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Con este texto me gustaría empezar una serie regular de reseñas de películas nuevas que difícilmente lleguen a cines de Paraguay, pero que personalmente encontré interesantes o recomendables. Podría estar equivocado en mi selección de películas, y algunas de las que elija bien podrían sorprender y llegar a nuestras salas eventualmente, pero en base al tipo de películas que suelen llegar a Paraguay en el circuito de cines comerciales, me siento bastante confiado en darles el sello de “no próximamente”.
En realidad estaba planeando empezar esta serie de reseñas con el soberbio thriller independiente de suspenso Blue Ruin, pero el pasado miércoles se cumplió el aniversario número 124 del natalicio de H.P. Lovecraft, considerado el padre del subgénero de la literatura de terror que lidia con el horror a una escala cósmica.
Si bien las adaptaciones directas de obras de Lovecraft son más bien pocas, la influencia directa o indirecta de su obra es evidente en una cantidad increíble de películas, series televisivas, bandas musicales, videojuegos y obras de otros autores literarios. Hay mucho material inspirado en Lovecraft para elegir.
La película que elegí no es una de ellas. O al menos no lo es en la superficie.
Under the Skin es una película independiente del director Jonathan Glazer, protagonizada por Scarlett Johansson, quien interpreta a un ser alienígena disfrazado como una atractiva mujer, que recorre Escocia al mando de un automóvil, atravesando las calles y rutas, hablando con hombres, atrayéndolos a un destino terrible.
Hay muchos niveles en el terror cósmico que popularizó Lovecraft. Pero su núcleo no son los titánicos e inabarcables horrores capaces de distorsionar la realidad con su mera existencia, y que duermen en planos del cosmos distintos al nuestro, no son los seres capaces de llevar a la locura al instante a aquellos lo suficientemente desafortunados para lograr ver siquiera una fracción de ellos. Eso es lo más popular e inmediatamente reconocible, pero es solo un envoltorio que guardia la esencia de su estilo particular de terror.
En su núcleo, el horror en las historias más conocidas de Lovecraft es mucho más simple, más básico. El miedo a lo alienígena, no en el sentido genérico de la palabra, que se refiere a lo que no es de este planeta, sino a lo que es tan ajeno a la perspectiva humana y al concepto que la humanidad se hace de su propia existencia y su forma de percibir su universo que la mente simplemente no lo puede comprender.
Lovecraft, en sus historias, toma como punto central el hecho de que la humanidad, por todos los avances logrados a través de miles de años de historia y la importancia que se asigna a sí misma, es insignificante en el gran abismo del Universo, habitado por fuerzas tan indescriptibles y demenciales que ni siquiera pueden ser comprendidas por la mente humana. En el universo de Lovecraft, los humanos son seres viviendo en una afortunada ignorancia del hecho de que existen fuerzas más allá de su entendimiento que podrían erradicarlos sin siquiera pensarlo. Aquellos en sus relatos lo suficientemente desafortunados para comprender la situación real de la humanidad y el universo, aunque sea en una medida infinitesimal, generalmente acaban perdiendo la razón.
En escala, Under the Skin es mucho más íntima y limitada. No hay una gran revelación de un horror oculto ni grandes masas de tentáculos. Pero mientras la veía no podía dejar de pensar en que estaba viendo una historia que incluía la esencia de lo que hacía a los relatos de Lovecraft tan inquietantes e inolvidables, pero en vez de verlo todo desde el punto de vista de un narrador lovecraftiano, lo estaba viendo desde la perspectiva del horror desconocido.
Para los más impacientes esta película podrían convertirse en todo un reto. Glazer no se preocupa por cuestiones como el ritmo, y la película se mueve lentamente, con abundantes silencios y conversaciones breves e incómodas entre ellos, con el ocasional momento de sensualidad estéril y terror corporal.
La cuestión es que tiene perfecto sentido que todo eso sea así. Pasamos casi toda la película pegados al personaje de Johansson, y Glazer se asegura de que quede perfectamente claro que vemos el mundo a través de su velo de percepción. Un velo de percepción, recordemos, que pertenece a un ser alienígena, cuyo modo de pensar y de actuar en consecuencia a lo que pasa a su alrededor no podemos comenzar a comprender. Scarlett Johansson en “Under the Skin” es posiblemente uno de los alienígenas más aunténticamente alienígenas que han pasado por las pantallas de cine.
Para ella (si es que es el alienígena es “ella”), los humanos son seres extraños, muchas veces incomprensibles; incluso tiene problemas para entenderlos, pidiéndoles frecuentemente que repitan lo que dijeron. Evidentemente ella y los suyos tienen un cierto grado de entendimiento de los humanos, o al menos de los hombres humanos, ya que eligieron disfrazarla de alguien con la apariencia de Scarlett Johansson para atraerlos. Pero en general interactuar con humanos parece ser para ella lo mismo que para nosotros sería estudiar animales, al menos al principio. Eventualmente un encuentro cambia notablemente su relación con los humanos, y la película en sí cambia acordemente, aunque manteniendo una barrera insalvable entre ella y nosotros.
De nuevo, hay que tener en cuenta que todo esto se transmite de forma mayormente no verbal. Glazer tuerce el cuchillo dentro de la herida con escenas difíciles de ver y reacciones inhumanas ante esas escenas, como una particularmente dura que tiene lugar en una playa; refuerza esa perspectiva ajena con silencios agobiantes y oscuridad opresiva, y un trabajo de fotografía que da a las montañas y las calles de Escocia un aspecto que es al mismo tiempo familiar e intangiblemente extraño; como en un trabajo de David Lynch, hasta en los momentos más normales perdura una sensación de que algo está retorcido.
En realidad no hay mucho que la película nos dice explícitamente. Sabemos que ella es una extraterrestre y que caza exclusivamente hombres, y no mucho más. Nunca se nos cuenta exactamente por qué ni para qué, aunque podemos hacernos una idea principalmente gracias a la única escena en la que vemos lo que pasa con una de las presas del alienígena luego de caer en su trampa.
Por momentos casi parece que Glazer desafía a la audiencia, probando su paciencia, retándolos a ver el mundo desde un punto de vista ajeno con muy poco contexto, sin un "por qué" que ayude a enmarcar la acción.
Pero el por qué no importa, o importa poco. Como tantas películas en su estilo, “Under the Skin” es más una experiencia que una historia. En mi caso fue la experiencia de plantearme ideas e interrogantes que los escritos de Lovecraft habían despertado, pero en esta ocasión impulsado por un estímulo muy distinto.
La ambiguedad que predomina en el filme se presta a varias interpretaciones, lo que constituye otro de sus atractivos. Yo, al verla, percibí una historia de horror cósmico en escala mínima. Usted, si elige darle una oportunidad, puede registrarla como algo totalmente distinto.
Under the Skin es una de esas películas que no se pueden resumir en un calificativo parcial como "buena" o "mala". Merece adjetivos quizá algo más ambiguos, lo que es simplemente apropiado.
Yo elijo "interesante".
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UNDER THE SKIN
Dirigida por Jonathan Glazer
Escrita por Jonathan Glazer y Walter Campbell (basada en una novela de Michel Faber)
Producida por Nick Weschler y James Wilson
Edición por Paul Watts
Dirección de fotografía por Daniel Landin
Banda sonora compuesta por Mica Levi
Elenco: Scarlett Johansson, Jeremy McWilliams, Joe Szula, Kryštof Hádek, Paul Brannigan y Adam Pearson