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El vertedero Cateura es actualmente el destino de todos los residuos de Asunción y zonas del área metropolitana, relata la arquitecta Latorre en su trabajo de tesis presentado en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Asunción en junio de este año.
Ubicado en la zona conocida como Bañado Sur, dentro de la ciudad de Asunción, el vertedero inició operaciones en 1985 y su cierre definitivo estaba previsto para 1999. En el 2010 la comuna capitalina resolvió que el tiempo límite de operación del vertedero ya fue superado y anunciaron su clausura para ser convertido en un parque ecológico tras el 2013.
Diariamente, ingresan al vertedero un promedio de 750 toneladas en basura. En el sitio, trabajan 65 operadores de la empresa adjudicada, 35 funcionarios vinculados con la Municipalidad de Asunción, y alrededor de 500 “gancheros”, como son comúnmente llamados los recicladores.
Por otro lado, unas 19.000 personas están informalmente asentadas en el territorio de los bañados, que rodean al vertedero. Esto significa que una gran cantidad de personas se verán afectadas por la conversión del vertedero de Cateura a un parque ecológico.
Para paliar estos efectos y fomentar el desarrollo sostenible de este grupo poblacional – que en su mayoría se constituye en personas de escasos recursos – la arquitecta propone la creación de un “Centro de Procesamiento de Residuos Sólidos y Educación Ambiental” dentro del parque ecológico.
Los barrios del bañado están ubicados en un territorio de humedales, un ecosistema intermedio entre ambientes permanentemente inundados (lagos, ríos) y ambientes normalmente secos. “El humedal es un ecosistema de importancia vital para la mitigación del calentamiento global, limpieza de aguas subterráneas y el control de las inundaciones”, relata Latorre.
En términos sencillos, los humedales funcionan como esponjas que absorben el excedente de las aguas del río y evitan inundaciones a las zonas aledañas. Sin embargo, la ocupación del humedal disminuye su capacidad de cumplir con sus funciones naturales. Esto arriesga la supervivencia de las 19.000 personas que habitan los barrios bajos, y es un riesgo indirecto a las poblaciones aledañas.
Con la clausura del vertedero y la posterior habilitación de un parque ecológico, se podría iniciar un proceso de recuperación del ecosistema, evitando la extinción de las especies que habitan en la zona. Sin embargo, su clausura estaría dejando a cientos de familias sin trabajo.
El centro de procesamiento de residuos sólidos no solamente ayudaría a paliar estos efectos, sino que dignificaría el oficio del reciclador generando puestos de trabajo formales, sostiene la arquitecta. Como el centro propuesto contempla también educación ambiental para la protección del humedal, se generará la conciencia ambiental necesaria para la valorización del ecosistema.