Roa y su pasión por el cine

Pocos saben de la pasión que desbordaba el séptimo arte en el recordado y célebre Augusto Roa Bastos. Una aproximación a la faceta de guionista del escritor más importante del Paraguay.

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Nadie duda de su genio literario ni de la fortaleza de sus cuentos, novelas y poesía. Una faceta, sin embargo, no muy explorada de su creatividad es la del guionista cinematográfico.

En sus días de exilio en Buenos Aires, Augusto Roa Bastos se desempeñó como guionista de cine por más de quince años -en la década de los ‘50 y parte de los ‘60-. "(...) Lo que podría llamar el tiempo de mi ‘carrera’ de guionista se puede contar más vale por los guiones rechazados que por los aceptados y filmados”, confesó en el texto Reflexiones sobre el guión cinematográfico.

Cuando tuvo que viajar a Francia para hacerse cargo de la cátedra de literatura hispanoamericana en la Universidad de Toulouse, en el año 1976, el escritor tuvo que dejar en Buenos Aires “no menos de una decena de libros de cine no filmados (el libro es obra más extensa, pormenorizada y documentada que un guión) como saldo de una larga batalla perdida", según comentó.

Alguna vez él mismo denotó su perfil de guionista de cine como una profesión "de supervivencia"; sin embargo reconoció la influencia en su "estilo descriptivo", después de estructurar argumentos y diálogos que conformarían el guión o "libro" final de una larga serie de largometrajes. Aunque algunos textos llegaron a la gran pantalla; otros nunca fueron filmados.

¿Cómo recordaba Roa Bastos aquellas obras? "Recuerdo que entre ellos había adaptaciones de obras realmente importantes en la historia de la sociedad argentina: La Guerra del Desierto; La colonización judía en la Argentina; gran obra de Sarmiento, Civilización y barbarie, con la alucinante historia de Facundo Quiroga”, señalaba.

Tampoco olvidaba “El tigre de los llanos, como centro argumental; la historia mítica y fantástica de La Ciudad de los Césares, en la Patagonia, una historia del general Lavalle en su lucha contra Juan Manuel de Rosas inspirada en el final de la obra de Ernesto Sábato, Sobre héroes y tumbas; un documental sobre los ferrocarriles argentinos; un documental sobre andinismo; una adaptación del gran poema nacional, el Martín Fierro, en la que interpolaba la Biografía de Isidoro Tadeo Cruz, escrita por Jorge Luis Borges”. En aquella historia, según mencionaba, “el milico Cruz (...) se pasa al bando del perseguido y pelea con él hasta la muerte. Yo lo hacía morir a Cruz para salvar a Fierro".

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Era tal la obsesión de Roa Bastos con su trabajo, que se propuso analizar el arte del cine en profundidad. Para eso se compró una vieja moviola, con la que estudiaba –fotograma por fotograma– a los grandes del cine y aprendía la crucial importancia del montaje. "Con el dinero que me pagaron por los derechos de adaptación de Hijo de hombre empecé a comprarme los indispensables artilugios de estudio. Tenía en mi gabinete de trabajo una moviola vieja comprada de los estudios de la Sono Film; en este artilugio de montaje estudiaba como a la lupa, fotograma por fotograma, las películas de los grandes del cine y ensayaba los principios del montaje que es uno de los procedimientos más creativos y difíciles en la elaboración de un film", recordaba en su escrito.

Gracias a sus ahorrados también se compró "una venerable cámara Arriflex", con la que aprendía el “secreto de las tomas, de las angulaciones, de las luces y a la utilización del tiempo y del espacio cinematográfico en las tomas, desde el close up a las innumerables posibilidades de la profundidad de campo, inaugurada por Orson Welles".

Su capacidad de adaptar las obras literarias al cine también fue valorada por la industria en la Argentina. Fue el caso de la película La boda, que filmó Lucas Demare en 1964.

Las anécdotas de Roa Bastos en aquel artículo sobre el guión fueron reveladoras. Tanto, que reconoció que -en algún momento- llegó a no poner restricciones a la hora de tomar proyectos. "No le tuve asco a nada", aseguró Roa Bastos al recordar Ya tiene comisario el pueblo (1967), película donde adaptó una obra de Claudio Martínez Payva, dirigida por Enrique Carreras. Una película que prefirió dejarla al olvido.

