Los Acosta, los poderosos del hampa

La familia Acosta Marques, liderada por el prófugo intendente de Ypejhú, Vilmar “Neneco” Acosta, y vinculada directamente con el asesinato de Pablo Medina y Antonia Almada, es un clan que llevaba años sembrando terror impunemente en la zona de Canindeyú.

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El mundo del narcotráfico está vinculado directamente a la violencia en grandes proporciones, de eso no hay duda. En las zonas en las que existen clanes disputándose la hegemonía en el negocio siempre existen muertes, ajusticiamientos y amenazas; sean rivales o apenas personas que por mala suerte terminaron metidos en medio de los problemas.

La zona de la frontera entre Paraguay y Brasil, principalmente la frontera seca como Amambay y Canindeyú, ha sido escenario de múltiples enfrentamientos entre clanes en las últimas décadas.

Uno de los principales protagonistas de hecho de este tipo entre los últimos años de los ’90 e inicios del tercer milenio fue el brasileño Luiz Fernando da Costa, o Fernandinho Beira-Mar; quien se encargó de liquidar a aquellos que le habían dado refugio luego de que se fugara de una prisión en su país natal, los Morel.

En 2001, fue nuevamente detenido y llevado a una prisión de máxima seguridad en el vecino país. Con el “rey de la droga preso”, se dio inicio a una feroz lucha entre clanes que habían trabajado con él y que encontraron la posibilidad de hacerse con la hegemonía del negocio.

Desde entonces, comenzaron a surgir enormes enfrentamientos; cada vez más violentos y las plantaciones que se ubicaban primordialmente en Amambay comenzaron a extenderse más hacia el sur. En Canindeyú, el cultivo se viralizó. Lo que en principio (década del 80 y 90) eran vistos desde arriba como esporádicos planchones en medio de la selva, hoy día son decenas de parcelas en casi nada de montes. Tanto se extendió el cultivo entre las colonias de Villa Ygatimí, Ypejhú, Itanarã, Corpus Christi, Curuguaty, Yasy Kañy, Yvyrarovana y Yvy Pytã que hasta en la misma reserva del Mbaracayú empezaron a cultivar.

Según la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad), Canindeyú tiene una producción anual de 6.000 hectáreas de marihuana. El promedio de producción por hectárea llega a los 3.000 kilos. Es decir, produce unos 18 millones de kilos por año.

Así también, el poderío de los narcotraficantes comenzó a extenderse y decidieron meterse en las cuestiones políticas. Hay quienes dicen que ganar las elecciones en algunos municipios es imposible si no se cuenta con el apoyo de los narcotraficantes.

En medio del movimiento generalizado del narcotráfico en la zona, en los últimos años comenzaron a tomar fuerza dos clanes en la zona de Ypejhú: los Giménez Suárez y los Acosta Marques.

Vilmar “Neneco” Acosta Marques era considerado como uno de los líderes del clan de los Acosta Marques. Junto a su hermano Wilson llevaban la batuta de todo lo relacionado al negocio familiar: el cultivo y acopio de marihuana en la zona sur del departamento de Canindeyú.

Los problemas para estos clanes comenzaron cuando el 13 de octubre de 2010, el corresponsal de ABC Color en Curuguaty, Pablo Medina, publicó en la página 88 del diario de aquella fecha el asesinato de Elio y Víctor Acosta, dos hermanos de “Neneco”, en lo que los investigadores consideraban un enfrentamiento entre las dos familias. Días después, llegaría la primera amenaza para Pablo como consecuencia de las publicaciones sobre la familia Acosta Marques.

En aquellos días, “Neneco” había decidido incursionar en política. De la mano del movimiento Vanguardia Colorada, del exvicepresidente Luis Castiglioni, presentó su candidatura a la intendencia local en las internas de la ANR. Su contrincante en las internas, el intendente Julián Núñez, presentó un recurso de inconstitucionalidad contra la candidatura del hombre vinculado al narcotráfico alegando que el mismo tenía doble nacionalidad; un recurso que hasta hoy no cuenta con dictamen de la Corte Suprema de Justicia.

