“Reinserclando” a la sociedad

Una mano amiga que abre puertas, que muestra que otra perspectiva es posible al salir en libertad. Esa podría ser la definición del proyecto Reinserclar, que lleva al penal de menores de Itauguá el oficio de la carpintería.

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El ocio podría ser, fácilmente, el peor enemigo de una vida en un correccional. Más aún, si el joven es alguien que atraviesa los difíciles años de la adolescencia.

De esta realidad se percató hace alrededor de cuatro años un grupo de jóvenes. Fue entonces cuando decidieron que, en lugar de cruzarse de brazos, podían poner manos a la obra, cambiando, aunque sea un poco, la vida de jóvenes que, por una u otra razón, cayeron en caminos complicados que los llevaron a cometer delitos.

Así, con este y otros sueños, nació la Red de Voluntarios del Paraguay, conformada por un grupo de jóvenes que se pusieron una meta y avanzaron en el camino, sin ponerse a pensar en cómo obtendrían los recursos, pero con todas las ganas de llevar herramientas de esperanzas a los chicos recluidos.

La idea que surgió fue fomentar el oficio de la carpintería dentro del Centro Educativo Integral, ex Correccional de Menores Panchito López, una tarea que permite a los jóvenes desarrollar su creatividad, mantenerse ocupados, y ganar sus propios ingresos, alejándose así de vicios y viejos hábitos destructivos.

Formando un juego de palabras con los verbos reciclar y reinsertar, crearon el nombre “reinserclar”. Así fue como comenzaron a capacitar a los jóvenes del Centro Educativo Integral en un taller de carpintería en el que se trabaja exclusivamente con materiales reciclados. Cajas de frutas y maderas recicladas de comercios y empresas sirvieron de materia prima para empezar el sueño. Pronto los jóvenes aprendices de carpinteros comenzaron a ganar su propio sustento. Con la creación de una caja de ahorros, se impulsó a los internos a comenzar a guardar su dinero, de manera a tener un pequeño capital con el cual sostenerse al momento de obtener la libertad.

Con el tiempo, el grupo creció, y hoy la Red de Voluntarios del Paraguay está integrada por unos 70 jóvenes, que se distribuyen en tres áreas: servicio en las cárceles, visitas a hospitales y el proyecto Abrigando a las calles, a través del cual salen a donar abrigos a las personas desamparadas en las noches más frías del año.

Actualmente, cuentan con un voluntario que trabaja de lunes a viernes dentro del penal de Itauguá enseñando a los jóvenes internos el oficio e la carpintería. A la par, promueven la venta de los materiales que están produciendo, con el fin de equipar la carpintería y que los chicos puedan ir haciendo trabajos de mejor calidad.

 

También cuentan con la ayuda de un maestro de música, Carlos Segovia, que brinda clases gratuitas a los chicos. Además de facilitarles intrumentos, dona para la enseñanza  el dinero que generan las ventas de su disco.

“Buscamos que se vayan entusiasmando más cada vez. Es una forma de que ellos utilicen correctamente el tiempo de ocio que tienen. Queremos demostrarles que se puede trabajar con materiales que la gente ya no usa, como los palets. Se hacen muebles, cuadros y cualquier objeto que se pueda producir con creatividad, y la gente compra”, nos cuenta Ruth Castillo, una de las voluntarias de la Asociación.

A ellos mismos les sorprende darse cuenta cómo, sin tener recursos, han logrado ayudar a tantos jóvenes. Increíblemente, dicen, nunca ha faltado la solidaridad cuando se propusieron una meta. “Nos manejamos con donaciones y con fondos de nuestros propios bolsillos. Ninguno de los voluntarios tiene un salario. Tampoco tenemos donaciones fijas de empresas, pero con creatividad y ganas de ayudar, siempre lo logramos”, cuenta Ruth.

Desde hace un año se constituyeron formalmente como una asociación sin fines de lucro. Cada mes se reúnen a planificar actividades que se llevarán a cabo.

Entre las actividades físicas se encuentran las visitas a hospitales, además del trabajo de carpintería y la asistencia espiritual que brindan a los internos del Centro de Educación Integral. “Les llevamos fútbol, vóley. Limpiarles un poco la mente, brindarles herramientas para que sepan que existe un mundo diferente a robar, o a las adicciones”, nos cuenta Ruth Castillo.

Un punto clave del proyecto que emprenden estos jóvenes es el acompañamiento post carcelario. Miembros de la red residen en puntos clave del país, y realizan un seguimiento a los jóvenes que salen en libertad, garantizando que obtengan un medio de vida y se reinserten totalmente a la sociedad, para no volver a caer en la vida delincuencial

La organización está abierta a quienes quieran sumarse. Solo son necesarias ganas de trabajar activamente por quienes más lo necesitan.

El sueño más grande que tienen ahora es que la carpintería se extienda afuera del centro educativo, para que, una vez libres, los chicos puedan seguir trabajando.

Como mensaje final, los miembros de la Red piden a la sociedad plantearse cuáles son los motivos por los que los jóvenes reinciden en delitos al salir de la cárcel y cómo podemos ayudarlos a que esto ya no sea frecuente. “Son las puertas cerradas y el rechazo de la sociedad que no les permite avanzar. El tema es: ¿qué más van a hacer? Como no hay salida, no les queda de otra y vuelven a reincidir. La cárcel, al final, no está sirviendo”, manifestó Ruth.

Para la Red de Voluntarios del Paraguay, la actividad que realizan a favor de los jóvenes internos no solo los beneficia a ellos a la sociedad misma, pues los exinternos saldrán con una nueva perspectiva.

“Ellos se ponen tan felices cuando se les otorga un certificado. Un papel que diga que ellos se capacitaron en algún oficio”, comenta Ruth.

Al recibir esa muestra de agradecimiento, ellos sienten que todo el esfuerzo realizado vale la pena.

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