Sus virtudes como escritor de la imagen lo llevaron también a dedicarse a la docencia. Fue así como enseñó en la cátedra de Guión en la Universidad de La Plata, en Argentina.

El trueno entre las hojas (1958)

Un drama escrito por Roa Bastos, basado en su cuento La hija del ministro. La película fue dirigida por Armando Bó, protagonizada por él mismo, Isabel Sarli, Ernesto Báez y Andrés Laszlo. Cuenta una historia donde los peones son inhumanamente explotados.

El filme marcó el inicio de las colaboraciones con Armando Bó.

Sabaleros (1959)

También dirigida por Armando Bo, protagonizada por Isabel Sarli, Armando Bó y Alba Mujica. Cuenta la historia de amor entre un hombre y una mujer, hijos de pescadores rivales.

La sangre y la semilla (1959)

Una adaptación de la novela Raíces de la aurora de Mario Halley Mora, coproducida entre Argentina y Paraguay, bajo la dirección de Alberto Du Bois. Estuvo protagonizada por Olga Zubarry, Romualdo Quiroga y Roque Centurión Miranda.

Descubrimos a una mujer paraguaya que salva a un sargento herido y da a luz en plena Guerra de la Triple Alianza.

Shunko (1960)

Una adaptación de la novela homónima de Jorge W. Ábalos. Estuvo dirigda por el chileno Lautaro Murúa, con las actuaciones de Lautaro Murúa y Raúl del Valle. Cuenta la relación entre un maestro educado en la gran ciudad, que es destinado a una escuela rural en la provincia de Santiago del Estero.

Hijo de hombre (1961)

Una coproducción entre Argentina y España, dirigida por Lucas Demare. Protagonizaron Francisco Rabal, Olga Zubarry y Carlos Estrada. ¿La sinopsis? Durante la Guerra del Chaco una caravana de aguateros socorren a una guarnición sedienta.

Alias Gardelito (1961)

Dirigida por el chileno Lautaro Murúa y protagonizada por Alberto Argibay y Walter Vidarte. Cuenta la historia de un ladrón de poca monta en un mundo de pobreza, que sueña con emular a su ídolo, el cantante de tango Carlos Gardel.

El último piso (1962)

Una coautoría entre Tomás Eloy Martínez y Augusto Roa Bastos, dirigida por Daniel Cherniavsky. Actuaron Ubaldo Martínez, Santiago Arrieta, María Luisa Robledo, Lydia Lamaison, Inda Ledesma, Ignacio Quirós y Norma Aleandro. Conocemos a una familia proletaria que se ve obligada a compartir una pieza con otra familia.

El terrorista (1962)

Otro caso de coautoría, en este caso junto a Daniel Cherniavsky y Tomás Eloy Martínez. Protagonizaron Jacinto Herrera, María Rosa Gallo, Emilio Alfaro y Beto Gianola. El filme cuenta la historia de un hombre débil utilizado por una organización para cometer atentados terroristas.

La boda (1964)

Una coautoría de Lucas Demare y Augusto Roa Bastos, dirigida por Lucas Demare. Protagonizaban Graciela Borges, José Suárez, Susana Campos y Néstor Deval. Un hombre cuya mujer fue asesinada la noche de bodas vuelve al pueblo para casarse con otra y es resistido por los lugareños.

Soluna (1967)

Roa Bastos adaptó una obra teatral de Miguel Ángel Asturias, con la dirección a cargo de Marcos Madanes. Los protagonistas: Luis Medina Castro, Dora Baret y Héctor Carrión. La sinopsis destaca a un hombre que acude a un brujo para apurar el reencuentro con una mujer y aquel le da una máscara que acelera el tiempo.

Ya tiene comisario el pueblo (1967)

Una adaptación de la obra teatral homónima de Claudio Martínez Paiva y protagonizada por Niní Marshall. Cuenta con la participación del cantante y guitarrista Jorge Cafrune.

La Madre María (1974)

Una colaboración entre Roa y Lucas Demare, a partir de una idea de Roa Bastos, Tomás Eloy Martínez, David José Kohon y Héctor Grossi. Dirigida por Demare y las actuaciones de Tita Merello, José Slavin, Hugo Arana y Patricia Castell.

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