Acosta Marques veía las publicaciones de Pablo Medina como una amenaza a su novel carrera política, así que decidió llamarlo en varias oportunidades para “advertirle” que no estaba dispuesto a que su nombre fuera manchado. El periodista había cometido el pecado de vincular a “Neneco” con grandes líderes del hampa fronterizo como el ya mencionado Fernandinho Beira Mar o Líder Cabral.

Pese a verse obligado a andar con custodia, Pablo nunca dejó de publicar pues la violencia que envolvía al entorno de los Acosta Marques nunca cesó; al contrario, fue en aumento luego de que “Neneco” se hiciera con la intendencia.

La familia está vinculada a por lo menos 24 casos de asesinatos y crímenes violentos ocurridos en la zona en los últimos años. Rivales, empleados que ya no eran útiles y contendientes políticos fueron cayendo uno tras otro, sin que que las autoridades tomaran cartas en el asunto pese a las numerosas publicaciones de Pablo Medina.

En febrero de 2011, Vilmar Acosta Marques y su padre Vidal Acosta fueron detenidos por orden de la fiscala Ninfa Mercedes Aguilar luego de que se hallaran cabellos y cuero cabelludo en la propiedad del último, ubicada en el barrio Virgen de Fátima de Ypejhú. Un día después, se encontraron huesos en la misma propiedad donde también hallaron restos de un campo de práctica de tiro de los sicarios. La representante del Ministerio Público confirmaría días después que los restos encontrados eran humanos.

Ambos fueron liberados semanas después en medio de denuncias de irregularidades y hasta la supuesta intervención del ministro de la Corte Suprema de Justicia, Víctor Núñez; quien reconoció días atrás su amistad con Dávalos, uno de los primeros padrinos políticos de Acosta Marques.

“Neneco” es acompañado en el negocio por varios de sus familiares. Sus hermanos Wilson y Vidal Yuner aparecen vinculados en una serie de asesinatos ocurridos en la zona; según testigos, ellos habrían sido dos de los sicarios que en agosto pasado liquidaron al exintendente Julián Núñez, rival político de Vilmar.

Gustavo “Chiqui” Acosta Gadea, sobrino de Vilmar e hijo de Wilson, tiene apenas 20 años pero ya carga con el peso de haber sido vinculado a varios asesinatos. Un tío de Gustavo, Cristino Velázquez, exconcuñado de Wilson, es también señalado como el sicario encargado de realizar varias quemas de archivo para Vilmar.

Finalmente, la lista de familiares se completa con Flavio Acosta, sobrino de Vilmar; un nombre que no se manejaba mucho sino hasta que la Fiscalía dio a conocer que él habría sido uno de los sicarios que terminó con la vida de Pablo Medina y Antonia Almada.

Utilizando el terror como mayor arma, los Acosta Marques impusieron el cultivo de marihuana como una de las principales actividades económicas de la zona. Una pobladora relató entre sollozos que quienes buscan alternativas, terminan siendo o aniquilados o perseguidos.

Los campesinos entran en el negocio por las buenas o por las malas. Hoy ya pocos son los agricultores de esa región que no cultivan marihuana. Según el intendente de Villa Ygatimi, José Martínez, el 60% de la población del lugar se dedica de una u otra forma a la marihuana.

Todo ello apañado por la cercanía de políticos. La misma diputada Cristina Villalba contó que el prófugo “Neneco” Acosta se comunicó con ella después de que se consumara el asesinato y que ella a su vez se comunicó con el Fiscal General del Estado; este último confirmó que lo hizo para tratar de interceder por él.

El 16 de octubre pasado, cuatro días después de que se recordara el cuarto aniversario de la muerte de dos de los hermanos Acosta, las amenazas contra Pablo Medina se terminaron convirtiendo en realidad, todo porque las autoridades nunca hicieron nada pese a las muchas denuncias sobre este clan familiar.

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