Un lienzo de pensamientos

A lo largo de su vida, el poeta, novelista y periodista Augusto Roa Bastos ha enriquecido a la literatura paraguaya con un bagaje de frases que han mostrado la profundidad de su conocimiento acerca de la realidad paraguaya en su esencia más pura.

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La profundidad de los pensamientos del compatriota Augusto Roa Bastos (1917-2005) motiva a recordarlo en su centenario plasmando en este segmento especial sus frases más insignes, que reflejan al Roa humano, que reflexionaba sin reservas sobre diferentes áreas de la vida.

Le invitamos a rememorarlas:

 

Sobre el amor:

“La pasión posesiva de los celos convierte el amor en la forma más perversa del amor propio, es decir, del odio al otro”.

“Háblame. Mírame. Tus voces, tu mirada, desarmarán mis párpados y mi arteria de sombras, y en ámbitos de un hielo estupefacto, por liturgia del fuego, mi rosa envenenada. Será otra vez la lumbre de un corazón más joven”.

 Sobre la historia:

“Ninguna historia puede ser contada. Ninguna historia que valga la pena ser contada. Mas el verdadero lenguaje no nació todavía. Los animales se comunican entre ellos, sin palabras, mejor que nosotros, ufanos de haberlas inventado con la materia prima de lo quimérico”.

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Sobre la corrupción:

“El poder de infección de la corrupción es más letal que el de las pestes”.

 

Sobre la vida:

“Lo que llamamos destino es lo que nosotros hacemos de nuestra vida”.

“No se ha sabido nunca si la vida es lo que se vive o lo que se muere”

Sobre el tiempo:

“Siempre hay tiempo para tener más tiempo”.

“El tiempo no cuenta para los que viven en la miseria. La gente simple no tiene poder sobre la hora”.

Sobre la paciencia:

“Esperar no es desesperar. Amo mi paciencia más que a mí. Las moscas ganan batallas después de las batallas”.

 

Sobre los problemas:

“Hay que poner plazos largos a las dificultades”.

 

Sobre la verdad:

“No es creyendo sino dudando como se puede llegar a la verdad que siempre muda de forma y condición”.

 

Sobre el valor de callar:

“Nada enaltece tanto la autoridad como el silencio”.

 

Sobre la importancia de escuchar:

“No sólo se escucha con los oídos. Se escucha sobre todo con los recuerdos que tienen un oído más fino, más intemporal”.

 

Sobre el machismo:

“El hombre, dominador de la mujer, es la mitad de la mujer. Sólo se completa en el ser entero de la mujer”.

 

Sobre el destino:

“Los mayores acontecimientos tienen a veces orígenes muy modestos y hasta ocultos”.

 

Sobre la justicia:

El gran principio de la justicia: evitar el crimen en lugar de castigarlo. Ajusticiar a un culpable no requiere sino un pelotón o un verdugo. Impedir que haya culpables exige mucho ingenio.

 

Sobre la libertad:

“Un pueblo sólo es libre por voluntad de espíritu colectivo, y por nadie más que por él mismo puede ser liberado”.

 

Sobre la literatura:

“Escribo para evitar que al miedo de la muerte se agregue el miedo de la vida”

“Variedad resignada del afán de interpretación. No podría hacerla un crítico literario sino volviéndose todo él un ser imaginario y disolviéndose en la realidad de la ficción”

“Te enseñaré el difícil arte de la ciencia escritural, que no es, como crees, el arte de la floración de los rasgos, sino de la desfloración de los signos”.

“Un lector nato siempre lee dos libros a la vez: el que tiene en sus manos y el que reescribe interiormente con su propia verdad al tiempo que lee. Un solo libro ambos, pero diferentes entre sí”.

Sobre las palabras:

“Tendría que haber en nuestro lenguaje palabras que tengan voz. Espacio libre. Su propia memoria. Palabras que subsistan solas, que lleven su lugar consigo. Un espacio donde esa palabra suceda igual que un hecho”.

“El relato no hace más que relatarse a sí mismo. Lo importante no son las palabras, sino los hechos que no están en las palabras y que precisamente rechazan las palabras”.

Sobre la locura:

“La locura humana suele ser astuta. Camaleona del juicio. Cuando la crees curada, es porque está peor. No ha hecho sino transformarse en otra locura más sutil”.

“El hombre más sensato y virtuoso lo es sólo en apariencia gracias a las pequeñas locuras que se permite en privado”.

 

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