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La pobreza, la falta de educación y un Estado ausente son los males con los que se enfrenta esta y varias madres. Josefina Mendoza*, recicladora, contestó rápidamente a un mensaje de texto que le enviamos, preguntando acerca del tratamiento de su hijo.
“¿Cómo está Luis ahora, doña Josefina?”, le escribimos. Inmediatamente llamó del celular de una vecina, reconociendo que su teléfono no funcionaba para hablar, y nos comentó, con una voz en la que se sentía pesar, que su hijo había vuelto a las drogas.
Hace cuatro meses, cuando llevó a su hijo medio muerto al Centro Nacional de Control de Adicciones, los médicos le dijeron que tuvo mucha suerte, y que tal vez no habría una próxima vez. Esto caló hondo en la mujer y se propuso buscar una solución para el adolescente. Quería un lugar donde su hijo pudiera rehabilitarse realmente, durante mucho tiempo, ya que el tratamiento en la mencionada institución solamente duraba un mes, y luego debía volver a su casa.
Así ocurrió. Luis se recuperó y se mostró con mucha voluntad para salir adelante. Sin embargo, al volver a su casa, a su barrio, donde aprendió a fumar todo tipo de drogas a los 12 años, se encontró con lo mismo de siempre. Para un adicto, volver al entorno en el que construyó su adicción, es más bien un reencuentro.
En ese tiempo, Josefina buscó ayuda de varias organizaciones. Su intención era que su hijo se internase, y que no regresara al bañado por un buen tiempo, para recuperarse por completo, como vio que ocurrió con otras personas.
No lo logró. Las puertas se cerraban por varios motivos. “No recibimos menores” o “no podemos tener personas en contra de su voluntad”, “estamos llenos”, eran las respuestas más comunes que recibía. Al publicar en ABC Color su historia, la Secretaría de la Niñez se puso en contacto con nosotros para conocer al joven y a su familia. “La secretaría le acompañó en una internación, pero nada más”, lamentó la madre.
“Yo me encuentro sola”, dijo Josefina en reiteradas ocasiones durante la conversación. Su esposo, es alcohólico, y con el hijo, adicto a las drogas, se enfrentan cada vez que se encuentran. El hombre es reciclador, y llega a la casa casi entrada la noche, al igual que Luis, que aparece cada tanto.
Lo cierto es que ambos están enfermos y necesitan ayuda. “Su papá no sigue su tratamiento por el alcoholismo, y él no sigue su tratamiento por las drogas”, lamentó. En esta mujer recae toda la responsabilidad de sostener una casa, y hacerse cargo de ambos y de sus otros hijos.
“Solamente con el apoyo familiar no se puede salir de esto”, reconoció Josefina, quien a pesar de sus problemas familiares, es una referente en su barrio en cuanto a activismo vecinal. De hecho, no pierde tiempo al hablar con la prensa. Mientras conversábamos sobre su hijo, nos recordó que las casas de los bañadenses nuevamente están inundadas, y que ella y sus vecinos necesitaban ayuda. “Cuando puedan tienen que venir a mirar cómo estamos en el barrio”, dijo.
“Insoportable, insostenible, no se le comprende”, dijo Josefina al ser consultada nuevamente sobre su hijo. El joven no va a la escuela “hace muchísimo tiempo”, y solamente pareciera dedicarse a buscar conflictos, tanto con su padre, otros familiares y vecinos.
En junio de este año ingresó a rehabilitación por segunda vez con tan solo 15 años, y los especialistas aseguraron que había llegado a un punto sin retorno. (Lea la entrevista completa aquí). El crack, la droga fuerte en los barrios más pobres en nuestro país, lo dejó casi muerto. Su madre teme por cómo pueda terminar esta vez.
(*) Los nombres fueron cambiados para preservar la privacidad de los entrevistados.