Remando por la redención

En un sistema penitenciario, que lejos de devolver a la sociedad a un ciudadano reformado, actúa como un depósito de procesados, existe la oportunidad de acortar la condena que exige un esfuerzo basado en la voluntad del trabajo y la formación.

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Cinco años menos siete meses. Éver Cáceres, interno de la Penitenciaría de Tacumbú logró recortar su condena por tenencia sin autorización de estupefacientes gracias a su capacitación, primero, y su esfuerzo trabajando en el taller de forrado de termos, uno de los más emblemáticos programas de reinserción implementados en las cárceles paraguayas.

Para llegar a eso, el condenado tuvo que persistir. Una conducta con calificación cinco en una escala que va del uno al seis donde la peor es “muy mala” y la mejor es “ejemplar”. Tuvo que formarse medio año en el forrado de termos, repujado y pinturas en cuero. Nunca lo había hecho antes, empezó se cero.

Lo puso en práctica. Tuvo que trabajar al menos por 546 días, jornadas laborales como cualquier otra de hasta ocho horas diarias, es decir unas 4.368 horas de cortar cuero, refinar, estampar sobre los termos y pintar. Por cada tres días en el taller, a Ever le descontaban un día de su condena. Con sus manos, su talento y su voluntad se ganó la redención y probablemente un sustento que le en el mundo exterior.

La figura de la Redención está establecida en capítulo VII del Código de Ejecución Penal y se erige como un motivo para que los reos - con condenas superiores a tres años - luchen por ser mejor persona en los hostiles ambientes de las penitenciarías.

 

“La redención no tiene exclusión, solo que la persona debe estar condenada. Es una figura para restar la condenada. El procesado puede trabajar y estudiar a la vez”, nos dice Cecilia Pérez Rivas, Viceministra de Política Criminal.

De acuerdo a nuestra legislación, los defensores de los presos con condenas deben solicitar esta figura a los juzgados. Los jueces entonces dan trámite al pedido solicitando una serie de informes al organismo técnico criminológico, como perfil de trabajo, perfil psicológico, calificación de su conducta, desempeño en los programas de estudio, capacitación o trabajo a los que haya accedido, entre otros.

Los programas de reinserción laboral - explica - por lo general se trabaja con fundaciones o capellanías, es decir personas ajenas al personal de la cárcel, por ello todo lo que los internos hagan debe ser avalado por el personal penitenciario. Es decir el registro de días y horas de trabajo debe contar con su supervisión y aprobación. Mismo procedimiento en los programas educativos y de capacitación laboral, impartidos por el Ministerio de Educación y Sinafocal respectivamente.

“Las planillas se hacen por hora, la hora que ingresa y que sale, todo se registra. Eso se rubrica para remitir al juzgado”, enfatiza.

La figura de la Redención es relativamente nueva, ya que forma parte del nuevo Código de Ejecución Penal que entró en vigencia desde el 2015, por lo que aún no se cuenta con un registro de los que se someten a ella.

Desde hace años el sistema penitenciario paraguayo tiene un grave problema que atenta contra su objetivo de reformar: el hacinamiento. De acuerdo a un informe del Mecanismo de Prevención de la Tortura, al 4 de diciembre del 2017 las cárceles del país en total presentaban una superpoblación del 46%.

Mientras tanto, el recuento más reciente del Ministerio de Justicia, refleja una población hacinada del 31%. Más internos de lo que un recinto penitenciario pueda albergar se traduce en un problema para toda la sociedad.

La Viceministra reconoce que este es uno de las principales piedras en el zapato del sistema, pues mientras más individuos estén recluidos, menores son las oportunidades de acceder a uno de los programas de reinserción de cualquier naturaleza.

Las áreas laborales son en su mayoría en rubros de producción como fabricación de artículos de cuero, herrería, prendas de vestir de la marca penitenciaria Muä, ñandutí, ao po’i. También en el área gastronómica, carpintería, entre otros.

En cuanto a capacitación laboral, se hace énfasis en cursos de mandos medios, como tecnicaturas, mecánico de motos, albañilería. “Tratamos en enfocarnos en lo que más pide”.

La educación formal está enfocada en que los internos logre culminar los los ciclos de la educación pública que no pudieron o no tuvieron oportunidad de hacerlo afuera. Hay alfabetización para adultos y también educación terciaria gracias a universidades privadas que apuestan a las personas privadas de su libertad, con carreras en medio ambiente, educación y recientemente derecho, psicología y contabilidad.

En un sistema con más contra que pro, existen herramientas como la Redención que pueden erigirse como una inspiración para los internos e internas, sin embargo la superpoblación es la gran barrera.

De acuerdo a las estadísticas, solo el 30 por ciento de la población penitenciaria - incluyendo centros educativos para menores infractores - puede acceder o está interesado en someterse a uno de los programas de reinserción.

Aquellos que acceden a un puesto de trabajo en las penitenciarías reciben su paga en efectivo, aunque la ley exige que las remuneraciones no lleguen a manos de los internos. Sobre el punto, sostiene que los beneficiarios deben contar con una cuenta en una banca oficial, en este caso el Banco Nacional de Fomento, pero pese a que hace años se pone en práctica la reiserción social a través del trabajo en las cárceles, aún esta entidad no creó el producto bancario a ser usado para este fin.

Detalló que debe es un producto muy específico ya que debe contener porcentajes de descuento que se destinan a la manutención de los internos y otros que son descontables en caso de que incurra en daños a la estructura o mobiliarios de la penitenciaría.

Para ser beneficiario de la redención, se debe tener voluntad. “El que quiere entra y califica. Tratamos de que no haya discriminación”, concluye.

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