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Con sus 76 años, el argentino Jorge Bergoglio fue nombrado como Papa, luego de la dimisión de Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, del trono de El Vaticano. La entidad más grande del mundo, por primera vez, tuvo la posibilidad de ver a un sudamericano sentado en el sillón principal.
“Sentado en el sillón” es una forma de decir porque, a escasos cuatro meses de haber sido nombrado como líder de la Iglesia católica, Bergoglio emprendió un viaje a Brasil para presidir la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), en un país que vive el frenesí de acontecimientos mundiales deportivos y, a la vez, sufre una revolución social que se extendió en casi todo el territorio.
Luego de su nombramiento, muchos allegados al Papa refirieron que el argentino se caracterizó por su contacto con la gente humilde de su país. El mensaje es claro: la Iglesia católica, después de muchos años, busca renovar su vínculo con los sectores menos privilegiados de la sociedad, luego de los escándalos por pederastía y supuestas malversaciones que causaron revuelo a nivel mundial.
El carisma del Papa Juan Pablo II, conocido por sus viajes y su afinidad con los sectores carenciados a lo largo de sus peregrinajes, es una característica que se traslada a Bergoglio. Pareciera ser que el argentino buscó mejorar la actitud del fallecido Karol Wojtyla, dando claras muestras de su acercamiento con los pobres.
Patricio “Pato” Fontanet es conocido por ser el vocalista del grupo musical Callejeros de Argentina. El cantante y compositor fue uno de los condenados a prisión por la tragedia ocurrida en la discoteca República Cromañón, en la trágica noche del 30 de diciembre 2004, donde fallecieron 194 personas y otras 1.432 resultaron heridas, tras la explosión de una bengala que desató un voraz incendio.
El pedido de justicia por parte de los familiares de víctimas y la sentencia irrevocable del tribunal argentino que juzgó el caso terminaron por encarcelar a “Pato”.
Desde la cárcel, Fontanet envió una carta a Francisco en la que le relataba lo vivido desde el siniestro, hasta que fue recluido, y los tortuosos días que le precedieron, ya tras las rejas.
Tres días después, el Papa Jorge Bergoglio respondió al cantante con las siguientes palabras: “Pato: hace tres días recibí la carta que me mandaste, te agradezco el gesto… Quiero decirte que, aunque lejos, estoy cerca de ti y de la banda, como escuchando a la distancia lo que sienten y dicen. Me gustaría estar más cerca para acompañarlos mejor…”.
Agregó: “No quiero darte consejos porque, en este momento, no los necesitás: vos sos un hombre que sabe bien lo que hay que hacer y cómo hacerlo. Confío en esto. Días de desánimo vas a tener, pero no le tengas miedo. Todo pasa. Metele fortaleza. Y cuando puedas te pido, por favor, que reces por mí. Un abrazo. Fraternalmente. Jorge (Francisco)”, reproduce textualmente el portal del diario Clarín de Argentina.
Que un Papa pida a un presidiario orar por él es una de las muestras más grandes de humildad y compromiso con la gente que un líder de la Iglesia católica pueda expresar.
Quizás no es casualidad, porque los mismos allegados al Papa lo recordaron como una persona muy cercana al pueblo durante su obispado. El afecto de los habitantes que conforman el conocido en nuestro país como “cinturón de pobreza” no se gana de un día para otro, más aún en Argentina, donde la presión social es inmensa y ya existe una cultura subsidiaria que, a estas alturas, es casi inextirpable.
El lunes, Francisco aterrizó en Brasil para presidir la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). El argentino fue recibido por la propia presidenta Dilma Rousseff y, antes de subir a su vehículo, saludó a cada uno de los que integraba el comité de bienvenida, gesto que no se observa siquiera en altos mandatarios considerados “populares”.
Días después de circular en un vehículo con la ventanilla abierta y saludar al pueblo brasileño desde un “papamóvil” descubierto, el Papa fue hasta la favela de Varginha, que bordea el complejo de Manguinhos, en la zona norte de Río de Janeiro.
Los ocupantes de la zona residen en el lugar desde 1950 y, hasta hoy, es conocida como una de las zonas más pobres de la localidad carioca, cuyas paradisíacas playas no reflejan lo que se vive en sus alrededores.
El mensaje de Francisco en la favela estuvo cargado de sacudida mental y espiritual. En primer lugar, condenó el “culto al dios dinero” e, inclusive, instó a los jóvenes a armar lío a donde vayan, incluso en la diócesis.
El mensaje revolucionario vino acompañado de las correspondientes disculpas a los obispos y curas por los “líos” que puedan llegar a crear los jóvenes, pero, como él mismo lo dijo, es su consejo, según las informaciones de las agencias de noticias EFE y AFP.
Estos son escasos dos ejemplos del nuevo rostro que presenta la Iglesia católica, donde se busca transmitir un mensaje claro a los representantes que se arropan bajo el manto del tradicionalismo y de la investidura que poseen.
Ahora bien, ¿logrará sostener Francisco esta actitud ante el conservadurismo y hermetismo de El Vaticano? Nunca mejor utilizada la frase: “Solo Dios sabrá”.