“Quería crear un profeta”

El documental "Jodorowsky's Dune" cuenta la historia de una de las películas más influyentes de la ciencia ficción, cuyo impacto se siente aunque ni siquiera llegó a filmarse.

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El Dune de Alejandro Jodorowsky bien podría ser la película más importante que nunca llegó a realizarse. Un filme que comenzó con la más grande de las intenciones, reunió a un equipo de ensueño delante y detrás de cámaras, y luego cayó víctima del hecho de encarnar quizá más meritoriamente que cualquier otra película ese refrán que ya se ha convertido en cliché, “adelantado a su tiempo”.

Un filme que no se llegó a rodar, pero que vive en la indiscutible influencia que tuvo, aún en la forma naciente en la que quedó, en incontables producciones posteriores, incluyendo algunos de los trabajos de ciencia ficción más importantes de la historia del séptimo arte.

En los 90 minutos de su documental Jodorowsky's Dune, el cineasta Frank Pavich pone al propio Jodorowsky y a varios de sus colaboradores más importantes en el malogrado proyecto frente a su cámara y los deja pintar el panorama de lo que iba a ser la película, las curiosas historias detrás de su concepción y su desarrollo en pre-producción y lo que significó para el séptimo arte aún a pesar de jamás haber visto la luz... al menos no como una película terminada.

La película comienza con una breve pero útil introducción al hombre detrás del quijótico proyecto. Alejandro Jodorowsly, chileno de nacimiento y ucraniano de ascendencia, quien en la década de 1960 se destacó como dibujante y dramaturgo especializado en teatro “avant garde”, y eventualmente debutando en el cine con su polémico filme surrealista de 1968 Fando y Lis, una película que causó disturbios -no del tipo metafórico, sino del literal- en México, donde había sido filmada y donde fue considerada una película escandalosa.

En 1970 Jodorowsky estrenó el “western” de corte surrealista El Topo, que alcanzó estatus de culto en Estados Unidos y en varios países de Europa, garantizándole a Jodorowsky la financiación necesaria para su siguiente filme, La Montaña Sagrada, otro filme de alto contenido surrealista e iconografía religiosa.

Tras esa introducción la película pasa a hacer una crónica del fascinante proceso que se suponía iba a llevar a la filmación de Dune, la adaptación de la emblemática novela de ciencia ficción de Frank Herbert, publicada en 1965, sobre un muy lejano futuro en el que la humanidad se ha establecido en las estrellas, y un planeta desértico rico en una sustancia conocida como “melange”, la más valiosa del Universo, se vuelve el centro de una gran lucha.

La forma en que la película narra el proceso de preparación del filme es enormemente entretenida, con los momentos más memorables debiéndose al propio Jodorowsky, que cuenta su historia pasando del inglés al español pintando con sus palabras imágenes vívidas, con un entusiasmo y un sentido de asombro en su narración que es contagioso, y cuyo testimonio se acompaña y contrasta con el de varios otros participantes del proceso, y comentarios “externos” de críticos de cine contemporáneos y figuras como el director de Drive, Nicolas Winding Refn.

Jodorowsky apuntaba alto. Quería que su película fuera algo trascendental, que cambiara las reglas. Quería cambiar las mentes jóvenes. “Quería hacer un profeta”, dice al principio del documental, aspiraba a que su “Dune” fuera como la llegada de un Dios cinematográfico. Tomó la novela de Herbert como simplemente un punto de partida, buscando contar una historia que también sea innegablemente “suya”, con entre otras cosas un final totalmente distinto.

En un momento no carente de ironía, Jodorowsky menciona que cuando el productor francés Michel Seydoux le dijo que quería producir cualquier película para él, la que quisiera, Jodorowsky le dijo “Dune” sin saber bien por qué, cuando bien podría haberle dicho cualquier cosa, como “Don Quijote”. No es difícil encontrar paralelismos entre el caballero errante de Cervantes y el propio cineasta, siguiendo una visión con una convicción infecciosa, convencido de que el arte no debe rendirse ante obstáculos materiales a pesar de que esos obstáculos acabarían impidiéndole materializar su sueño.

El filme entretiene con curiosas anécdotas de cómo Jodorowsky convenció a figuras como el legendario pintor Salvador Dalí, el emblemático cineasta Orson Welles y el vocalista de los Rolling Stones Mick Jagger de actuar en la película, de cómo consiguió involucrar nada menos que a Pink Floyd y Magma en la banda sonora y cómo reunió a sus “guerreros” como el dibujante Jean "Moebius" Giraud, el artista plástico H.R. Giger y el mago de efectos especiales Dan O'Bannon.

Pero, no menos curiosamente, quizá Jodorowsky's Dune es más interesante e intrigante una vez que esos 90 minutos de duración han pasado, dejándolo a uno pensando en lo que vio, imaginándose lo que pudo ser.

Es en esos momentos posteriores que uno se sorprende analizando la revolucionaria e hipnotizante toma continua que hubiera abierto la película, que hubiera comenzado como una vista general de la galaxia y luego se hubiera adentrado en ella, pasando por innumerables planetas, enfrentamientos entre piratas espaciales, naves sangrando la codiciada especia en el vacío, para finalmente llegar hasta el planeta Arrakis.

Es luego de ver la película que uno considera los ejemplos que la cinta da, de cómo tomas y conceptos presentes en el gigantesco tomo en el que Jodorowsky “filmó” la película en forma de “storyboards” e ilustraciones conceptuales con Giraud -algo que fue entregado a cada uno de los grandes estudios de Hollywood- influenció luego de forma directa escenas de películas como Cazadores del Arca Perdida o Contacto.

Obliga a preguntarse qué hubiera pasado si Jodorowsky nunca hubiera convencido a Giger de trabajar en el cine. Si nunca lo hubiera vinculado con O'Bannon, quien años después pasaría a trabajar con Ridley Scott en el guión de Alien, y recomendaría a Giger para ser el creador de la icónica criatura de aquél filme, llegando a escribir el guión con el trabajo del artista suizo en mente.

Y obliga a plantarse, finalmente, qué hubiera sido del género de la ciencia ficción y de la industria del cine en general si ese titánico proyecto de 10 horas de duración hubiera sido concretado, puesto en cines tal y como su creador la visionó. ¿Su quizá desmedida ambición, sus sensibilidades artísticas tan fuera de lo normal y su poco razonable duración le hubieran impedido al filme llegar al gran público de la forma en que lo haría en 1977 Star Wars? Es probable, ¿pero qué tan distinta sería una realidad alternativa en la que el Dune de Jodorowsky hubiera llegado a salas?

El documental Jodorowsky's Dune es una ventana a una realidad alternativa y a la fascinante mente de un artista peculiar, además de una lección de historia iluminadora y entretenida en medidas iguales. Si se encuentra usted alguna vez con la forma de ver esta película, y dispone de una hora y media de tiempo, es altamente recomendable.

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