un rol secundario en su drama bélico Rescatando al Soldado Ryan, pero igualmente un par de años antes de la explosión de su fama a nivel internacional con la primera Rápido y Furioso.
Igualmente, la industria de la animación también se hallaba en un período de transición, con la animación tradicional en un último período de bonanza, con el eterno gigante Disney aún lanzando consistentemente películas en ese estilo mientras otros estudios como DreamWorks y Warner Bros. también probaban suerte y Pixar comenzaba a demostrar que la animación por computadora no era una moda pasajera.
Mientras DreamWorks había tenido éxito emulando a Disney con su musical bíblico El Rey de Egipto, Warner había fallado enormemente, ante la crítica y la taquilla, con su propio musical de fantasía, La Espada Mágica, lo que probablemente fue la razón por la cual se dio tanta libertad al director Brad Bird a la hora de producir el próximo esfuerzo animado de la casa de Bugs Bunny.
Bird, un veterano de la animación televisiva con experiencia en series como Los Simpson, eligió adaptar la novela de 1968 de Ted Hughes The Iron Man, ambientándola en los años finales de la década de 1950, en los albores de la era de la exploración espacial y en plena paranoia anticomunista en los Estados Unidos durante la Guerra Fría.
Ambos aspectos históricos se ven retratados en la escena inicial, en la que vemos el satélite soviético Sputnik, el primer objeto hecho por el hombre en ser puesto en órbita alrededor de la Tierra, volando sobre los Estados Unidos cuando un objeto no identificable cae hacia el planeta, eventualmente llegando a la costa de Maine, en el extremo norte de los Estados Unidos. Un marinero atrapado en una tormenta en su pequeña embarcación se encuentra con un par de luces gigantes deslumbrándolo desde la oscuridad, como ojos de una criatura gigante.
Este marinero lleva la noticia al pueblo de Rockwell, donde un imaginativo joven llamado Hogarth decide descubrir la verdad, siguiendo el rastro de destrucción en los bosques cercanos hasta encontrarse con el extraño visitante, una criatura de forma humanoide pero hecha de metal y de gran tamaño, que parece haber perdido la memoria.
La historia de un niño haciendo contacto con una criatura alienígena y enseñándole cómo es nuestro mundo no es nada nuevo, y de hecho en muchas formas El Gigante de Hierro puede sentirse como poco más que una versión animada de E.T., aunque uno podría considerar un halago ver su trabajo comparado a una de las mejores películas de aventura de todos los tiempos.
La simple verdad es que las interacciones entre Hogarth y el gigante brillantemente escritas, animadas y actuadas. Claro, hay mucha comedia con Hogarth tratando de mantener en secreto la existencia del gigante y conseguir metal para que se alimente, o intentando esconderlo de su madre cuando sus partes separadas por un accidente cobran vida e intentan reunirse con el resto del cuerpo. Pero esto va intercalado con escenas con auténtica profundidad emocional, momentos como el gigante y Hogarth confrontando el concepto de la muerte al toparse con un ciervo asesinado por cazadores en el bosque, o la escena en la que Hogarth le muestra al gigante sus historietas y este reacciona con fascinación ante Superman para luego acongojarse ante un cómic sobre un robot gigante maligno.
En una decisión acertada, nunca recibimos mucha información sobre el origen del gigante. Entendemos que fue creado como un arma, ya que al hallarse en presencia de armas humanas automáticamente parece perder el control y convertirse en un ser violento y de enormes capacidades destructivas. Esto lleva a un mensaje final de “eres lo que eliges ser”, que es repetido pero que se plasma de una forma simplemente perfecta. Es en una de las escenas finales que Diesel, su voz retocada para sonar más electrónica, demuestra de qué es capaz al llenar una sola palabra de tanta emoción que resulta increíble.
La película se destaca además por su fantástica representación de la era en que se ambienta, tanto en lo estético como en lo argumental. Desde el sombríamente divertido vídeo instructivo que Hogarth y sus compañeros ven en la escuela, en el que personajes de dibujos animados les instruyen en qué hacer en caso de que los soviéticos ataquen con bombas atómicas, hasta la presencia del antagonista principal del filme, un cómico pero peligrosamente paranoico agente del Gobierno convencido de que lo que aterrizó en Rockwell haya sido construido por “¿Los rusos? ¿Los chinos? ¿Los marcianos? ¿Los canadienses?” merece ser destruido por el simple hecho de ser desconocido, lo que en su cabeza es lo mismo que peligroso. Uno de los grandes problemas de la condición humana resumido en una forma sublimemente simple.
Más allá de lo interesante del filme a nivel de guión, la película presenta un aspecto visual impresionante, recreando la época en la que transcurre de forma tangible, combinando impecablemente trabajo por computadora y animación tradicional. Además, los diseños de personajes de Bird son enormemente expresivos, algo que el público conocería más ampliamente con el paso de Bird a Pixar, donde dirigió "Los Increíbles" y "Ratatouille".
"El Gigante de Hierro" fue un fracaso tremendo en la taquilla, algo que se atribuye principalmente a un mal manejo de márketing por parte de Warner Bros., ya que la crítica cayó rendida ante la obra. Sin embargo, el filme encontró nueva vida en el mercado de DVD, donde se convirtió, con justicia, en un filme de culto.
Si por alguna razón no tuvo el placer de verlo aún, hágase un favor y encuentre esta película.